Alaia.
–Ah. –gemí.
Los dolores cada vez se hacen más fuerte. Tengo una fuerte presión en el vientre y siento como si tuviera una piscina ahí abajo.
Intento levantar de la cama para ir en busca de ayuda. Creo que Alek y Stefanno no están en la casa. Ellos me dijeron que descansara un poco ya que me dolía mucho la espalda.
Bajo las escaleras con cuidado para no caerme, cundo me faltan dos escalones me da otro fuerte dolor que me hace doblarme un poco hacia adelante. El líquido comienza a rodar por mis piernas. Respiro profundo para calmar un poco el dolor.
Ya no puedo avanzar por mi propia cuanta así que decido gritar.
–ALEEEEK... STEFANNOOO.
Ellos vienen inmediatamente –creo que estaban en la oficina–, al ver mi estado me miran con preocupación.
–¿Qué sucede nena?
–Creo que ya vienen los bebés.
–¿Rompiste fuente? –asiento.
Los muy imbéciles se quedan mirándome fijamente sin hacer nada. Creo que no se esperaban esto, todavía falta una semana para que nacieran, pero, a los bebés les dio por salir antes.
–¿Se van a quedar ahí parados sin hacer nada? –exclamo.
–Maldición. –Alek sale de su trance. El da una palmada en el hombro a Stefanno para que reaccione.
Alek me agarra la mano y Stefanno va a buscar el bolso con las cosas del bebé y mías. Me lleva hasta el auto y me ayuda a montarme en la parte de atrás. Esperamos a Stefanno a que llegue para ponernos en marcha.
Las contracciones vuelven a darme muy fuerte. Suspiro tratando de calmarme. –Maldición. –me quejo. –Ya no puedo resistir más.
Stefanno se pasa para la parte de atrás y se sienta junto a mí. Toma mi mano y con su dedo pulgar acaricia mis nudillos, eso me relaja un poco.
Las manos y la frente me están sudando como nunca antes me habían sudado. Stefanno respira al mismo tiempo que yo. Los dolores disminuyen solo un poco.
–Llegamos. –nos avisa Alek.
El hombre que estaba sentado conmigo me ayuda a bajarme, mientras que el otro agarra los bolsos. Entramos a la clínica e inmediatamente vamos a la recepción, ahí está sentada una chica como de mi edad más o menos; nos mira con mala cara.
–Necesito una silla de rueda para ella. –dice Alek.
–¿Están afiliados? –pregunta.
–¡No! –responde tajante Alek.
–Entonces no puede ser atendida, tienen que afiliarla para que la atiendan, y los fines de semana no se hacen afiliación.-se encoje de hombros.
–Aaah. –me quejo. Aprieto fuerte la mano de Stefanno, los dolores vuelven y mucho más fuerte.
–Todo estará bien. –me anima Stefanno.
–Si es por el maldito dinero no te preocupes, lo tenemos de sobra. –la mujer le pone los ojos en blanco. –Llama a un doctor o te doy un balazo en la cabeza. –coloca su pistola en su escritorio. Ella lo mira horrorizada, sus manos comienzan a temblar. Se levanta de su asiento y se va en busca de un doctor.
No pasan ni cinco minutos cuando regresa con una doctora como de unos 50 años y una silla de ruedas. La doctora me ayuda a sentarme en la silla de ruedas y me lleva a la sala de partos.
–Yo soy la Doctora Hanse un gusto. –sus arrugas en la cara son muy visibles.
–Alaia O'Brian. –lo anota en su libreta.
–¿Cuántos semanas de embarazo tiene? ¿Sabe el sexo del bebé?
–Treinta y nueve semanas, y no sé el sexo, solo sé que son dos.
–Levántese el vestido y acuéstese para hacerle tacto. –se coloca un guante y mete su mano en mi vagina para ver cuanta dilatación tengo, el contacto es muy incómodo la verdad.
–Tiene 9.5 de dilatación. ¿Quiere que llame a su esposo y a su hermano para que estén en el parto?
¿Mi hermano? Acoso pensó que uno es mi hermano.
–Los dos son mis esposo y si quiero que estén en el parto. –la doctora me mira con confusión, quiere decirme algo, pero al final termina negando con la cabeza.
Los dos son sus papás, dijimos que no haríamos prueba de ADN. Ellos van a ser criados teniendo dos papás y listo.
–Colóquese esta bata –me entrega una bata quirúrgica. –ya regreso. –asiento.
Me quito el vestido y la ropa interior, me deslizo la bata por mi cuerpo. Dejo en un lado lo que acabo de quitarme, después me acuesto en la cama de parto. La doctora Hanse llega con mis esposos y dos enfermeras.
–¿Lista? –asiento. –Bueno papás, colóquense a casa lado de ella y suejeten su mano.
La doctora eleva mis pies dejando mi intimidad expuesta para que ella haga su trabajo. –Alaia, a la cuenta de tres vas a pujar. –asiento. –Uno... dos... tres... puja.
Pujo con todas mis fuerzas. Siento que estoy quedándome sin aliento, el corazón me late a mil, aprieto con mucha fuerza las manos de Stefanno y Alek. Respiro lentamente, inhalando y exhalando el aire. Me preparo mentalmente para volver a pujar.
–Puja otra vez. –me ordena la doctora.
Vuelvo a pujar... tanto que siento como si las veces de mi cuello se fueran a explotar.
–Ya salió su cabeza, otro intento. –pujo un poco más, pero, esta vez con menos fuerza. Siento alivio cuando escucho el llanto del bebé. Sonrío y miro a Alek y luego Stefanno ambos están sonriendo.
–Falta el otro. Puja.
Vuelvo a pujar hasta que salen mis lágrimas y quedo sin aliento. Hice tanta fuerza que solo bastó pujar una vez para que el otro bebé saliera.
–Ambos son niños. –nos dice la enfermera.
Sonrío tratando de recuperar mi aliento. Alek y Stefanno depositan un beso en mi frente toda sudada.
–Buon lavoro amore. (Buen trabajo amor) –me da un beso casto beso en la boca.
–Ты такой сильный и храбрый. (Eres tan fuerte y valiente) –deposita un beso en la comisura de mis labios.
Me encantan que hablen en italiano y ruso. Me encanta su forma de ser. Me encantan sus besos. Simplemente me encanta todo de ellos.
La doctora Hanse me limpia toda la sangre que tengo en la vagina y saca resto de la placenta. Las dos enfermeras traen a los niños y le entrega uno a Stefanno y el otro a Alek. Ellos los miran con tanto amor y ternura, el corazón me salta de alegría al tener a los cuatro aquí conmigo.
Ellos me enseñan a los niños. Tienen los ojos abiertos mirándome, sus cachetes están rosaditos, sus cabellos negros como el mío. El que tiene Alek en sus manos tiene los ojos miel como Stefanno, y el que sostiene Stefanno tiene los ojos grises como Alek.
Son perfectos.
–¿Cómo se van a llamar? –pregunta la doctora. Días antes habíamos conversado acerca de los nombres. Si eran niñas las elegiría yo y si eran niños lo elegirían ellos.
–Massimo y Aleksai Nóvikov-Salvatore O'Brian.
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Triángulo Amoroso ✓
RomanceEllos me aman... yo los amo. Ellos me protegen... yo los protejo. Ellos darían todo por mi... yo daría todo por ellos. Ésta obra es totalmente mía por favor no la copies ni la adaptes. NO AL PLAGIO. Usa tú propia imaginación. Ig: Stefannymendoza_