Como Mando había previsto, en la falda de la montaña había una serie de túneles escavados por los mineros y que les servían a su vez de hogar.
Había antorchas de plasma que les iluminaban el camino y le permitía ver cómo era la forma de vida de aquellos arkanianos a los que Ywein había calificado como salvajes: sus ropas eran gruesas para protegerse del frío, estaban sucios por el trabajo picando piedra y le miraban entre curiosidad y odio.
Un grupo de niños que al principio parecían temerosos de él, perdieron la vergüenza y se dedicaron a perseguirle y tirarle piedrecitas, una de ellas alcanzó la herida de su brazo provocándole intensos escalofríos de dolor que tuvo que tragar. No pudo encontrar ninguna prueba que apoyase las palabras de la princesa en cuanto al menor nivel de inteligencia.
Los terroristas le llevaron hasta una gruta central, con varios fuegos encendidos donde se había formado un gran alboroto. No parecía una base de operaciones sino un campamento.
—Sí, es él –asintió una mujer joven—. ¿Dónde está la Mothma menor?
—No había nadie con él –respondió el hombre que le había secuestrado.
Entonces Mando reconoció a Galya: estaba atada en una esquina de la sala, aparentemente en buenas condiciones. Sus ojos se abrieron al reconocerle y asintió en forma de saludo.
La misma mujer que se había encarado con el hombre se dirigió a Mando.
—Ni se te ocurra hacer otro truquito de jedi –le señaló con el dedo—, anoche casi pierdo la mano por tu culpa.
—Yo no soy jedi –respondió.
Así que se trataba de una de las secuestradoras. Era bastante más joven de lo que había supuesto, tenía los ojos algo rasgados, la piel morena y el cabello oscuro en un moño que se le hacía muy familiar, era de un estilo nada Arkaniano. Estaba cruzada de brazos.
—¿Y cómo explicas el cuchillo volador que me perforó la mano anoche?
—Imanes.
Ella reprimió una sonrisa, le quitó el bláster y volvió con su grupo. Estaban discutiendo sobre algo que el cazarrecompensas no prestó atención al principio, demasiado ocupado en encontrar una manera de soltarse.
Desde la lejanía Galya le señaló con la cabeza la antorcha de plasma que se encontraba a su lado. Si tan solo pudiera quemar las cuerdas...
—¡Debemos de utilizar el dinero para comprar mejores armas y atacar Cagdal mañana mismo! –espetó una mujer corpulenta. Había un aura de autoridad alrededor de ella.
Se estaba formando una trifulca en el centro de la gruta. Aprovecharía lo distraídos que estaban peleándose entre ellos para escapar de allí junto a Galya.
—No, decidimos utilizar el dinero de El Palau para comprar una nave, escapar de Arkania y alertar a la Nueva República –les reprochó la chica morena que le había quitado el bláster a Mando.
Un hombre pelirrojo se carcajeó en forma de burla.
—Siempre has sido una necia, Talas. Desde que los tuyos aterrizaron en la superficie de Arkania no habéis sino clamado las bondades de la antigua república, pero ¿Han hecho algo por nosotros después que cayó el Imperio? –respondió tajante.
—¿Y qué pretendes hacer? –preguntó la mujer.
—Matar a la hija de Kayos y exhibir mañana su cabeza. Entonces el consejo aceptará nuestros términos.
Hubo un murmullo generalizado, la gente discutía las palabras del pelirrojo. Galya por su parte abrió los ojos al escuchar la salvaje sugerencia.
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𝐋𝐨𝐬 𝐟𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐥𝐝𝐞𝐫𝐚𝐚𝐧 | Din Djarin x OC
Fanfic«No soy un héroe sino un cazarrecompensas. Mi única intención es dejar este planeta con más créditos en mis bolsillos de los que tenía cuando llegué. Si no me crees, puedes acompañarme...» Otra galaxia, otra época. En su búsqueda por los legendario...