Capítulo quince.

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—Bien ¿cómo haremos esto?

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—Bien ¿cómo haremos esto?

Caelia y yo nos estábamos vistiendo de negro solo por el aesthetic. Iríamos a robar nuestra pelota a la casa del vecino y jugábamos a disfrazarnos de ladrones de película. Aún estaba atardeciendo, por lo que la ropa negra no hacía mucho sentido, pero decidimos ignorarlo para ser felices.

Nuestro principal punto era evitar que nos viese Mattia, quien era el que estaba a cargo después de que Andrew hubiese llevado a Declan a unos juegos para niños que estaban en el centro de la ciudad. Sinceramente dudo que ellos aprobaran el hecho de meterse en casa ajena, y a nosotras tampoco nos hacia demasiada gracia, pero no nos podían robar una pelota así como así.

—¿Estás segura de que no hay nadie? —me preguntó Caelia mientras salíamos al patio lo más discretamente posible aunque estuviésemos vestidas de negro de pies a cabeza.

—Sip —contesté segura —por lo que entiendo todos están en sus habitaciones.

—¿Y los vecinos?

—No hay ningún auto, y el niñito es demasiado pequeño para quedarse solo en casa.

—Bien, saltaremos la muralla y escalaremos hasta el patio —repasó mi amiga —Vale, no debe ser tan difícil.

—Perfecto, vamos.

Las casas aquí estaban construidas en una colina, por lo que nuestro patio trasero estaba separado de la otra casa por una muralla que tenía en el tope una viga mediana para marcar el límite; si subes la pared y saltas la viga ya estás en el otro patio, así que nuestro plan no debería tener demasiado margen de error.

Al salir al jardín nos encontramos con Massimo y Valentino recostados en dos de las tumbonas que rodeaban la piscina charlando. Vale, obstáculo menor.

—¿A dónde van? —nos preguntó Valentino

—A recuperar el bendito balón —contesté sin dejar de caminar antes de que pudiesen detenernos de cualquier forma.

—Genial, voy con ustedes —dijo Massimo poniéndose de pie y caminando junto a nosotras.

—No hay chance —interfirió Valentino también levantándose y corriendo hasta estar frente a nosotras —¿De verdad creen que es una buena idea meterse a casa ajena?

—No precisamente, pero es necesario —respondí—Y tu no irás de ninguna forma, rey del desastre —agregué mirando a Massimo.

—El rey del desastre es Valentino —dijo causando un reclamo de su mellizo —Yo puedo ser de ayuda — levantó su mano —¿Quién vota por que vaya?

Rápidamente miré a mi amiga.

—A mí no me metan —dijo Caelia levantando las manos a modo de inocencia. —No votaré en contra de ninguno.

—No irás, Massimo —intervino Valentino —Ninguno irá

—Venga —Massimo pasó un brazo por sobre los hombros de Valentino —Tu también vienes.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora