Ziranna, la hembra meskariana y Davor, el macho humano, inician una nueva vida juntos en Ciudad del Canto. Pese a la armonía alcanzada entre ambas especies, las turbulencias del pasado vuelven a levantarse, poniendo en peligro la estabilidad de la c...
Tras caminar varios minutos sin rumbo entre los árboles del parque, Davor se detuvo a descansar en un banco cerca de un prado. Su cabeza no daba crédito a lo sucedido y su corazón comenzaba a apretarse más y más. Respiraba con dificultad, mientras se cubría el rostro con sus manos. La angustia era demasiado grande para contenerla, y sin previo aviso, desbordó en lágrimas. Un llanto amargo se apoderó de él, inclinando su cuerpo hacia adelante. Ziranna sabía que Davor se encontraba cerca. Podía sentirlo. Corrió rápidamente entre los árboles, hasta que finalmente lo encontró. Le sobrecogió verlo en ese estado. Se acercó al él agachándose para mirarle de frente. El profesor alzó su cabeza y vio que la meskar le observaba con ternura. - No es posible, Ziranna. Cómo ocurrió? No logro explicármelo- balbuceó entre sollozos. - No es tu culpa, mi amor- respondió la hembra, acariciando sus mejillas. - Esto no puede estar pasando, Ziranna, dime que no es cierto- sentenció Davor llorando sin control. La meskar empezó a experimentar la misma angustia de su patner, y poco a poco comenzó a derramar lágrimas también. Abrazó a Davor como nunca antes, envolviéndolo con su cuerpo. Era la primera vez que lo veía con el espíritu quebrantado. En el tiempo que llevaban juntos, habían compartido muchos sentimientos, exceptuando el dolor.
(NOTA: Este es un adelanto de lo que se viene)
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