Capitulo catorce.

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—No creo que sea buena idea ir

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—No creo que sea buena idea ir.

—Papá, estaremos bien, además Andrew estará aquí, no pasará nada —lo tranquilizó Valentino. Siempre le dábamos a él la tarea de convencer a papá de cualquier cosa, era en el que más confiaba, junto con Mattia, pero mi papá estaba algo... molesto con él en estos momentos.

Papá y Katia habían decidido que era una buena idea ir a visitar a mis abuelos a Bolonia por el fin de semana, pero papá Domenico estaba algo... intranquilo con dejar a sus cinco hijos solos, aunque los cinco en cuestión fueran mayores de edad. Todo lo que pasó con Mattia, no ayudaba a la causa tampoco; no recordaba casi nada, tenía un enorme chichón en la cabeza y papa le había gritado una cuántas cosas junto con unos buenos palmetazos por ser tan irresponsable.

Papá suspiró sabiendo que Katia le sacaría un ojo si la enviaba a ver a mis abuelos sola —Supongo que Andrew me avisará si hay algún problema. —nos miró serio a los cinco —Bien, escúchenme; no quiero juegos extremos, ni alboroto.

—No, papá —respondimos al mismo tiempo en piloto automático.

—No corran en la casa, no experimenten cosas raras con las escaleras. Chicos, no cocinen sin la supervisión de Andrew... o Caelia —Massimo sonrió.

—¿Por qué? —preguntó Valentino ganándose una mirada incrédula de mi papá, mi hermano bajó la vista sonrojándose —Ah, eso, claro.

Mis hermanos en algún momento de debilidad decidieron que era una buena idea hacer una noche italiana. Su idea era poner música italiana, preparar pizza casera y tiramisú si llegaban lo suficientemente lejos.

Resulta que ni siquiera llegaron a terminar la pizza. Iban bien hasta que a Valentino-destruye-todo-Vittale se le ocurrió meter la pizza al horno sobre la rejilla, no sobre la bandeja. Resultado; la pizza se desfondó. Todo el queso, masa, etc. quedó repartido por la parte inferior del horno, y tardaron una semana en dejarlo como nuevo.

—No salten en los sillones —continuó mi padre —No beban mucho, tengan cuidado al surfear, cuidado con la piscina, cuidado con las rocas, no salten de lugares altos, no anden muy profundo, traten de no matarse ¿Capisci?

Venga, que el pobre hombre nos tenía pavor.

Todos asentimos menos Massimo quien... analizaba un punto en la pared o puede que fuese una mosca, no lo sé.

—¿Massimo? —mi padre chasqueó sus dedos frente a la cara de mi hermano trayéndolo al mundo real.

—¿Huh? — Valentino a su lado le dio una colleja

—Oh, si sí —dijo Massimo —Haremos la cena.

La mano de Santino voló a su misma cara y Mattia apenas pudo contener la risa al igual que yo.

—Massimo... —comenzó mi padre más amenazante esta vez

—Estoy de coña, sobreviviremos a este viaje, llegaremos sanos y salvos a casa.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora