Capítulo dieciocho.

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Decidimos hacer una parada en el McDonald's a mitad de camino, ya que todos estábamos famélicos

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Decidimos hacer una parada en el McDonald's a mitad de camino, ya que todos estábamos famélicos. El McDonald's al que fuimos era enorme, juegos gigantescos para los niños, un mostrador extenso con grandes pantallas con el menú y una vitrina aún mayor donde se veían todas las cajitas felices.

Caelia, Mason y yo fuimos los encargados de hacer el gran pedido para aproximadamente un ejército. Trece hamburguesas, trece refrescos y una cajita de nuggets. Estábamos a una persona de hacer nuestro pedido cuando escuché una pequeña vocecita familiar algunos puestos detrás de nosotros.

—Roma —susurró Caelia —el niño que no nos quiso devolver la pelota.

Me volteé y efectivamente ahí estaba. Mocoso malnacido.

—¡Mamá, vamos solo quedan tres cajitas felices!

Comprobé la vitrina y las vi, las últimas tres cajitas felices se exhiben en ella. Nadie me quita mi balón.

—Hola —me dirigí al cajero cuando fue nuestro turno —¿Me daría trece hamburguesas, trece refrescos, una caja de nuggets y las tres últimas cajitas feliz, por favor?

Escuché la gran inhalación del niño detrás de mí y sonreí de pura satisfacción.

—¿Algo más? —preguntó el vendedor con una expresión que gritaba que si pedía algo más dejaría sin mercancía al restaurante para los demás clientes.

—Trece papas fritas —agregó Caelia junto a mi

Una vez que la venganza y el pedido estuvieron listos, nos sentamos en una mesa gigante. Sentada entre Mason y Caelia, me dispuse a darle una buena mordida a mi Cuarto de Libra antes de la voz de mi novio me interrumpiese.

—¿Te vas a comer todo eso? —preguntó Mason negando con la cabeza

Miré entre mis papas, mi hamburguesa y mi novio.

—Hmm ¿si? ¿Algun problema? —estaba confundida, toda mi vida he pedido lo mismo y lo he comido sin dejar una sola miga.

Mason me tomó de la mano y me alejó del grupo, levantándome de la mesa y guiándome al pasillo de los baños

—¿Se puede saber que te pasa? —le pregunté algo a la defensiva. Ya, no. Muy a la defensiva.

—No puedes comer todo eso.

—¿Es por eso que me haces abandonar la mesa? ¿Forzarme a contar mis calorías?

—¿Que acaso no te da miedo que me vaya con otra con mejor cuerpo que tu? ¿Tan poco te importo?

Probablemente han escuchado la expresión de "no se que decir", creo que nunca la había sentido tan literal como en este momento. Pensé que esto solo pasaba en la películas.

—¿De que demonios hablas, Mason? —gruñí entredientes.

—Lo que has oído —Mason se puso serio, me miró de arriba a abajo y se cruzó de brazos —No eres nada sin mí, nena, me necesitas. Deberías preocuparte de que te deje.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora