25. ¿Qué carajos pasó ayer?

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Capítulo veinticinco.

Me duele demasiado la cabeza, ni siquiera quiero abrir los ojos. Solo deseo seguir recostada sobre estas cálidas sábanas.

La luz del maldito sol me hace apretar los párpados, y gruño un poco para luego ir abriéndolos lentamente.

Parpadeo un poco entrando en contexto del ambiente. Definitivamente esta no es mi habitación. Empezando por la gran cama en la que estoy recostada y las paredes grises. Es un panorama conocido, pero la verdad no tengo cabeza para pensar en donde estoy ahora mismo.

Bajo mi mirada para ver si tengo todas las partes de mi cuerpo en su lugar y se me acorta la respiración cuando veo que traigo una camisa celeste.

Mierda. ¿Ahora qué?

Estiro un poco el cuello de la tela para confirmar traigo mi ropa interior. Gracias al cielo está ahí.

La punzada de pánico ataca mi corazón y salgo casi saltando de la cama. ¿Con quién me acosté ayer? El último recuerdo que tengo es que me encontraba con las chicas en la zona VIP del bar de Cristina. Y que estaba a punto de besar a un chico demasiado guapo.

Cierto. ¿Y las chicas? ¿Dónde están? ¿Qué carajo hago yo acá? ¿Me acosté con él?

Mis ojos se abren cuando veo un escritorio en la esquina de la habitación.

Por favor no.

Doy unos pequeñísimos pasos hacia este y salto paniqueada cuando escucho una puerta abrirse a mi espalda.

Casi me da un infarto cuando volteé. Era Azrael, estaba con el cabello mojado, no trae camiseta, pero si un pantalón jean negro. Estaba saliendo de su estúpido baño.

- Oh, despertaste. – dice más relajado de lo normal.

- Eres un cabrón. – me enfurezco al instante y tomo una de las almohadas de la cama para golpearlo.

- Rachel espera... - trata de hablar mientras yo lo sigo golpeando.

Estaba furiosa. Se suponía que no lo iba a volver a ver, y ahora estoy semi desnuda en su maldito cuarto. ¿Qué mierda con esto? Y lo peor es que no me acuerdo ni a qué hora ni cuando llegué aquí.

Se suponía que estaba borracha, ¿Enserio se acostó conmigo borracha? Lo voy a asesinar, juro que lo voy asesinar.

- ¡¿Estás – de – coña - Azrael?! ¡Estaba - ebria! – chillo mientras lo sigo golpeando con la almohada.

- Rachel, deja eso. – intenta calmarme, pero es en vano. - ¡Vomitaste tu ropa! – suelta irritado.

- ¿Eh? – musito enarcando mis cejas.

- Solo la servilleta que tenías arriba. – farfulla con desprecio y lo veo volcar los ojos.

- Era un corcet. – gruño arrugando la nariz.

- ¿Enserio? – pregunta en un tono sarcástica mirándome con desaprobación.

- No. ¡No me vas a reclamar por lo que uso! – me vuelvo alterar y levanto un dedo señalándolo - ¡Tú y yo no somos nada, Azrael! ¡Nada!

- ¿Vamos hablar de eso ahora? Bien, hablemos. – gruñe mientras se sienta en la cama. – Déjame empezar. ¿Cómo te sentirías si me acostase con la primera puta que se me atreviese?

- ¡No me acosté con él! – eso creo.

- ¡Pero lo hubieras hecho! ¡Le hubieras abierto las piernas a como diera lugar! ¿No es así? – su grito inundó la habitación, el silencio se hizo presente y se podían escuchar sus jadeos en un intento de calmarse.

Todo Comenzó Con Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora