Capítulo 23

1.9K 298 1.7K
                                    

Sabes que te amo
Te amo lo suficiente para dejarte partir.

Sabes que te amoTe amo lo suficiente para dejarte partir

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tres años después...

Se mudó a Alaska.

Quería iniciar de cero, quería dejar atrás el pasado.

Olvidar que en algún momento fue considerado uno de los empresarios más exitosos. Olvidar que le rompieron el corazón.

Quería huir, huir lo más lejos posible.

Del reconocimiento, de Joaquín. De Mexico. Huir del pasado.

En un principio, a la única persona a la que Emilio le dijo acerca de haber comprado una casa en Alaska, fue a su madre. Y ella respondió, con toda la confusión e incertidumbre que Emilio estaba esperando.

"De todos los lugares en el mundo ¿Alaska?"

Emilio había tratado de explicarlo, pero como con la mayorías de las decisiones que Emilio había hecho, carecían de razón para todos los demás. Sólo había una persona que solía entenderlo en cada momento. Y de hecho, cuando Emilio finalmente encontró una casa que le gustó, con el encanto de una cabaña de un piso, en el que había estado viviendo las últimas semanas, Joaquín era la persona a la que más quería decirle. Incluso, después de todo este tiempo.

Por supuesto, eso no sucedió. Le dijo a su madre, luego a Eduardo y más tarde se lo mencionó a Andrés. Después, cuando se estaba mudando, le envió un mensaje a Nikolas para pedir su opinión acerca del color de las paredes. Y Nikolas no le dejó hablar por teléfono hasta que proporcionara una larga explicación por que había desaparecido todo un año del continente.

Así que terminó siendo que a la persona a la que más queria contarle, en realidad, fue la última en enterarse.

Emilio dejó algunas croquetas en el plato de porcelana cerca de la cocina, el sonido del cascabel de Lobo tintineando en sus oídos. El cachorro de raza Malumate, caminó hasta el plato y comenzó a comer su comida, lo que le permitió a Emilio pasar sus manos por encima de su cabeza. Terminó de secarse con la toalla el pelo, con una mano, tomando un sorbo de té con la otra, su cuerpo inclinado hacia las ventanas que van de lado a lado en la pared de su cocina.

Comprar una casa en Alaska, donde nadie pudiera encontrarle fue drástico, sí. Pero tenía un amor genuino por las hectáreas de bosque y los grandes lagos, por la nieve y criaturas de bosque paseando por el patio trasero de Emilio, de vez en cuando. Por el permanente cielo nublado y esos raros días soleados.

Este mundo era familiar y extranjero. Tenía pocos secretos aquí. Todo lo que tenía que hacer, era ser él mismo y la madre naturaleza lo aceptó por todo aquello que significaba y lo que no lo hacía. Aquí afuera, tuvo la distancia que necesitaba de ser el centro de atención, del que dirán, y sobre todo, de Joaquín.

Hace un año que no sabe de él. Hace un año se habría golpeado a sí mismo sobre cómo las cosas se habían estropeado entre ellos. Se habría culpado a sí mismo por ser un cobarde y no haber aceptado sus sentimientos a tiempo. Pero, ahora Emilio entendio que el silencio y la tensión eran piezas necesarias en su proceso de aceptación. No podía solo aceptar lo que sentia y no tener un proceso de aceptación si toda su vida vivió con la idea de que estaba mal.

Cuando Decidas AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora