Capítulo 3

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Yo digo, el amor no es siempre bonito
a veces es feo, feo

María estaba acostada a su lado cuando despertó aquella mañana

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María estaba acostada a su lado cuando despertó aquella mañana. Y su cuerpo desnudo estaba enredado entre las sábanas de la cama.

No quiso despertarle, por lo que dejó un beso en su hombro antes de levantarse de su lado y vestirse con unos simples bóxer dispuesto a llenar su estomago con una taza de café.

Su humor aquella mañana alcanzaba las nubes y Emilio sabía muy bien que el motivo era su Omega . Porqué hacia mucho tiempo que no le daba una noche como la de hace solo un par de horas, una noche que ambos necesitaban.

-Buenos días.

Escucho la voz áspera de Joaquin tras sus espaldas y el olor característico a cafe con menta inundó la cocina cuando estaba preparando su café, se giró para encontrarse con que su mejor amigo se estaba acercando a él a pasos tranquilos, arrastrando los pies.

-Hola -Emilio saludo, volviendo a girarse para volver a prestar toda su atención en contar las cucharadas de azúcar que quería en su café.

Pero Joaquín continuó hablando con esa voz recién levantada, notaba cada uno de sus movimientos aún sin necesidad de girarse para mirarlo y supo que se había sentado en la encimera tras él, porque escuchaba como sus pies se balanceaba y daba golpecitos en el mueble.

-¿Has dormido bien? -Emilio captó el tono de molestia en sus palabras y rápidamente comprendió el por que.

Ladeo media sonrisa para así mismo antes de girarse para mirarlo de reojo, revolviendo su café con una pequeña cucharilla.

-Si, bastante bien -utilizo un tono de burla

-Me lo imaginaba -Joaquín apretó sus labios en disimular una sonrisa -.Yo no he dormido demasiado, ¿sabes? -ladeo su cabeza.

-¿Ah, no? -musito Emilio, bebiendo un rápido sorbo de su taza y apoyando su cadera en la encimera de la cocina para encarar a Joaquín.

-No -él chasqueó su lengua, balanceando sus pies desde la encimera -.tu casa es genial, en serio, pero las paredes son tan finas como un papel.

Una leve risita se escapó desde el fondo de la garganta de Emilio, mirando desde el interior de su taza como si fuera lo más interesante del mundo en aquel momento

-Lo siento -musito divertido -.¿Quieres un café? -le ofreció entonces.

-Té -eligio Joaquín, sus pies aún balanceándose desde la encimera

-Té -Emilio asintió, girandose de nuevo para abrir el armario superior en busca de unas bolsitas de té -. ¿Verde o blanco?

-Verde -respondió Joaquín observando la espalda desnuda de Emilio mientras trataba de alcanzar una taza de la alacena-. Pero me gusta más el negro -comenzó a jugar con sus manos porque creía que no era especialmente recomendable el permitirse a sí mismo, comérselo con la mirada como lo estaba haciendo en ese momento.

Cuando Decidas AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora