Capítulo veinticuatro.

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Parte 2:

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Parte 2:

—¡Princesa! —la voz de Noah me sobresalta y vuelvo a abrir los ojos; me volteo para ver al chico que corre hacia mi a toda prisa seguido por Santino y Ohana —¿Que tienes? ¿Que te duele?

Noah comienza a tocarme en todas partes buscando una herida o algo así supongo, hasta que por fin acuna mi rostro y examina mis ojos.

—La drogaron —suelta a bocajarro Ohana.

—Tienes las pupilas dilatadas...- murmura para sí mismo, a continuación toma mi pulso que hasta yo lo siento, ya que está más acelerado que un tren - Roma, escúchame ¿tomaste algo? ¿Alguien te dio algo?

—¿Como lo sabias? —escuché preguntar Santino de fondo a Ohana.

—Yo... —se tardó un poco en contestar —Tengo experiencia en el tema.

Noah seguía esperando una respuesta de mi parte y yo no podía hablar. La lengua me pesaba y todo lo que quería hacer era dormir.

—Su cerveza —volvió a informar Ohana —Estaba abierta sobre la barra y la bebió de un trago; los amigos de Santino estaban ahí también, pero comenzaron a actuar raro y se marcharon.

Puedo ver como Santino se tensa y aprieta los puños

—Roma, mírame —Noah busca mi mirada sujetando suavemente mis mejillas —¿Estás mareada? —Asiento —Los mataré —vuelve a murmurar para sí mismo —¿Dices que tomó cerveza? —esto último dirigido a mi amiga.

—Si, eso ha sido lo único que la he visto beber.

—Mierda —Noah se pasa una mano por el cabello, completamente frustrado.

—¿Qué? —pregunta Santino con cara de preocupación

—Tenemos que llegar a un hospital —Noah se acerca despacio y habla frente a mi —Te voy a tener que cargar ¿Está bien, princesa?

Asiento y al instante me toma en brazos.

—¿Hospital? —pregunta Santino —Joder ¿no es como las típicas drogas de fiesta?

—Tu hermana podría o no estar intoxicada con éxtasis líquido.

Apenas siento cuando me suben a la parte trasera de un auto con Santino al volante y el regazo de Noah bajo mi cabeza.

—Noah... —comienzo a hiperventilar, me está costando respirar, lo que me desespera casi tanto como me asusta. El frío recorre mi espina dorsal.

—Shh, está bien —Noah acaricia mi cabello, pero no me calma del todo.

—Noah, t-tengo miedo, apenas puedo respirar —dije expulsando lágrimas que fue lo más cercano a un sollozo que mi cuerpo pudo producir.

—Lo sé, princesa, pero ya estás conmigo, estás a salvo —dijo trazando círculos con el pulgar en mi frente —No dejaré que nada te pase ¿si? Estarás bien, te lo prometo. —agregó dándome un suave beso en la nariz.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora