NO RESPIRO

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*NO APTO PARA SENSIBLES*

Capítulo 18

Al día siguiente, antes de que el me atara antes de irse, pasó algo que no había pasado antes…
-Espera, Tom.
- ¿Qué pasa? –Me dejó en la cama-
-Quiero comer…
-Shelly, acabas de cenar.
-No quiero comer comida.
-No tiene sentido lo que dices, ¿estás bien?
Entonces puse mi cara sobre su pantalón, justo sobre su pene.
-Quiero que metas tu pene en mi boca, Tom.
-Si eso quieres…
Él me jaló del cabello y me tiró de la cama al suelo, yo intentaba levantarme, pero mis músculos eras demasiado débiles por la droga que me inyectaba, Mientras, él se quitaba el pantalón y el bóxer, al terminar, me jaló del cabello y puso mi cara frente a su pene.
-Sí, quiero, por favor.
Él lo tomó con una mano, y con la otra me empujó para metérmelo, me tomó del cabello y empezó a mover mi cabeza para meterlo y sacarlo de la boca. Por alguna razón yo estaba excitada, de sentir el sabor de su carne, el sabor de su pene y el sabor de su sudor, tenían que ser las hormonas, no hay otra razón por la cual me excitara el hecho de sentir el pene de ese idiota en mi boca. Después de un rato de tenerla entrando y saliendo de mí mientras la acariciaba con mi boca, él la sacó y terminó en mi cara, llenando mi cara de su semen y manchando algo de mi cabello.
-Gracias, Tom, gracias…
-Cállate, pervertida.
Me jaló del cabello y me ató a la cama, dejándome sola con mi cara llena de su semen.
Empecé a hacer eso diario, siempre antes de que me atara se lo pedía, a los 4 días de hacerlo, se lo pedí poco después de cenar, dejó de salirle tanto semen, empezó a solo soltar una línea, pero lo importante es que dejó de inyectarme, ya sea por agradecimiento o se le olvidaba, así que empecé a pedírselo apenas llegara a la cabaña. Hicimos eso por unas 3 semanas más o menos, hasta que cometí un error; él tenía su pene en mi boca, como era costumbre, hasta que se le ocurrió jalarme la cabeza para metérmelo hasta la garganta, me dolió, pero no le dije nada para complacerlo, hasta que lo dejó por varios segundos y me estaba ahogando, empecé a golpear suave sus piernas para que lo sacara, pero no lo hacía, hasta que junté fuerzas y lo golpeé un poco duro, él sacó su pene de mí, le grité: “¡Imbécil! y yo empecé a toser, cuando paré, lo volteé a ver para agradecerle por haberla sacado, pero su mirada era diferente, sentí escalofríos por todo mi cuerpo, era la misma mirada que tenía aquel Tom que me daba latigazos y me quemaba, de inmediato intenté suplicar.
- ¡Tomas, no, por…!
Él me soltó una cachetada que me tiró al suelo.
- ¿Cómo mierda me llamaste, Shelly?
-Perdón, Tom, por favor…
Él puso su pie en mi cara, llenándome del lodo de su zapato mientras yo lloraba por el miedo.
-Siempre haces lo mismo, todo va bien y tú haces algo mal.
Quitó su pie de mí y me jaló con fuerza de cabello hasta que me puso de pie.
-Tom, por favor, no me hagas daño, te lo recompensaré.
-Claro que lo harás, pero a mí manera.
Me dio un golpe en la cara que me dejó confundida, me llevó a la sala y me ató. Lo vi regresar con pinzas (para ropa y una para cables) y unas cadenas delgadas.
- ¡no, no, por favor, lo dije porque no podía respirar, perdón! –dije entre lágrimas-
-Ah, ¿fue por eso?
-S… sí.
Él dejó sus cosas a un lado de mí y tomó mi barbilla.
-Te enseñaré lo que es no poder respirar.
Me puso una mordaza en la boca, en mis pechos, puso dos pinzas para ropa unidas con una cadena, puso una en mi clítoris, otras 3 en mi estómago, otras 2 en cada brazo y otras dos en mis piernas, con cadenas unió cada una a la cadena de las primeras pinzas, eso de por sí ya dolía, pero apenas estaba comenzando. Tomó las pinzas para alambre y arrancó la uña de mi meñique derecho, rápido prendió un cerrillo y lo apago en donde antes estaba mi uña, el dolor es indescriptible, y yo hacía lo único que podía, gritar, pocos segundos después, siguió con el otro dedo, repitió lo mismo con ese y los demás dedos de mi mano, luego fue a la otra mano y luego a los pies, hasta dejarme sin uñas. Las puso en un frasco y empezó a molerlas con una piedra, después me dijo:
-Te quitaré la mordaza, pero no quiero que grites.
Él me la quitó y yo obedecí, me obligó a abrir la boca y a comerme mis uñas molidas, luego volvió a ponerme la mordaza.
-Te enseñaré a tener modales y no insultar así a la gente.
Tomó las cadenas y con fuerza las jaló, arrancando las pinzas de mí, provocando un poco de sangre en donde estaban, luego tomó un taser, lo encendió y lo pegó a mi estómago, provocando que todo el cuerpo se me durmiera, luego de unos segundos volvió a pegarlo, pero esta vez a mi vagina, para luego darme una cachetada muy fuerte.
Me quitó la mordaza y dijo:
- ¿Ya entendiste la lección?
-Sí, sí, Tom, ya aprendí.
-Bien, lástima que aún no terminamos.
- ¡¿Qué?!
Me volvió a poner la mordaza, me inyectó la droga y me llevo arrastrando del cabello hasta la cama, me subió a esta, me amarró de tal forma que quedé a cuatro patas, luego empezó a darme latigazos, primero en la nalga derecha y luego en la izquierda, me dio como 10 en cada una, luego se desnudó, fue hacia mi cara, me quitó la mordaza y me puso otra, solo que esta tenía un dildo que casi me llegaba a la garganta.
-Vamos a ver si respiras con esto.
Regresó a atrás y metió su pene erecto en mi vagina, tomó mi cabello y empezó a embestirme con demasiada fuerza, al inicio me excité, pero pronto empecé a sentir que me ahogaba, no podía ni gritar por el dildo, intenté moverme para pedirle que parase, pero estaba muy bien atada, dejé de preocuparme por su pene y presté toda mi atención en el hecho de cada vez me faltaba más aire, hasta que luego de media hora me desmayé.
Desperté tirada en el suelo, él estaba sentado junto a mí, comiendo, mientras piaba mi estómago y sus migajas caían sobre mí.
-T… Tom…
-Oh, vaya, al fin despiertas, holgazana.
Él se paró sobre mí y luego se bajó.
-qu…q…-No podía formular una palabra-
-Te desmayaste como 10 minutos, después del primer minuto, te quité la mordaza, despertaste mientras teníamos sexo y te dormiste enseguida, te quedaste así por 4 horas, y por si lo preguntas, terminamos hace media hora, maso.
Eso explicaba por qué me ardía tanto la vagina.
Él me puso algo que parecía pan fuerte en la boca, tapándola por completo.
-Espero que a partir de ahora puedas controlar tu lenguaje.
-S… sí, Tom, gracias por la lección.
-No es nada.

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