Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN

Capítulo diecinueve.

—¿Excursión? ¿Para que quiero ir yo a una puta excursión?

—¡Beltrán, cuida tu lenguaje! —lo reprendió mi tía —Iremos de excursión porque es una agradable manera de conocer más la naturaleza y de hacer ejercicio.

—¿Ejercicio? —preguntó mi primo con tono burlesco antes de subirse la camiseta y pasar una mano por su tableta bien tonificada —Mamá ¿crees que este cuerpazo necesita ejercicio extra? Nadie se le resiste.

—Bueno, a ninguna chica le ha atraído lo suficiente como para que yo la conozca ¿verdad?

Mi primo se llevó una mano al pecho.

—Golpe bajo, mamá.

Estábamos desayunando mientras mi tía intentaba convencer a diez chicos, de entre diecisiete y veinte años, para hacer ejercicio. No sonaba como algo muy probable.

—¿Qué ruta quieres hacer, Kathia? —le preguntó Mattia

—Se llama East New Hampton —respondió mi tía emocionada —Son unos pocos kilómetros rodeados de flora y fauna nativa. ¿Y? ¿Les interesa?

—A mí si —respondí, aunque sinceramente no me atraía mucho la idea, pero simplemente lo dije por... no quería decir lástima.

Pero si, lo dije por lástima.

—¡Estupendo! Va una, quedan nueve.

—A mí también me encantaría —respondió mi amiga.

Aún no habíamos comprado el test, principalmente porque no hemos dejado la casa, teníamos la intención de hacerlo hoy, así que supongo que lo intentaremos por la noche.

—Iré —dijo Massimo —De repente la fauna neoyorkina me resulta interesante.

Pff, ni él se lo cree. El chico estaba tan embobado con Caelia por no decir enamorado que haría cualquier cosa que su "Rubia" le pidiese. Aunque dicen que pasar de mejores amigos a novios es mal idea, a ellos les resultó bastante bien.

—Tres ¿ustedes? Mattito, no pensé que tus veinte reflejaran los cuarenta —trató de convencerlo mi tía. Noah bufó una risa.

—Si, Mattito, un agente del FBI no puede ser panzón. —Uh, directo al orgullo

—Cállate, recorreré esos kilómetros como un jodido campeón. Hablando de ti, es dudoso. Creo que el día del parque acuático vi un cuerpo bastante desgastado.

Ya, eso era una mentira monumental. Yo también vi el cuerpo de Noah en primera plana, lo toqué incluso y sentí más de un musculito.

—Por favor —respondió el pelinegro —Haré esa caminata en menos tiempo que tú.

—¿Qué les parece si incluimos a sus otros amigos? Podría ser más divertido.

—¿Paco y los demás? —pregunté.