Capítulo 3. Secretos

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- Bueno, ya estoy lista- Dijo Ziranna al regresar junto a sus amigos. - Como te dije en el mensaje Davor, me vine trotando al gimnasio, así que no tengo transporte.
- Entonces, vamos a algún lugar cercano- dijo el profesor- recuerden que no puedo caminar sin las muletas. Hmm... Se quedaron en el móvil de Arquenes, y no tengo idea dónde se metió.

- No te preocupes. Eso no es problema para este par de bellas y fortachonas meskar. Nosotras te cargamos. - Dijo Narel sonriendo mientras levantaba los brazos mostrando sus biceps.
- Grrr... Pobre de mi amor, que deben cargarlo como un bebé... - Agregó risueña Ziranna.
- Ya chicas. No se burlen. Me siento ridículo.
- Tranquilo pequeño. Ya te recuperarás. Y te agradezco que hayas venido a verme. Pero si lo hiciste, superando toda la vergüenza de no poder valerte por ti mismo, supongo soportarás que una hembra te cargue.
- Ziranna, ya capté el mensaje.
- Grrr... Ja ja ja. Me encanta cuando un  caballero como tú, se reconoce vulnerable frente a una dama. Ven aquí- respondió la meskar al tiempo que le daba un tierno beso en los labios.
- Que puedo decir, estoy en sus manos- dijo Davor resignado.
Los tres salieron de los límites del recinto deportivo, rumbo al pequeño restaurante ubicado a un par de cuadras del lugar. Narel, atenta como siempre, cargó a Davor en su espalda, mientras  Ziranna, llevaba el resto de sus pertenencias. El sol del medio día despuntaba alto en el cielo azul y el ambiente era inusualmente cálido en medio del clima normalmente frío de Ciudad del Canto. Durante el trayecto, Ziranna se refirió a su desempeño en la pelea y como, por un instante, había quedado a merced de su rival. Asimismo, Narel comentó de la visita que hicieron a Naron, y su intención de conocerlo más, después de que aquel meskar, los ayudara poco antes del rescate. Al arribar al restaurante, pidieron una mesa y tres tintos fríos. En un momento, Narel se dirigió al profesor, quien se había sentado en medio de ambas, diciendo:
- Davor. Aprovechando la ocasión, yo... Quería disculparme, y delante de Ziranna, decirte que lamento mi comportamiento durante el secuestro. Sé que debió ser incómodo para ti. Era difícil controlarme, pero estaba consciente de todo. Lo lamento- sentenció bajando la mirada. El humano, un tanto sorprendido, se apresuró a responder.
- Pero que dices Narel. No hay nada que perdonar. Los dos estábamos en una situación apremiante. Y además, te inyectaron esa droga que afectó tu cabeza. No te preocupes.
- Narel, ya lo hemos hablado- dijo a su vez Ziranna- No debes avergonzarte por eso. Tú protegiste a Davor valientemente.
- Y Davor me protegió a mí además- añadió Narel.
- Por otro lado, ya acordamos lo del tankut, ¿no es así?- dijo Ziranna sonriendo.
- ¿Tankut?- repitió el profesor mientras tomaba un sorbo de café meskariano.
- ¿No le dijiste a Davor, Ziranna?- Inquirió de pronto Narel.
- Grrr... La verdad no hemos tenido tiempo de hablar de eso.
- ¿Ziranna? A... ¿Qué se refieren con esa palabra?
- Bueno Davor, en términos humanos, y palabras simples, tankut significa que tú y Narel tienen mi consentimiento para tener sexo.- Al oír aquello, el humano escupió súbitamente el sorbo de café que tenía en la boca.
- Cof! Cof!.. ¿¡Esto es una broma!?- Exclamó tosiendo. Las meskar se miraron en silencio, mientras el profesor recuperaba la compostura. 
- Grrr... Lo siento Davor, tal vez no debí decirlo de esa forma- se apresuró a señalar Ziranna.
- Sí, tranquilízate por favor pequeño- dijo a su vez Narel, mientras miraba de reojo a su amiga.
- Con Narel no pasó nada, si eso te preocupa Ziranna- Exclamó Davor.
- Lo sé amor. No lo dije por eso. Hay conceptos de nuestra cultura que aún no conoces y que es necesario que te explique
- Grrr... Sí, es verdad- afirmó Narel. - No quiero que te ofendas por esto.
- No no... No me ofende Narel es... Es un halago... Pe... Pero Ziranna y yo tenemos... Un compromiso... ¿No es así?- Señaló el humano con cierto nerviosismo en su voz.
- Grrr por supuesto Davor- respondió ésta acariciando su rostro. Cálmate. Ya hablaremos. 
- Sí bueno.  Será mejor que me vaya. Gracias por el tinto.- Dijo de pronto Narel- Debo volver al trabajo y ustedes tienen mucho que conversar creo. Davor, gracias de nuevo por protegerme. Y como siempre lo he dicho... Eres un humano encantador. Recuperate pronto Grrr...
- Adiós Narel. Nos vemos luego.
- A... Adiós Narel- Respondió Davor un poco avergonzado.
- ¿Bueno, te gustaría otro tinto amor o prefieres que nos vayamos a casa?
- Uff... Sí fueran otras las circunstancias Ziranna, me encantaría caminar por el parque hasta tu hogar. Pero ni siquiera tengo mis muletas. Tal vez deberíamos pedir un transporte.
- Si quieres disfrutar del parque, no hay problema en cargarte Davor.
- Pero Ziranna, debes estar cansada.
- No hay cansancio que me impida caminar contigo. ¿O es que sigues dudando de mi fuerza como en un inicio? Grrr... Vamos, yo también lo deseo amor.
- De acuerdo, tu ganas- respondió Davor sonriendo.

Después de salir del restaurant, ambos se enfilaron a casa, caminando por el parque donde la meskar solía trotar.
- ¿Estás cómodo? 
- Sí, pero ¿estás segura que no estás cansada?
- Je je je... Davor... Ya te lo dije, aunque, no es por cargarte, sino por el trajín de la pelea. Estuvo más dura de lo que pensé. 

- Sí, me di cuenta- respondió el humano. - No se si me acostumbraré a ver que te golpeen Ziranna.
- Descuida. Ya te he dicho que somos profesionales.
- Sí, y varias veces. Sin embargo aún me cuesta verlo de ese modo.
- Entiendo. Supongo que en tu lugar estaría igual. Sólo te pido que confíes en mi. Aunque este deporte, tiene sus riesgos, es parte de mi vida. Tal como tú lo eres ahora. - Respondió la meskar suspirando.
- Ziranna, tú confiarías en mi si yo también hiciera alguna actividad peligrosa?
- Lo intentaría, si aquello es importante para ti Davor.
- Bueno, yo confío plenamente en tus habilidades. Cuando te conocí aquella noche lluviosa, me dejaste claro que eras una luchadora profesional. Y con todas tus cualidades y gustos, me enamoré de ti. Así que, siempre te apoyaré, aunque sufra contigo cada golpe que recibas.
- Oh Davor, me emociona que digas eso- respondió la meskar con voz alegre.- Muchas gracias.
- Ziranna. Hay algo que no te he dicho y deseo que sepas.
- Sí, dime.
- Yo no soy únicamente un profesor de enseñanza superior. También trabajo para la Agencia Central Estatal, la ACE, desde hace cinco años, un poco después de obtener mi título docente.

- Davor, ¿estás hablando en serio?- Respondió Ziranna sorprendida. 
- Sí. Perdóname por no decirte antes. Pero no podía hacerlo.- La meskar se detuvo frente a un banco de descanso en medio del parque. Con cuidado, puso a Davor en ella. Con un semblante serio, miró al profesor directamente a los ojos.
- ¿Davor... Así que eres un agente estatal?
- Correcto Ziranna.
- Grrr... Por eso Rodas no quiso darme detalles de lo que ocurrió durante el secuestro. Hmmm... 
- Tu jefe es el único en esta ciudad que lo sabe. Y además, Arquenes, también es un agente, semi-retirado. Pero gracias a él, Rodas y tus compañeros pudieron  rescatarnos.
- Ya veo. Cuando pienso en todo el mal que les causé, mi corazón se llena de ira y rencor contra ese idiota de Roniee.
- Ziranna- dijo de pronto Davor rodeando el cuello de la meskar con sus brazos- Olvídalo. Narel y yo, no te reprochamos nada. Es más, velamos por tu bienestar y recuperación. Deja a un lado el rencor. No permitas que interfiera entre nosotros.
- Grrr tienes razón- respondió la hembra mientras envolvía al humano en un cálido abrazo y sus labios se fundían en un tierno beso. 
- No, no me importa que seas un agente. Solo debes prometerme que siempre te cuidarás Davor- dijo Ziranna en un suave susurro.
- ¿Así como tú lo haces en tus rondas?
- Exácto Grrr... Te amo.
- Y yo a ti grandota - respondió el maestro, mientras volvían a besarse con ternura. Por un instante, Davor alcanzó a ver a la distancia, por detrás de Ziranna, que una persona los observaba. Al aguzar la vista, se percató que se trataba del joven meskar que antes, había tenido un altercado con aquel el hombre y su hija, en las afueras del gimnasio. Un tanto incómodo por su presencia, Davor señalo:
- Ziranna, ¿por que no continuamos? Estoy ansioso por llegar a casa para que me expliques tranquilamente eso del tankut entre tú y Narel.
- Je je je... Tienes razón. Te debemos una explicación. Vamos entonces- Señaló la meskar, tras lo cual, acomodó al humano en su espalda nuevamente, y emprendió el retorno a casa junto a él.

                                                                                            *

Con el corazón abrumado por la tristeza, Arquenes condujo su vehículo hasta su hogar. No esperaba el trato frío de su hijo, después de tantos años sin verlo. Al llegar, recién pudo aclarar su mente como para darse cuenta que las muletas de Davor, aún seguían en su transporte.
- Rayos... Como pude olvidarlo... Grrr... Pobre muchacho - sentenció para sí.

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