SIMUALCIÓN 17

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Perspectiva de Isabella.

No, no, no... El hombre había empezado a apuntar hacia mi dirección. Me iba a matar. ¡IBA A MORIR! Este ni siquiera era un lindo outfit para morir. Petrificada en mi lugar vi que Antonio se puso delante de mí como si fuera un héroe de alguna película de acción. Que lindo Antonio. ¿En serio se atrevía a recibir un disparo por mí? Podía ver su pelo rizado frente a mí y su aroma floral inundaba mis fosas nasales. El hombre apretó el gatillo y decenas de balas salieron volando hacia nosotros. Vamos a morir, vamos a morir. Les dije a mis padres que volvería en tres días, ahora si se van a molestar. ¿Quién cuidará de mis perritos? No. No puedo morir aquí. Como por arte de magia, teníamos una burbuja que nos rodeaba, y veía cómo cada una de las balas chocaba con ella. Nunca había visto algo así en mi vida, y sentía que la energía en el aire emanaba de mí. El hombre empezó acercarse a nosotros, con ese extraño símbolo tatuado en su cuello. En ese momento apreté mi brazalete con fuerza, sabiendo exactamente lo que querían estas personas. Repentinamente su atención empezó a centrarse en David y comenzó a dispararle sin piedad, pero cada bala se detenía frente a él como si el tiempo se hubiera detenido. ¿Cómo era posible que alguien pudiera hacer eso? David miró asombrado las balas flotando en el aire mientras una energía color turquesa estaba entre ellas. Mientras tanto, observaba como Antonio se acercaba sigilosamente hasta el hombre y los derribaba de un golpe. Como era de esperarse, las personas que habían estado inmóviles como estatuas comenzaron a caminar hacia nosotros, moviéndose en perfecta sincronía y pareciendo un ejército súper entrenado. Cada paso que daban hacía temblar la tierra. Ay Dios mio. Ahora si es verdad que no tenemos escapatoria. Son demasiados contra nosotros. "No entres en pánico Isabella, quizá solo quieren hablar", me obligué a pensar. Sí hablar, con armas en sus manos...

-Creo que tenemos un problema -escuché la voz grave de Antonio, que me hizo mirarlo con desesperanza. Obvio que tenemos un problema. Un problemón.

-Yo me encargo -escuché a David decir, mientras recogía en una coleta el pelo negro que caía en cascada sobre sus hombros

Su voz era diferente, sonaba decidido y valiente, como si iba a hacer algo que había hecho cientos de veces. Observé cómo las personas armadas y listas para el combate se acercaban hacia nosotros, pero David parecía imperturbable. De repente, sus manos se elevaron al aire y, como por arte de magia, los objetos cercanos comenzaron a moverse con una fuerza invisible. La energía turquesa que emanaba de sus manos tomaba muchas formas diferentes, desde ráfagas de energía hasta barreras defensivas. Las armas que llevaban los individuos comenzaron a flotar en el aire, y luego, con un rápido movimiento de las manos de David, se lanzaron hacia ellos como si fueran proyectiles letales. Las personas intentaron esquivarlos, pero muchos de ellos no tuvieron éxito. David continuó su ataque, utilizando sus habilidades mágicas para controlar cada objeto que podía encontrar a su alrededor. Los escombros, las piedras y cualquier otro objeto inanimado que estuviera cerca de él se convertían en armas. Antonio, Marie y yo, nos mantuvimos en nuestro lugar, mirando con asombro cómo David se movía con elegancia y fluidez, como si conociera cada rincón del lugar. ¿Desde cuando me parecía tan atractivo? Estoy segura de que lo veo como un amigo, pero no se puede negar lo innegable. ¡David está bueno! "Dios mío, tengo que calmarme", volví a la realidad y empecé a preocuparme por su seguridad. Finalmente, después de varios minutos de enfrentamiento, las personas comenzaron a retirarse, sabiendo que no podían vencer contra David y sus poderes mágicos. Me encanta decirlo. "Poderes mágicos". Respiré aliviada al ver que estábamos a salvo, pero al mismo tiempo la expresión de asombro no se había borrado de mi rostro por lo que acababa de presenciar. Nunca había visto a alguien luchar de esa manera, y mucho menos con esas habilidades. David era verdaderamente asombroso. Todos nos acercamos a él para felicitarlo, quien sonreía con orgullo por habernos salvado de aquella situación.

-¿Cómo has hecho eso? -preguntó Marie con asombro.

David se rascó la nuca con una sonrisa.

-Bueno, no tengo la menor idea, pero leer tantos cómics al fin sirvió de algo. Es increíble lo poderoso que me siento -dijo mirando sus manos con fascinación-. Puedo mover objetos con mi mente y, creo que si los domino bien, incluso podría controlar a las personas -añadió.

Antonio frunció el ceño.

-¿Controlar a las personas? Eso suena peligroso.

-Lo sé -David asintió.

Con gran determinación, nos adentramos en el monumento Faro a Anacaona. Con sus paredes altas y el techo abovedado, parecía que nos sumergíamos en un laberinto. Buscamos la habitación con la puerta portal, pero no tuvimos éxito encontrándola. La desesperanza comenzaba a apoderarse de nosotros. De repente, escuché un sonido inusual que me llamó la atención: "cu chi chi". Crucé la mirada con los demás, para asegurarme de que también lo habían escuchado, recordando que se trataba del mismo susurro que había escuchado en la mina. Sin pensarlo dos veces, empezamos a caminar hacia el lugar de donde provenía el susurro, que nos dirigió hasta un sótano. Al entrar, nos encontramos en una habitación antigua, llena de polvo. Había dos puertas de madera tallada, cada una con una inscripción diferente. Una de ellas decía "Barahills" y la otra "El páramo". Con ansias y prisa, abrimos la puerta que decía "Barahills", como nos había indicado el chico desconocido. Sí así podía llamarlo. No era tan desconocido después de todo. ¿Será que nos había estado vigilando en la fiesta? Me pregunto si Antonio lo habrá reconocido. ¿Y si es uno de los malos? "No, no. Eso no tendría sentido después de habernos salvado". Nos encontramos con una escena impresionante. La puerta nos llevó directamente a la habitación en la catedral de la que habíamos salido corriendo. Al atravesarla fue inevitable no observarla con curiosidad. ¿Qué clase de tecnología puede hacer eso? ¿Será que es posible con poderes mágicos? Ay no puedo dejar de decirlo. Poderes mágicos, poderes mágicos, poderes mágicos. Salimos corriendo para adentrarnos en la parte principal del lugar. Mis ojos se abrieron de par en par al ver a Joseph, pero algo no estaba bien. Recordaba su cuerpo tirado en el suelo, y cómo habíamos llorado su muerte. ¿Cómo era posible que estuviera ahí?, esperándonos con los brazos abiertos como si nada hubiera pasado. ¿Era posible que estuviera vivo después de todo? Me acerqué a él con cautela, sin estar segura de si era real o solo una ilusión. Pero cuando Joseph me abrazó, sentí su cálido cuerpo y su latido del corazón, supe que era verdad.

-¡Chicos, tienen que ver lo que está pasando afuera! -dijo Rafael. O al menos ese era el nombre que me había dicho. ¿Era su nombre real? Entró a la catedral con urgencia, así que decidí dejar de cuestionarme su identidad. Antes de que pudiera decir algo más, Antonio se interpuso en su camino con una expresión firme y determinada en su rostro. --No iremos a ninguna parte hasta que nos digas quién eres -declaró sin titubear. Me parecía tan atractivo cuando hablaba de esa manera. Él asintió, recordando su descuido, y de repente sus ojos comenzaron a cambiar. De un verde profundo, se transformaron en un tono turquesa brillante, mientras su cabello rubio se desvanecía para convertirse en un blanco plateado. Su cuerpo comenzó a estirarse y ensancharse, adoptando nuevas formas a medida que sus extremidades crecían en longitud. La transformación fue fluida y sin pausas, como si fuera algo natural para él. En cuestión de segundos, el chico desconocido se había convertido en Ezekiel, el anciano encargado del museo. Incluso su ropa se había adaptado a su nueva forma. Todos quedamos boquiabiertos ante su metamorfosis. "¡Increíble!", exclamaron David y Antonio al unísono, acercándose a él con asombro y fascinación.

LARIMAR: Un misterio bajo tierra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora