Capítulo dos. ***
Rápidamente muevo mi cabeza saliendo del hipnotizo de sus ojos. Debo admitir que Azrael me atrae un poco, pero yo para nada soy la chica que se va a dejar intimidar y mucho menos se va a enamorar del chico malo ¿o sí?
Miro al suelo en busca de mi teléfono, hay dos dispositivos tirados y son del mismo tamaño. Me confío de mi suerte y me agacho para tomar el que está más cerca de mí, me dispongo a seguir mi camino. Cuando estoy a punto de dar un paso, Azrael me toma del brazo obligándome a mirarlo y una pequeña electricidad viaja por mi cuerpo a través de su tacto, por reflejo y un poco de angustia me suelto de su agarre terminando por disgustarlo aún más.
— ¿No te vas a disculpar? — el tono arrogante que utiliza me hace mirarlo con rabia.
— No. — digo seria y mirándolo a los ojos con frialdad.
Está idiota si cree que me voy a dejar intimidar esta vez.
— ¿No? — ríe en un ronquido egocéntrico y luego vuelve a mirarme enarcando una ceja— ¿Segura? Tiraste mi teléfono.
Trago grueso por la poca valentía que me queda.
— ¿Quién se para en medio de un camino tan pequeño? — me excuso algo nerviosa — Tú también tiraste el mío, deberías ser tú el que se disculpe.
— Yo no me disculpo. — escupe indiferente sin dejar de mirarme a los ojos.
Puedo ver sus pupilas dilatarse.
— Qué pena — me burlo — Yo tampoco me pienso disculpar contigo.
Intento pasarle de lado, pero mis planes se van al tacho cuando rápidamente me toma del brazo y me estampa contra la pared, esa estúpida electricidad vuelve aparecer.
— Nos conocemos. — dice acercando su rostro al mío.
— N-no sé de qué hablas.
— Entonces ¿Por qué tiemblas? — su boca se arquea en una media sonrisa arrogante y yo empiezo a entrar en pánico — eres ella ¿verdad? La chica que me hizo tirarle el café encima.
Su sonrisa no desaparece y parece estar disfrutando verme sin ninguna jugada.
— Que extraño — frunce el entrecejo — ¿traías lentes de contacto esa vez?
Lo trato de mover empujándolo (inútilmente) pero aun así logro que su rostro se aleje un poco del mío- Y-yo no te conozco.
Eso sonó más como un balbuceo. Su concentración se apartó de mí y yo aproveché esto para salir corriendo de su enfrente.
Grave error, sin querer ya conocía uno de los mandamientos de Azrael y me había metido yo solita a la boca del lobo al tratar de retarlo. (Idiota)
Y que... ¿No lo conozco?
Oh, claro que lo conozco, y el también.
Fue el primer día que estuve en esta escuela, caminaba torpemente por los pasillos y tenía esa estúpida costumbre de caminar leyendo, gracias a eso me tropecé con él por accidente, fue como estamparme contra un tronco en movimiento y uno muy sólido. Caí al suelo y a él se le cayó el café sobre mí, lo primero que escuché fueron risas y más risas. Cuando levanté la cabeza me topé con esos ojos grises hipnotizantes que tiene, su expresión se tornó seria y me quedó mirando sin decir o hacer algo, las demás personas se seguían burlando así que volví a bajar mi mirada y salí corriendo hacia el baño. Algo bueno salió de eso, ese día, en el baño, conocí a Abby.
***
Me despedí de mi mamá con mi pijama puesta y con Thiago en la sala viendo televisión, era la primera vez que le mentía, estaba muy nerviosa, las manos me sudaban y me temblaban un poco las piernas.
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Todo Comenzó Con Tu Mirada
Romance¿Alguna vez se han enamorado? Y no, no me refiero al "estoy enamorada del chico más perfecto de la preparatoria" como lo creía yo, me refiero a ese amor que no solo se mete en tú cabeza, sino también en tú corazón, a ese desgraciado amor que aparece...