Capítulo trece.
Rachel Miller
- Duele -me quejo al sentir el algodón empapado en alcohol etílico-
- Lo siento, solo aguanta un poco ¿sí? No quiero que se te infecte. -Azrael habla en un tono suave-
Su mirada está fija en mi rodilla, tengo un pequeño raspón y aunque le haya afirmado que estoy bien, el insistió en limpiarlo.
Me encuentro sentada en el sofá de mi casa con el botiquín encima de mis piernas, sé que debería estar alterada por el hecho de que mi madre podría llegar en cualquier momento, pero la verdad es que aún estoy un poco asustada, y estar con Azrael hace que me sienta segura.
- Listo. -habla poniéndose de pie del suelo y sentándose a mi lado-
- Gracias. –le digo con una pequeña sonrisa-
Él no responde y se queda mirándome fijamente, tiene una expresión neutra, una pequeña curiosidad aparece en mí, ¿Esta es la personalidad de Azrael? No logro precisarlo, a veces es tan egocéntrico y fastidioso y otras veces es tan...
- ¿Por qué de repente eres tan amable? -inquiero con el entrecejo fruncido-
- No estoy siendo amable. -me responde con una mirada seria y gira su cabeza hacia el frente-
- Claro que sí. -le contradigo en un tono acusador-
- No. -Lo veo cerrar los ojos y vuelve a girar hacia mí- Soy un ángel caído ¿No es cierto? -habla lento acercándose a mi rostro haciendo que mis pupilas se agranden- no soy amable ni generoso, mis acciones contigo siempre tendrán un motivo detrás. – susurra a centímetros de mis labios y noto como Intenta sonreír, pero hace una mueca de dolor causada por la herida en su labio inferior y regresa a su estado neutral-
- Seguro. -me burlo y él vuelve a cerrar los ojos con fastidio- Okay señor ángel caído, déjeme ayudarlo con eso. -hablo embarrando un hisopo con un poco de crema cicatrizante-
Intento acercar el hisopo a sus labios, pero Azrael me toma de la muñeca deteniéndome y mis ojos se conectan con los suyos enseguida.
- Estoy bien, no lo necesito. -refuta fastidiado-
- Claro que sí, no seas tan testarudo. -lo regaño y el disminuye la presión de su mano en mi muñeca sin soltarla-
Me acerco hacia sus labios para tener una mejor visión y trato de ser lo más delicada al momento de aplicarle la pomada, doy leves toques y el contrae un poco su cabeza hacia atrás.
- Quédate quieto. -hablo en un murmuro concentrándome en su herida-
Termino de colocarla y levando mi vista topándome con esos ojos grises mirándome sin descaro, sus pupilas están dilatadas y pretenden no desprenderse de las mías.
Sentí mis mejillas arder y mi boca empezó a generar saliva de más, tragué con dificultad y él empezó a bajar lentamente aquella mano que aprisionaba mi muñeca por todo mi antebrazo acercándose más a mí, por inercia retrocedí cayendo de espaldas en el sofá y él sobre mí, su tacto con mi piel era suave y cálido, como si tratase de no lastimarse al rozarme, pude sentir su respiración mezclarse con la mía y mi corazón empezó a latir con fuerza, él se detuvo a milímetros de mí y tragó grueso al momento en que su mirada se dirigió a mis labios.
Sé que todo esto es muy imprudente, pero la verdad estaría loca si a este punto aún no me sintiese atraída por Azrael, el chico tiene facciones divinas además de un aroma a nicotina y perfume caro que combinados quedan increíble.
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Todo Comenzó Con Tu Mirada
Roman d'amour¿Alguna vez se han enamorado? Y no, no me refiero al "estoy enamorada del chico más perfecto de la preparatoria" como lo creía yo, me refiero a ese amor que no solo se mete en tú cabeza, sino también en tú corazón, a ese desgraciado amor que aparece...