Después de que Ezekiel fuera encadenado en la cueva, la oscuridad se convirtió en su única compañía. Los muros de roca y tierra que lo rodeaban parecían cerrarse cada vez más y más sobre él. En un principio, Ezekiel intentó buscar una manera de escapar, pero se encontró con una serie de trampas y obstáculos que lo mantuvieron atrapado en la cueva. A medida que pasaba el tiempo, la desesperación se apoderó de él y comenzó a perder la esperanza de escapar con vida. Sin embargo, un día, mientras luchaba por dar su último suspiro, escuchó un pequeño susurro que resonó en sus oídos: "cu chi chi". No sabía de dónde venía, pero era lo suficientemente fuerte como para llamar su atención. Mientras trataba de entender lo que había escuchado, una pizca de luz turquesa similar a una luciérnaga entró en su boca. En ese momento, Ezekiel sintió una extraña energía corriendo por su cuerpo y supo que algo había cambiado. No entendía qué era lo que había sucedido, pero sabía que algo dentro de él había despertado.
Después de ese momento, Ezekiel comenzó a notar cambios en su cuerpo y habilidades. Descubrió que podía cambiar de apariencia y transformarse en cualquier persona que quisiera. Era como si la luz turquesa que había entrado en su cuerpo le hubiera otorgado este don. Al principio, no sabía cómo controlar sus nuevas habilidades y se transformaba en diferentes personas y animales sin darse cuenta. Pero con el tiempo, aprendió a controlar su poder y a usarlo para su beneficio. Descubrió que podía cambiar no solo su apariencia física, sino también su voz y su forma de caminar.
Ezekiel sabía que tenía que salir de la cueva y enfrentar al sacerdote que lo había encarcelado. Con sus nuevas habilidades, estaba seguro de que podía engañarlo. Pasó días planeando su escape y practicando sus transformaciones hasta que finalmente se sintió seguro de sí mismo. Una noche, cuando todo estaba en silencio, Ezequiel comenzó a transformarse en el sacerdote. Se enfocó en su voz, su forma de caminar y cada uno de sus gestos hasta que finalmente se sintió como si fuera el sacerdote. Abrió la cerradura de su celda y salió de la cueva, pasando por los guardias como si nada hubiera pasado.
Cuando finalmente llegó a la superficie, se alejó de la cueva y se transformó en una persona común y corriente. Sabía que debía mantener su habilidad en secreto para que nadie sospechara de él. A partir de ese momento, Ezequiel comenzó a trabajar en la sombra para frustrar los planes de la sociedad que había creado el sacerdote. Comenzó a infiltrarse en sus reuniones y a recopilar información sobre sus planes. Con su habilidad para transformarse en cualquier persona, podía pasar desapercibido y obtener información valiosa.
Joseph recordaba claramente el día en que los hombres misteriosos llegaron a su casa y mataron a sus padres frente a sus ojos. Tenía apenas diez años en ese entonces y fue sacado a la fuerza de su hogar, llevado a un lugar desconocido y aterrador. A partir de ese momento, su vida dio un giro drástico. Fue entrenado como militar, su entrenamiento comenzó desde temprana edad, siendo sometido a rigurosos ejercicios físicos y mentales. El objetivo de su entrenamiento era pertenecer a una sociedad secreta que tenía el poder de controlar todo lo que sucedía en la ciudad.
Durante su adolescencia, Joseph fue sometido a misiones peligrosas y tareas arriesgadas. Fue entrenado en artes marciales, técnicas de infiltración, espionaje y asesinato. Todo esto en nombre de la sociedad secreta que lo había adoptado como suyo. A pesar de que Joseph había sido entrenado para ser leal a la sociedad, su conciencia comenzó a pesarle cuando descubrió que planeaban destruir el mundo entero. En ese momento, Joseph tuvo que tomar una decisión difícil. Decidió continuar trabajando para la sociedad secreta, pero de manera encubierta para intentar frustrar sus planes desde adentro.
Fue una tarea difícil y peligrosa. Pero él estaba dispuesto a hacer todo lo que fuera necesario para evitar la destrucción de la ciudad que lo había visto crecer. Trabajó en secreto, recolectando información y planeando su estrategia. Tuvo que ser cuidadoso, ya que cualquier error podría haber resultado en su muerte.
Pero a pesar de los riesgos, Joseph estaba decidido a detener a la sociedad secreta.
Ezekiel estaba en su casa revisando algunos documentos que había recopilado sobre los grupos secretos de la ciudad. Estaba obsesionado con descubrir sus secretos y sabía que la información que había recopilado lo llevaría más cerca de su objetivo. De repente, escuchó un ruido en su puerta. Cuando se acercó, encontró a un extraño que se presentó como Joseph. Ezekiel no podía creer que alguien de aquella sociedad estuviera en su puerta. Él había estudiado a todos los miembros y conocía a la mayoría de ellos.
-Buenas noches. ¿En qué puedo ayudarle? -preguntó indiferente.
-Estoy aquí para advertirte -respondió Joseph con seriedad-. La información que tienes en tus manos puede ponerte en peligro.
-Disculpa, creo que te has equivocado de persona -respondió, antes de cerrar la puerta de madera.
-Ezekiel -detuvo la puerta-, sé todo sobre ti. Quizá los demás miembros no se dieron cuenta que has estado husmeando entre nosotros, pero no soy idiota.
-¿Cómo puedo confiar en ti? Eres parte de esa sociedad -inquirió Ezequiel con desconfianza.
-Sé que no lo parece, pero también estoy trabajando para proteger la ciudad -respondió Joseph con firmeza-. Descubrí planes oscuros dentro de la organización y estoy trabajando de forma encubierta. Podemos trabajar juntos en esto.
Ezekiel estaba indeciso, pero finalmente decidió confiar en Joseph. Juntos, revisaron la información que Ezekiel había recopilado y se dieron cuenta de que compartían los mismos objetivos. Decidieron unirse para proteger la ciudad de los planes malvados de la sociedad secreta.
-Parece que tienes razón -dijo Ezekiel con una sonrisa-. Podemos trabajar juntos en esto. ¿Qué tenemos que hacer?
-Primero, tenemos que investigar más a fondo los planes de la organización -respondió Joseph con determinación.
A partir de ese momento, Joseph y Ezekiel trabajaron juntos en muchas misiones para proteger la ciudad y el mundo. A medida que pasaba el tiempo, se dieron cuenta de que tenían mucho en común. Comenzaron a confiar el uno en el otro y su enemistad se convirtió en una amistad sólida.
-Eres un gran compañero de trabajo, Ezekiel -dijo Joseph con una sonrisa-. Y también un buen amigo.
-Tú también -respondió con una sonrisa-. Nunca hubiera pensado que un miembro de la sociedad se convertiría en mi amigo, pero aquí estamos.
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LARIMAR: Un misterio bajo tierra ©
FantasyEn la tranquila ciudad de Barahills, los jóvenes Antonio, Marie, Isabella y David se embarcan en un proyecto universitario que cambiará sus vidas para siempre. Su investigación sobre la piedra Larimar les lleva a descubrir un mundo subterráneo que d...