El alcalde Heron, era un meskar muy apreciado, tanto por sus congéneres, como por los habitantes humanos. Sus esfuerzos por transformar a Ciudad del Canto en la metrópolis más cosmopolita del continente, era ampliamente reconocidos. Realizaba sus actividades habituales como máxima autoridad. En esta oportunidad, le correspondía inagurar un nuevo orfanato y atención de menores, tanto para niños humanos como meskar, en un esfuerzo social por sanar las heridas del pasado. Aunque Rodas concurrió como invitado, portaba como siempre su arma de servicio, lo mismo que Zac, el funcionario humano que lo acompañaba. Caminando detrás de la comitiva, ambos guardianes permanecían atentos a lo que sucedía alrededor.
- Te noto preocupado Jefe. ¿Sucede algo?
- Grrr... Sabes que los meskar somos muy intuitivos. Y no se... Tengo una mala sensación desde esta mañana.
- ¿Mala sensación?
- Si, no puedo tranquilizarme.
- Hmmm.... ¿Tu pareja te regañó otra vez?
- Que tonterías dices Zac.
- Jejeje, no tienes que ocultarlo, todas las hembras son iguales.
- Grrr... En eso te equivocas. La mía no es humana.
- Pero igual te regaña no?...
- Grrr... Te patearé el trasero si no cierras la boca Zac. - Sentenció finalmente Rodas molesto.
- De acuerdo, de acuerdo jefe, era sólo una broma. De verdad que estás tenso. Al menos, aún tienes a alguien que te regañe. Yo en cambio...
- Grrr... No me digas. Tu novia humana otra vez te dejó.
- ¿Que?... Bueno... Sí terminamos.
- Te patearon querrás decir.
- Oye!
- Jajajaja... Ahora tú eres el tenso... Está bien, lo lamento Zac.
- Descuida, lo superaré.
- Tu trasero debe arder de tantas patadas que te han dado jajaja.
- Eso no fué gracioso jefe.
- Tus comentarios tampoco. Así que estamos a mano. Pero basta de charla. Tienes razón en algo Zac, estoy demasiado tenso. Y no me gusta.- Sentenció finalmente el meskariano, mientras avanzaban hacia la salida del recinto.*
Trás la clase, el profesor Zerek se dirigió pausadamente a su despacho, apoyado por su bastón. Al llegar, se topó con Linette, quién iba rauda por el pasillo.
- Linette, espera ¿tienes un minuto?
- ¡Davor! ¿Cómo te fué en tu primer encuentro con los alumnos?
- Bien bien. Esos chicos son muy despiertos. De pronto me sentí como en un tribunal, me taparon a preguntas sobre lo sucedido.
- Jejejeje, bueno, eres una celebridad en la ciudad. Y son muy curiosos. Supongo que nosotros también lo fuimos en nuestra juventud.
- Así es. Linette, necesito preguntarte algo sobre una alumna, su nombre es Sarah.
- Claro, platícame de ella mientras vamos a mi despacho.
- Muy bien. Pero disculpa que no pueda seguirte el paso.
- Tranquilo, mira, haremos esto. Te tomaré del brazo y marcharemos a tu ritmo.
- Como digas, jefa, eres muy amable je je je- respondió finalmente Davor, para luego avanzar juntos por el pasillo principal hacia el despacho de Linette, quien aún seguía siendo la directora subrogante.*
Ya era casi medio día. Ziranna se aprestaba a encontraste con Narel, su amiga del alma, para visitar a Naron en la prisión.
- Ziranna, ¿conseguiste el permiso?
- Sí, aquí lo tengo- sentenció la guardiana, al tiempo que sacaba desde un cajón, un documento firmado por Rodas.
- Que bien, ¡entonces vamos!
- Sí, sí. Aunque no me gusta la idea de asistir al lugar dónde se encuentra Roniee.
- Tranquila. Que no vamos a ver a ese infeliz, sino a Naron.
- Si, lo sé. Es que, con sólo pensar que por su culpa lastimé a Davor, me hierve la sangre. Y además, te hice daño a ti.
- Tranquila. No vale la pena seguir con eso Ziranna.
- Grrr... Tienes razón. Avisaré en la central para poder irnos. Dame unos minutos- Sentenció la guardiana.Luego de ordenar algunos papeles y registrar su salida, Ziranna y Narel partieron rumbo a la prisión de la ciudad, en el vehículo policial de la meskar. Como el recinto no distaba mucho del cuartel, no demoraron más de 20 minutos en arribar. Tras aparcar el móvil, las meskar ingresaron al enorme edificio cuadrangular que albergaba la prisión. Flanqueado por altas torres de vigilancia y numerosos guardias meskar y humanos, la cárcel de Ciudad del Canto era el lugar donde los infractores de ambas especies, iban a pagar después de ser condenados. Naron, y el resto de los secuestradores que intentaron plagiar a las hembras meskar, se encontraban a la espera del juicio que resolvería su situación.
- Señoritas, no es hora de visitas - Dijo el guardia de la entrada, un fornido ejemplar meskar.
- Lo sé oficial, venimos por una situación especial- respondió Ziranna, mientras excibia su placa y le entregaba el permiso al centinela.
- Hmmm... De acuerdo. Aunque usted sea guardiana, deberá dejar su arma aquí. Son las reglas.
- Descuide. No hay problema.- Tras entregar su armamento y ser registradas, Ziranna y Narel fueron conducidas al interior, por un guardia humano, en busca de la celda donde se encontraba Naron.
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Ciudad del Canto
Ficción GeneralZiranna, la hembra meskariana y Davor, el macho humano, inician una nueva vida juntos en Ciudad del Canto. Pese a la armonía alcanzada entre ambas especies, las turbulencias del pasado vuelven a levantarse, poniendo en peligro la estabilidad de la c...