En el hospital central, el jefe Rodas continuaba su lenta recuperación tras los atentados. Sentado al pie de la cama, se aprestaba a dar sus primeros pasos tras varios días de reposo.
- Tómelo con calma señor Rodas. Poco a poco irá retomado su movilidad habitual- le decía el médico tratante, un meskar alto y delgado.
- Sí, lo sé. Gracias doctor.
- El tratamiento de sus heridas externas, estará a cargo de nuestra enfermera experta en meskar, la señora Beatriz.
- ¿Experta en meskar?
- Si, descuide. Se necesitan manos humanas pequeñas para la curación de heridas como las suyas. Ahora si me disculpa, debo retirarme.
- Sí, adelante.- Tras abandonar la amplia habitación, el médico dió paso a la enjuta Beatriz, quien se aproximó rauda con su caja de curaciones.
- Gusto en conocerlo señor Rodas. Soy Beatriz. Necesito que se recueste por favor.
- Si claro- Respondió el guardia municipal estirándose en la cama.
- Sus heridas ya están cerradas. Así que esto será breve. Pronto le volverá a crecer el pelaje en esa zona.- Señaló la enfermera mientras removía los parches de la piel y untaba la zona con un líquido antibacterial.
- Le agradezco- respondió Rodas. Mientras Beatríz hacia su trabajo, el meskar cerró los ojos y pensó en su familia. Su esposa y su pequeño hijo que le esperaban ansiosos en casa. Se preguntaba si la ciudad corría peligro de transformarse en un sitio inseguro para todos, con la violencia separatista acechando. Luego de un rato, la enfermera dió por concluido el trabajo. Tras despedirse, volvió a salir rauda de la habitación. En la entrada, se topó con Brento, quien venía en dirección contraria.
- ¡Rodas! Que alegría verte bien viejo amigo!
- Brento! ¡Por fin llegas!
- Grrr... Cuándo supe lo que te pasó, creí lo peor. Gracias a los dioses sobreviviste.
- Parece que soy más rudo de lo que creo.
- O tuviste mucha suerte.
- Jajaja... Gracias por tus ánimos.
- Olvídalo. Es broma. Traigo algunas noticias del otro continente.
- ¿A que te refieres?
- Al movimiento separatista. Hay mucha preocupación en la sede del Consejo Mundial.
- Vaya... Soy todo oídos- respondió Rodas mientras se sentaba nuevamente en la cama para escuchar al recién llegado.*
La brisa acariciaba suavemente el rostro de Ziranna mientras avanzaba por la carretera. A su lado, Davor contemplaba absorto el paisaje. El humano no conocía aquellos parajes, pues al crecer y vivir casi toda su vida en la capital costeña, no había incursionado mucho hacia el interior del continente. Se dirigían a la ciudad de Kuro, una metrópolis más pequeña que Ciudad del Canto, habitada sólo por meskar, ubicada unos 400 kilómetros al sur.
- Bueno, en algún momento, tenía que pasar Davor, y prefiero que sea ahora, en el inicio de nuestra relación.
- Sí, supongo que sí- respondió el profesor.
- Oye, no te pongas nervioso. Mis padres no van a comerte. Aunque, tal vez mis hermanos. Je je je.
- Si tú lo dices, Ziranna.
- Oye... De verdad me hubiese gustado conocer a tu padre.
- Era una persona muy sabia. Te habría encantado.
- Y... ¿En serio no tienes ningún pariente?
- Ya te lo he dicho. Papá no tenía muchos familiares. A veces me llevaba de visita dónde su único hermano. Pero el también murió hace años. Apenas lo recuerdo. Yo era un niño.
- Lo siento, mi amor. Pero te aseguro que mi familia será la tuya. Hay una tradición meskariana que así lo dicta. Te encantará.- concluyó Ziranna. El vehículo avanzaba rápido por la serpenteante autopista interior, atravesando montañas, bosques y predios agrícolas. En un instante del camino, el comunicador de Ziranna comienza a sonar.
- Vaya, quien será- dijo la meskar.- Lo pondré en voz alta Davor. Es del cuartel.
- De acuerdo.
- Habla Ziranna.
- Hola Ziranna, soy Iris. ¿Supiste? Nuestro nuevo capitán Brento, llegó finalmente.
- Si, lo ví está mañana. Ya me relevó del mando, así que oficialmente ya no soy tu superior ja ja.
- Entiendo. ¿Y? ¿Que pasó cuándo lo viste?
- ¿A que te refieres?
- Tu sabes. Brento fue tu último pretendiente con ventaja en tu cortege.
- Y eso qué, Iris- respondió Ziranna mirando de reojo a Davor.
- Pues, aún podrías sentir cosas por él.
- Te equivocas, ya te lo he dicho.
- Vamos, no vas a negar que es mejor que cualquier ser humano, con esa estampa elegante de macho.
- Ehh... Iris voy conduciendo y...
- Hooola Iris! Un gusto saludarte también!- Exclamó de pronto el profesor.
- Oh Davor? Disculpa, no sabía que...
- Ziranna va conduciendo, por eso estás en voz alta.
- Aaah... Ya veo. Bueno si están ocupados, los dejo. Cuidense los dos! Nos vemos a tu regreso Ziranna.
- Adiós Iris.... Disculpala amor. Ella aún está en cortege y anda viendo romances constantemente dónde no los hay.
- Hmmm...
- Oye, lo lamento.
- No tienes que disculparte Ziranna. Tú no has hecho nada.
- Bueno ya te había contado que Brento fue pareja en mi cortege.
- Sí. Lo mencionaste en alguna ocasión.
- Vamos, a poco tu no tienes recuerdos de tus novias anteriores.
- La verdad, no Ziranna.
- No te creo, Davor. Ustedes lo viven de manera distinta.
- Mira, si tuve varias novias. Pero solo una vez me enamoré. Yo era joven, tenía unos 20 años, ella 18. Nos conocimos el primer año de universidad. Era una chica linda. Salimos un tiempo.
- ¿Y que pasó?- preguntó Ziranna con curiosidad.
- Ella... No me correspondió. Se emparejó con otra persona. Eso fue todo.
- Y te rompió el corazón...
- Ufff... Bueno. No niego que anduve mal un tiempo.
- Grrr... Es una estúpida! Cómo pudo dejar a alguien tan valioso como tú.
- Uh?- Bueno. Así es el amor humano. Una apuesta arriesgada. Debo reconocer que en eso, ustedes si son superiores- concluyó el profesor. Ziranna no pudo evitar enternecerse y espontáneamente, le dió un suave beso en la mejilla.
- Vaya. Y eso?
- No sólo puedo lamerte como meskar, también, besarte como humana.- Concluyó, mientras el vehículo continuaba destino a Kuro.*
- Los reportes de inteligencia señalan que los separatistas se están organizando fuertemente esta vez. Lo del atentado, fue solo el comienzo. Las agencias continentales dicen que las acciones se centrarán de destruir este proyecto de Ciudad del Canto.
- Grrr... Malditos. Cómo pueden hacer eso- señaló Rodas con los dientes apretados.- Llevamos 10 años. La integración ha sido un éxito.
- Sí, pero el riesgo es grande. Lo sabíamos cuando el proyecto se inició.
- Ciudad del Canto es el sueño de la mayoría de meskarianos y humanos que creemos en la paz. No permitiremos que un grupo minoritario imponga sus ideas arcaicas.
- Hmmm... Tal vez ese sea el problema, Rodas. No sabemos que tan minoritaria es la opinión en las altas esferas- respondió Brento, mirando al exterior por la ventana.
- Se acercan días grises para la Ciudad, amigo mío. El caos va a continuar, muy probablemente. Tal vez sea mejor detener el proceso por un tiempo, hasta que neautralicemos las amenazas .
- Grrr... ¿Estás loco? Eso es precisamente lo que quieren los separatistas.- Respondió Rodas con fuerza - Si echamos pie atrás, será difícil volver a empezar. Y la desconfianza entre ambas especies resurgirá en todos los continentes. No Brento, esa no es la solución.
- No lo sé amigo. Solo digo que los humanos pueden verse muy perjudicados.
- Pues lucharemos lado a lado con ellos, como lo hemos hecho siempre.- Decretó finalmente Rodas con firmeza.
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Ciudad del Canto
General FictionZiranna, la hembra meskariana y Davor, el macho humano, inician una nueva vida juntos en Ciudad del Canto. Pese a la armonía alcanzada entre ambas especies, las turbulencias del pasado vuelven a levantarse, poniendo en peligro la estabilidad de la c...