Penitencia

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Ziranna y Davor salieron en silencio. Una banda de músicos se había instalado a un costado del jardín para amenizar la velada a los deportistas invitados, mientras un grupo de sirvientes meskar y humanos, circulaban ofreciendo tragos y meriendas. Ziranna procuraba caminar erguida, disimulando lo más posible su estado etílico. El profesor, un tanto preocupado por verla tambalearse de vez en cuando, le agarró una de sus manos.
- Tranquilo... No estoy tan borracha- pronunció ésta sin mirarlo, aunque de igual forma, apretó la mano del humano. Caminaron hacia un claro del jardín rodeado de arbustos con flores. En medio del lugar, había otra banca, dónde Davor invitó a Ziranna a sentarse.
- Esos asientos son incómodos para mí cola. Prefiero estar de pie.
- Como digas- pronunció el profesor cabizbajo.
- Supongo que debo agradecerte por ayudarme con esos meskar. Y perdona por todo esto. Se supone que no debería haber venido, pero la agencia...
- ¡Davor!... No me interesa tu trabajo en la agencia ahora. Después me contarás.
- Bien.
- Tras un rato de silencio, y mientras la banda comenzaba a interpretar otra pieza musical, Ziranna tomó la iniciativa pese a que no hablaba con claridad.
- ¿Sabes que estoy dolida contigo verdad?
- Sí.
- Y que tengo todo el derecho a estrangularte por tu traición.
- Sí, lo tienes.
- Mírame Davor. Mírame a los ojos.- El humano alzó la cabeza para ver cómo por sus mejillas peludas escurrían un par de lágrimas. Conmovido, intentó acercar sus manos para enjugarlas, pero Ziranna se alejo.
- No Davor. No necesito tu consuelo. Quiero que me mires a los ojos y me digas la verdad.
- Cuál verdad Ziranna.
- Si realmente lo que hay ahí, en tu corazón, es amor por mi. ¿Me amas Davor?- El profesor, trepando a la banca para quedar a su altura, señaló con emoción.
- Sí Ziranna... Yo...
- Shhhh... No digas más- Se apresuró a pronunciar Ziranna, mientras intentaba poner un dedo en su boca.
- Puedo sentirlo- Agregó. Acto seguido. Tomó una de las manos del profesor y la puso en su pecho.
- ¿Sientes mi corazón Davor? Pese a tu maltrato, sigue latiendo por tí desde que te conocí.- En ese instante, el humano cerró los ojos, y embargado por la emoción, comenzó a llorar. Ambos quedaron frente a frente sin decir palabras.
- Lo... Lo siento tanto mi amor... Fuí un estúpido- pronunció finalmente el macho.
- No Davor, por favor... No quiero más de ésto. Tu y yo sabemos lo que hiciste. Si lo sientes, es suficiente para mí. No quiero saber otra cosa de este asunto, más que confirmar que me amas, como yo a tí.
- De acuerdo- pronunció el profesor, mirando al suelo. La meskar, levantó su rostro con sus manos y quitó las lágrimas de su piel.
- Que clase de agente del estado de pone a llorar en una de sus misiones- pronunció Ziranna, con una sonrisa.
- Tienes razón. Perdón.
- No, tonto. Ya basta de pedir perdón. Te lo acabo de dar. ¿Que no lo vez?
- Gracias- contestó el profesor, aún con la mirada baja.- Te eché de menos.
- Yo también...
Poco a poco, sus labios comenzaron a acercarse. Y como tantas otras veces, su encuentro terminó en un profundo y apasionado beso.
- Te aprovechas de mi porque estoy bebida ¿verdad?
- Entonces, yo también tomaré unos tragos para quedar sin ventaja alguna- respondió el profesor.
- Dicen que el alcohol es un elixir de la verdad, que abre la mente y el corazón. Y con este elixir, te digo que te amo, Davor Zerek-, pronunció Ziranna, al tiempo que  agarraba a Davor en sus brazos.
- Espera Ziranna. Apenas puedes estar de pie. Podríamos tropezar!
- Tranquilo. ¿Temes que te deje caer? Una de las ventajas de ser luchadora, es que difícilmente el equilibrio se pierde.- Dijo la meskar mientras comenzaba a balancearse al ritmo de la música.
- Ziranna.
- ¿Te gusta? ¿Te imaginas cómo pudo haber sido aquella vez, aquí mismo, cuando Roniee nos separó?
- Siempre lo imaginé. Pero no pensemos en el pasado.
- Cierto.- respondió la meskar, mientras seguía moviéndose al ritmo suave de la música.
- Aún no me has dicho como me veo con este vestido Davor. También lo usé en esa ocasión.
- Te vez hermosa, ayer y hoy Ziranna.-
Al parar la melodía, la meskar puso al humano en el suelo. La multitud de invitados continuaba disfrutando de la velada, mientras la banda iniciaba otra ronda de música.
- Ziranna, quizá no sea prudente que me quedé aquí. Esos tipos ya me identifican.
- Grrr... ¿Cuál era tu misión?
- La ACE sospecha de internación de armas en la ciudad a través de las delegaciones deportivas. Debía obtener información al respecto. Pero estuve a punto de fregarla. No me aguanté al ver a ese infeliz, el hijo de Arquenes, quien se atrevió a golpearlo.
- ¿En serio?
- El me lo dijo. Pero no tiene pruebas. Además, no lo creo capaz de hacer algo en su contra.
- Grrr... Entiendo. ¿Y obtuviste algún resultado?
- No lo sé. Debo revisar la grabación. Instalé un dispositivo transmisor en la ropa de ese meskar cuando me tenía colgando del cuello.
- Si, te veías muy perdido frente a él.
- Espera... ¡Que! Estabas ahí cuando me agarró?
- Sí.
- Y no hiciste nada?
- Perdóname Davor. En ese instante tenía tanta rabia por lo que me hiciste que... Y además, estaba tan borracha que... Bueno, imaginé por un instante que era yo quien te tenía del cuello- respondió la meskar con una sonrisa nerviosa.
- ¡Ziranna!
- Grrr... Tómalo como tú penitencia por haberme traicionado con esa colega tuya.
- Ufff.... Tienes razón. No tengo derecho a reclamarte nada.
- Tranquilo. Obviamente no iba a dejar que te mataran.
- Que alivio escuchar eso- dijo Davor con los ojos abiertos.
- Ziranna, escúchame. Mañana mismo renunciaré al Colegio del Canto.
- ¿En serio lo harás?
- Por supuesto. Para mí nuestro amor es más importante que un empleo.
- Está bien Davor. Haz lo que consideres mejor. Pero quedemonos un poco más. Después ves el asunto de la grabación. Estoy segura que esos tipos se creyeron el cuento de que eres un empleado. Te quiero para mi ahora. Vamos a bailar. Me lo debes.
- De acuerdo. Como digas. - La banda continuaba llenando el ambiente de melodías suaves. Las parejas se movían lentamente a su ritmo. Ziranna y Favor permanecieron en el lugar por largo rato. A veces se acercában otros deportistas a saludar a la meskar, conocida su reputación de luchadora. Uno de ellos era Aransha, quién, sin interrumpir, les lanzó a la distancia un saludo con sus manos y una sonrisa, satisfecha de haberlos ayudado a reconciliarse.
- Así que Aransha también habló contigo Ziranna.
- Si... Me recordó unas cuantas verdades y otras cosas de chicas que, no viene al caso mencionar.
- Ella también tiene a un humano por patner.
- Sí, quedamos en que me lo presentaría la próxima vez que viniera a la ciudad.
- ¿Que?
- A ti también, bobo. No crees que sería bueno conversar los cuatro? Tal vez podríamos aprender algunas cosas de ellos- concluyó Ziranna con una sonrisa y un poco sonrojada.
- Supongo que sí- respondió el maestro, encogiéndose de hombros.
La velada continuó algunas horas más. Cuando los primeros invitados comenzaron a retirarse, Ziranna y Davor hicieron lo mismo. Solicitaron un transporte meskariano que los llevó raudamente a la casa de la hembra. Tras bajarse del vehículo, Ziranna señaló.
- Grácias por acompañarme Davor. Te veré mañana.
- Eh? Acaso....
- No Davor. Necesito dormír para que se me pase la resaca, tu sabes jeje.
- Sí claro- contesto el profesor con una sonrisa forzada.
- Al percatarse, la meskar se acercó a él y le dijo.
- El que te haya perdonado, no significa que puedas dormir bajo mi techo aún.
- Si. Entiendo Ziranna.
- Genial! Que pases buena noche entonces- Agregó despidiéndose con breve beso en la boca.
- Adiós, Ziranna. Descansa.
- Señor. Donde lo llevo? Preguntó el conductor.
- Al centro. Yo le indicaré- respondió el humano, mientras subía nuevamente al vehículo y cerraba la puerta.

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