18. El parque de juegos.

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Capítulo dieciocho.
Uriel Quiroga.

- No. -Su voz es firme y segura-

Enserio me está volviendo loco. Después de todo, de haber volcado de cabeza mi vida. ¿Me dice eso? No.

- ¿Por qué no Abigail? ¿Me harás esperarte una vida entera? -le pregunto mientras le hago un mohín logrando sacarle una sonrisa-

- Uriel, no puedo salir descaradamente contigo estando comprometida con Anthony. -me dice en un tono reprendedor-

- ¿Lo dices enserio? Ambos sabemos que ese compromiso es un mal chiste. -refuto cruzándome de brazos y apoyándome de espaldas en los casilleros-

Aunque en el fondo sé que tiene algo de razón.

- Pero para mi padre no lo es... -la escucho bajar la voz y meter su cabeza en su casillero-

Esta no es la primera vez que se lo menciono y si sé que tanto su padre como el de Anthony los están obligando a esto.

Ver decaída a Abigaíl me carcome de una manera que jamás había experimentado. Esa sensación de ira, pero en un nivel que a veces no puedo controlar.

No sabré muchas cosas sobre las relaciones y compromisos. Pero por la experiencia que tengo de mis padres, sé que un matrimonio arreglado nunca trae nada bueno.

No se puede forzar el amor entre dos personas. Por más que el mundo las quiera ver juntas, si no sienten amor, entonces no son el uno para el otro.

Sin embargo, no pienso presionarla. Ella no quiere casarse, y Anthony tampoco. Por más que su matrimonio favorezca económicamente a ambas familias, si ellos sienten nada, terminarán igual que mis padres.

Y odiaría ver a Abigail convertirse en algo así.

- Está bien. -me acerco a tomarla de las manos- No te voy a volver a presionar, te esperaré el tiempo que sea necesario Abby.

Sus ojos se cristalizan mirándome y yo me empiezo acercar hacia su rostro. Ella sonríe y mis labios se pegan contra los suyos. Esos suaves labios rosados junto a los míos me volvían loco, Abigaíl Clark me sacaba de mi realidad en maneras inexplicables.

Me separo de ella y la veo con un leve sonrojo en sus mejillas, sus ojos brillan y se muerde los labios en señal de nerviosismo. No tiene idea de lo privilegiado que me hace al ser así solo conmigo.

Abby agrando los ojos en señal de sorpresa y retira mi mano de la suya bruscamente, se queda mirando a alguien sobre mi hombro.

Ese sentimiento de que siempre me tenga que esconder aparece. Se despega de mi mano cada que nos encontramos con alguien en la calle o algún amigo se acerca.

Volteo para saber qué es lo que la puso así y mis ojos se topan con la figura de Rachel Miller, ella pasa frente a nosotros tan concentrada en su propio mundo que ni siquiera nos nota. Trae la cabeza baja y arrastra su mochila por el suelo. Logro ver sus ojos y los tiene casi entre lágrimas, como si estuviera deteniéndolas para no llorar frente a todos.

Solo hay un nombre que se me puede pasar por la mente. Azrael. Lo está haciendo, la está lastimando demasiado.

Sé porque lo hace, pero creo que ya se está saliendo de control. Rachel siempre tenía esa energía alegre y tierna propia de ella, que te hacía sonreír al lugar donde vaya, y ahora está gris.

Azrael va tener que escucharme esta vez. No puede hacer siempre lo que quiere.

Rachel Miller

- Me acosté con Azrael. -el ahogo de Abby la puso en evidencia-

Tenía que contárselo, decirle de una vez por todas lo que estaba sucediendo, ya no podía más. Llevar ese dolor por mí misma sin apoyarme en alguien me estaba matando.

Todo Comenzó Con Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora