34 Pérdida

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Capítulo 34
[Editado]

Alaia. 

Al abrir los ojos lo primero que veo son las paredes blancuzcas –supongo que estoy en el hospital– Intento levantarme, pero, todo mi cuerpo duele. En la mano izquierda tengo una vía donde me están pasando solución.

Espero que el bebé se encuentre bien, no quiero perderlo.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que llega el doctor que me atendió la otra vez... Berlusconi creo que era su apellido.

–¿Cómo te encuentras Alaia?

–Yo... me duele un poco el cuerpo.

–Es normal ya que... –la puerta es abierta interrumpiendo al doctor.

–¡Gracias al cielo despertaste!

Es Adler, sus ojos azules lucen preocupados. Lleva en la comisura del labio un golpe , se ve reciente. 

–¿Cuántos... cuántos días llevo aquí? –pregunto desconcertada.

–Tres días exactamente, no habías despertado. –responde el ojizarco.

–Lo que sucedió fue grave –dice el doctor

¿Qué sucedió? ¿Acaso se dieron cuenta que maté a Cristina?

¡Oh no! ¡Iré a la cárcel por asesina!

Deja de decir bobadas, Adler jamás permitiría que fueras a la cárcel.

Respiro profundamente para que no se den cuenta que mi ritmo cardíaco aumentó.

–Alaia, lamento decirte que perdiste al bebé.

–¿Cómo? –las lágrimas ruedan por mis mejillas.

¿Cómo que perdí al bebé? Ahora me estoy odiando yo misma, no debí exponerme así, sin embargo, lo hice. Hoy no solo me llevé la vida de una persona sino la de dos.

Mi hijo.

Un ser que apenas se iba formando y yo, yo le quité  el privilegio de seguir creciendo y de nacer. 

¿Ahora qué haré? Soy un asco de persona, lo único que quiero ahora es morirme.

–Te hicimos un curetaje ya que era necesario hacerlo, y así dejar tu útero limpio... lo lamento.

En estos momentos no quiero escuchar a nadie, solo quiero estar sola.

Continúa el doctor –Tendrás que quedarte unas horas más para ver como avanzas . Me tengo que ir, con permiso.

El doctor sale de la habitación, el lugar se inmunda de un silencio incómodo. No tengo nada que decirle a Adler, él entiende eso a la perfección. Lloro en silencio. Es obvio que me duele, era mi primer hijo.

Al cabo de uno minutos el ojizarco habla.

–¿Un bebé? ¿Por qué no me lo dijiste? Si yo hubiese sabido ¿crees que te hubiese dejado hacer lo que hiciste?

–Adler no estoy para tus reclamos. –me limpio las lágrimas con las yemas de mis dedos.

–Yo te estoy reclamando, Alaia. Sino que... que ahora me siento como una mierda.

–No deberías, yo te pedí el favor, tú no tienes culpa, no sabías nada. No voy a dejar que lo que sucedió me afecte más de lo que ya me afecta. Por cierto, ¿Qué te sucedió en la boca?

Tengo que ser fuerte, esto es difícil, pero, no puedo tirarme a morir. Siempre he pensado que las cosas suceden por algo, y si esto  sucedió, fue por algún motivo.

Triángulo Amoroso ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora