LARIMAR: Un misterio bajo tierra ©

SIMULACIÓN 12

Al atravesar la puerta, sus ojos se encendieron como bombillas mientras observaban con asombro lo que había frente a ellos. Antiguas ruinas de piedra se extendían por kilómetros a la redonda, cubiertas de enredaderas y musgo que les daba un aspecto misterioso y antiguo. La ciudad parecía haber sido construida hace siglos, y el tiempo y la naturaleza habían reclamado su terreno, dejando solo restos de lo que alguna vez fue un lugar próspero. La vegetación se había adueñado de los caminos y las edificaciones, y los árboles habían crecido sobre las estructuras antiguas, haciéndolas parecer una sola con la naturaleza. Los jóvenes avanzaron con cautela, admirando las antiguas edificaciones y monumentos que todavía se mantenían en pie a pesar de los años de abandono.

-¡Guau! -exclamó Isabella, sorprendida por la belleza del lugar.

-¡Increíble! -dijo Marie, mientras observaba asombrada la fauna que habitaba el lugar.

Continuaron avanzando lentamente, con pasos cuidadosos, asombrados por el espectáculo de la naturaleza que se desarrollaba ante ellos. Pero también sentían un poco de miedo, pues estaban en lo desconocido.

-¿Creen que sea seguro? -preguntó David, tratando de romper el silencio.

-Hay que ser cuidadosos -respondió Joseph, con precaución-. Todo esto es nuevo para nosotros. No sabemos nada sobre este lugar.

Mientras los jóvenes seguían caminando, un sonido fuerte y ronco les hizo detenerse en seco. Se escuchó de nuevo y se acercaba cada vez más. De repente, un animal gigantesco salió corriendo de entre la vegetación y se abalanzó sobre ellos. Tenía el pelaje manchado y musculoso, y con unas garras fuertes y grandes. Los jóvenes intentaron correr en dirección opuesta, pero el animal era demasiado rápido y los alcanzó en un abrir y cerrar de ojos. El grupo intentó defenderse con piedras y ramas, pero la bestia era demasiado fuerte y ágil. Ellos intentaban esquivar al animal, pero este parecía estar siempre un paso adelante de ellos. Los túneles que cavaba en la tierra eran lo suficientemente grandes como para permitirle moverse con facilidad y atacar desde diferentes ángulos. Joseph intentó lanzarle una piedra, pero el animal la esquivó con un salto elegante y continuó persiguiéndolos. Finalmente, Isabella avistó una pequeña casa en ruinas, que parecía tener una entrada lo suficientemente grande como para permitirles entrar. Los jóvenes corrieron hacia allí, con la bestia pisándoles los talones. Lograron entrar en el lugar justo a tiempo, y cerraron la entrada detrás de ellos. Todos respiraron aliviados celebrando haber escapado del peligro. A partir de ese momento, se dieron cuenta de que la ciudad antigua no solo era un lugar misterioso, sino que también escondía peligros inesperados en su interior.

Antonio y los demás, cautelosos, esperaron pacientemente a que el animal se alejara lo suficiente del perímetro. Mientras tanto, examinaban el lugar con curiosidad. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido en aquella casa. A su alrededor, se encontraban esparcidos varios artefactos antiguos que indicaban que alguna vez alguien había vivido allí. Había una vieja cómoda de madera tallada, una mesa de comedor con sillas a juego, un reloj de pared que parecía detenido hace décadas y una fotografía antigua colgada en la pared, en la que se veía una familia feliz posando frente a lo que parecía ser la entrada de la casa. Pero lo que más llamó la atención de los jóvenes fue el estado de abandono en el que se encontraba el lugar. Había polvo acumulado en cada rincón y los muebles parecían haber sido dejados a su suerte, sin preocupación alguna por su conservación. No había rastro de vida reciente, ni de la familia que alguna vez había habitado ese hogar. Todo parecía indicar que lo habían abandonado sin dar ninguna explicación.

-Terramar... -vocalizó David, sosteniendo un pequeño libro en sus manos. Todos dirigieron su atención hacia él, observando con curiosidad lo que sostenía.