5. Me volverás loca, ángel caído.

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capítulo cinco. ***

No pude soportar la risa por lo ridículo que se escuchaba que yo fuera a verlo.

—  Estás demente si crees que iré a tu casa.  

Él enarca una ceja.

— ¿Acaso quieres que nos vean juntos en público? La que la pasará mal eres tu, preciosa. — ironizó y yo volqué los ojos. 

Como siempre, tenía razón. 

No pintaba nada que me vieran con el idiota más popular de la preparatoria. Me comerían viva pensando que tengo algo con él y soy pésima para defenderme.

— Jamás me presentaría contigo en público.

Él está disfrutando descaradamente de mi estado. Tal parece que le divierte verme enojada.

— Ya lo veremos. — sonrió — Nos vemos luego, dalia azul. 

Vuelve a dejar ver otra de sus sonrisas irónicamente perfectas y desaparece por el callejón. 

***

— Estoy jodida, Abby — digo acostándome en la cama.

Sinceramente lo estoy. El chico del que me he estado escondiendo todo este tiempo, me encontró. 

Ni siquiera eso me sale bien. 

Abigaíl parece estar fuera de órbita. Nuevamente, no sé si está ebria o con la mente en otro lado. 

— ¡Abigaíl! ¿Me estás escuchando?

Ella parpadea varias veces saliendo de lo que sea que la tiene así.

— Pero viéndolo del lado positivo... conocerás la casa de Uriel. 

Sonríe y yo frunzo las cejas. 

— Sí, pero no voy a ver a Uriel. Voy a ver a su molesto mellizo.

Su mirada se vuelve pesada y automáticamente mis sentidos se ponen alerta. Algo no está bien.

— Cuídate de Azrael, Rachel...

— ¡¿Qué?! ¡¿pero me dijiste que...

— ¡Sí! ¡Sé lo que dije! ¡Pero, nunca pensé que iban a interactuar! ¡Y además era la mejor opción para le bajaras a tu obsesión por Uriel!

— Que no es obsesión... solo... un simple gusto. 

Ni yo me creo eso. Y por como vuelca los ojos, sé que ella tampoco. 

Abby respira y lleva una mano a su pecho para tranquilizarte. Admiro la paciencia que me tiene.

— Lo que digo es que no le sigas el juego, linda. Azrael es conocido por siempre obtener lo que quiere. Y sé que es normal viniendo de él, es parte del comité élite. Pero me refiero a mujeres. Desde primer año ninguna le ha dicho que no, y una vez que se acuesta con ellas, las bota. No quiero pensar que quiera hacer algo así contigo.

Eso me hizo soltar una carcajada divertida. Yo acostándome con Azrael Quiroga, sí seguro. Nótese mi ironía. Ni siquiera estoy en el estándar de belleza de todas sus conquistas.

— Basándome en todas las chicas de su historial, tendrías más chance tú que yo.

— No estoy jugando, Rachel. — por su seriedad, sé que está algo asustada por mí. — Azrael no es alguien de quien te puedas enamorar.

Eso casi me hace ahogarme con mi saliva. ¿Por qué me enamoraría de él? 

Sé que ella solo me quiere cuidar. Tengo entendido que antes de que nos conociéramos le pasó algo para que dejase de creer en esas cosa. Pero le duele demasiado hablar de eso y yo no pienso obligarla. Siempre me ha dicho que enamorarme no es algo que pueda hacer en esta preparatoria y yo le creo. 

Todo Comenzó Con Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora