Capítulo uno.

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—¡Valentino! ¡Massimo! —gritó Mattia desde el pasillo con un vozarrón que si hubiese estado dirigido hacia mi me hubiese dado miedo

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—¡Valentino! ¡Massimo! —gritó Mattia desde el pasillo con un vozarrón que si hubiese estado dirigido hacia mi me hubiese dado miedo. —¡Aparecen en este preciso momento y me explican por qué mi coche tiene un rayón de un metro de largo!

—Los van a matar y con justa razón —le dije a Valentino y Massimo, escondidos en mi armario y baño respectivamente, mientras yo terminaba de hacer mi tarea de matemática.

—Shh —lo escuché decir apenas, como si hubiese susurrado un chitón.

Mi puerta se abrió de un portazo sobresaltándome a un nivel casi de convulsión. —Joder ¿es que en esta casa nadie puede mantener el silencio por más de cinco minutos?

—¿Están aquí? —me preguntó Mattia recorriendo mi habitación con los ojos e ignorando completamente la pregunta que yo le hice antes.

—No me meteré en sus peleas —respondí volviendo a ese estúpido ejercicio de trigonometría que me tenía más frustrada de lo que me gustaría admitir. Tocaría pedirle ayuda a Valentino más tarde, cuando Mattia se calmara un poquito.

—¿Me das permiso de revisar tu habitación? —me preguntó mi hermano mayor que seguía en el umbral de la puerta.

—Mattia... —antes de que pudiese decir cualquier cosa un estruendo provino de mi armario. Y cuando digo estruendo, me refiero a estruendo con todas sus letras. Fue como si todo el mueble hubies colapsado en menos de un segundo.

Preocupada por mis cosas, y porque Valentino-destruye-todo-Vittale estubiese ahí dentro con ellas, abrí la puerta de mi armario para descubrir al castaño tapado completamente con mi ropa y con el fierro de donde esta solía colgar, en la mano. Tampoco pasé por alto los dos agujeros que quedaron en los extremos de mi armario donde estaba enchapado el fierro de donde se colgaba la ropa.

—Pero si llevas como dos minutos ahí dentro —exhalé genuinamente sorprendida —¿Cómo causaste tanto desastre en tan poco tiempo?

—Mattia querido ¿como estas? —dijo Valentino actuando tan normal como si no tuviese todo mi vesturio encima de él, y no estuviese sentado en mi armario, si no que en un cómodo sofá —¿Todo bien?

—¿Dónde está tu mitosis?

—En el baño —soltó de inmediato Valentino.

—¡Eh! —protestó Massimo saliendo a nuestro encuentro —¿Qué pasa con la lealtad?

—Que si Mattia me mata, no me matará solo.

—Pero si fuiste tú el que le rayó el coche.

Suspirando me senté en mi cama pensando que pondría a todos mis hermanos a ordenar mi ropa conmigo. Quiza tan solo Santino se salvaría, ya que era el único que no estaba aquí.

—¡Fue un accidente! —se excusó Valentino —Massimo me estaba enseñando a usar su motocicleta.

—Terrible error —murmuró el aludido.

Una estrella más brillante [Vittale #1] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora