NO GRITES

LA CARA DEL MAL

CAPÍTULO 2

Habían pasado ya unas semanas desde que entramos a la escuela, cuando ese chico me habló por primera vez.

-Hola-Me dijo tímidamente-
-Hola-Traté de responder amablemente aunque me acosara-
-Eres Shelly, ¿no?
-Sí, y tú Tomas.
-Exacto-Soltó una risa tímida-
-De cerca te me haces más alto, ¿cuanto mides?
-1.75 metros, ¿tú?
-1.65.
-Una estatura normal.
-Exacto-Solté una mini risa-
Hablamos un poco más y después cada uno se fue por su lado, ahora que lo repaso, me doy cuenta de que aunque intenté no ser grosera, no fui precisamente amigable.

El chico destacaba en el salón de clases, pues a pesar de todo era el más listo de este, esto lo supe después del primer parcial, me enteré de que había sacado puros nueves y dieses.

Un día estaba sentada en la biblioteca estudiando, él entró y se sentó a mi lado, no me di cuenta de esto hasta que empezó a hablar.

-Hola, Shelly.
-T... Tomas, no te vi llegar-Dije sorprendida-
-¿Estás estudiando?
-Eso parece.
-¿Sobre qué?
-Química, no me fue bien en este parcial.
-si quieres te puedo ayudar.
-¿Y cómo?
-Podrías ir a mi casa y ahí estudiamos juntos-Sonrió de una forma extraña-
-No lo creo, esta semana voy a estar algo ocupada.
Menos mal que dije que no esa vez, si no, hubiera estado en esta situación mucho más tiempo.

Unas semanas después, la maestra de inglés dejó un trabajo en equipos, consistía en hacer dos carteles, uno con un dibujo y otro con oraciones en inglés y español (para ser sincera, yo no sé mucho de inglés).

Después de que acabara la clase, Tomas se acercó a mí y me pidió ser su pareja para el trabajo.

Tenía planeado hacerlo con una amiga, pero tomé en cuenta que él era el mejor en la clase, y (lamentablemente) le dije que sí.
-Genial, nos vemos mañana en mi casa-Dijo con entusiasmo-¿Va?
-Claro-Sonreí ligeramente-
Al día siguiente, después de la escuela, me fui con él a su casa, en el mismo bus, por las mismas calles, etc.
Al llegar a su casa (no recuerdo mucho de la fachada, solo que es de las antiguas, ya saben, por fuera pintada de un color y por adentro se ve la pared de ladrillos) nos pusimos a platicar sobre cómo haríamos la tarea, mientras él preparaba una limonada.

-¿Quieres?-Me preguntó al haber acabado de prepararla-
-Claro.

Solo recuerdo que él tomó una pastilla antes de tomarle a su vaso, “Es mi medicina”, dijo.

Yo tomé el mío sin dudar... y... después...