Capítulo uno.

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Una línea estelar rasga el negro sofocante del vacío y segundos después, la nave abandona el hiperespacio: una cañonera pre imperial. Es grande, pero tiene poco espacio habitable, perfecta para uno... o para uno y medio.

Aquella antigua nave era de la clase preferida para los indeseables del borde exterior, los corredores de apuestas, los piratas, los cazarrecompensas o para aquellos que tenían un precio por su cabeza. Durante años había sido la nave perfecta para aquel al que llamaban "Mando" pero ahora mismo le estaba dando problemas.

Desde hacía relativamente poco estaba a cargo de un niño verde que comenzaba a dar muestras de lo especial que era y muchas veces trasteaba con la nave, rompiéndola en ocasiones. Llevaba sin agua corriente desde hacía tres semanas porque al pequeño le estaban saliendo los dientes y en un descuido del cazarrecompensas se puso a morder los cables.

Pero lo de ahora era diferente.

Así que pudo haber sido el huérfano en alguna travesura o quizás aquel encontronazo con el corredor de apuestas de Yashyk, pero lo cierto era que la Razor Crest se estaba quedando sin oxígeno.

—¿Has sido tú? —preguntó el Mandaloriano al niño que estaba sentado a su vera.

No esperaba que le respondiera. Los contundentes pitidos de la consola le indicaban que había una fuga en el Generador de Oxigeno y que ambos tripulantes morirían ahogados sin no encontraban una solución pronto. Mando se maldijo por haber vendido meses antes su traje espacial. ¿Qué podía hacer? Tenía menos tiempo que opciones.

Unas letras en la interfaz se iluminaron por encima de las de peligro.

—Arkania –anunció en voz alta. Estaba a solo un sistema de allí, quizás le diese tiempo a llegar –Ponte el cinturón, peque.

* * *

Sentía las gotas de sudor deslizándose detrás de su casco. Había llamado mucho la atención atravesando la vía espacial y quizás había llamado la atención de los carroñeros piratas del Crimson Dawn. Cuando traspasaron el sistema Perave y se detuvieron en la órbita arkaniana, Mando comenzaba a sentir los primeros síntomas de la falta de oxígeno. Para que los pequeños pulmones del huérfano no sufrieran, lo había colocado en su cesta flotante blindada.

El ordenador de la Razor Crest detectó una enorme plataforma flotante sobre el planeta y supuso que sería el puerto espacial, así que se dispuso a poner la nave en piloto automático.

Una transmisión proveniente de la Estación Espacial que orbitaba el planeta retrasó sus planes.

Según la base de datos de la Razor, Arkania no pertenecía a la Nueva República ni tampoco sufría bajo el yugo de los restos del Imperio así que en teoría no tenía que preocuparse de que lo buscasen allí.

La transmisión entrante llagaba en idioma común.

—Aquí la Estación Espacial de Arkania, contactando con la nave C-7980. ¿Nos recibe?

—Al habla C-7980. ¿Es que hay algún problema?

Las voces de los arkanianos se oían lejanas por las interferencias espaciales.

—Negativo C-7980 —respondió—. Pero en nuestros sensores no aparece que sea usted una nave de carga. ¿A qué se debe el motivo de su visita?

—Mi nave sufre una avería, necesito repararla de inmediato o moriré aquí dentro.

La contundencia de sus palabras les hacía muy difícil a los arkanianos darle una negativa.

—De acuerdo C-7980, anotaremos que viene por ocio. Una nave la escoltará hasta la capital. Gracias por elegir Arkania como destino.

𝐋𝐨𝐬 𝐟𝐚𝐧𝐭𝐚𝐬𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐥𝐝𝐞𝐫𝐚𝐚𝐧 | Din Djarin x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora