17. Los Vestidores II.

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Capítulo diecisiete.

Azrael Quiroga.

Dos meses atrás.

Pensé que pasaría la noche con el mal gusto de Cristina en mi boca. Si, no quería que Rachel notara mi maldita erección gracias a que la besé en plena pista de baile e hice lo que mejor sé cuándo las cosas se complican un poco, huir. Cris me siguió y notó lo que traía entre las piernas, se abalanzó a besarme como loca, no quería perder el sabor de Rachel en ese momento, la alejé con cuidado y le pedí que se fuera. No quise tratarla mal, después de todo, es la única que se ha quedado a mi lado luego de saber lo problemático que soy.

Pero me enfureció cuando se puso hablar mierda de Rachel, tuve que echarla en un tono demandante lo cual resultó.

Abrí los ojos y lo primero con lo que me topé fue con Rachel, estaba tan tranquila. Una sonrisa incontrolable se dibujó en mi rostro, Rachel era preciosa incluso dormida, me quedé un momento observándola hasta que ella aún dormida se dio la vuelta dándome la espalda.

Mis ojos salieron del hipnotizo y moví mi cabeza para regresar a la realidad.

No Azrael. No puedes permitirte sentir cosas así por nadie.

Salí de la cama y me coloqué mi ropa interior y mi pantalón. Recogí su ropa y la coloqué a su costado. Iba a despertarla para decirle que se fuera, además que moría por ver el sonrojo en sus mejillas al darse cuenta que aún estaba desnuda.

De alguna u otra manera esa noche tenía demasiado miedo por ella, quería asegurarme de que estuviera segura de todo esto, tenerla así fue increíble. Rachel es diferente a todo lo que estoy acostumbrado, ella no es para nada superficial ni mimada.

Pero de nuevo esa idea apareció en mi cabeza, la idea de enamorarme de alguien equivocado, la idea de cometer el mismo error de mi madre me atormentaba.

Tenía que irse, Rachel tenía que salir de mi vida.

Mi mano estaba a punto de posarse sobre ella cuando una vibración se presentó en mi mesa de noche, era mi celular con una nueva notificación.

Lo tomé y me dirigí hacia la puerta para salir de mi habitación, no quería despertarla con sonidos de mi teléfono.

Reconocí el nombre que apareció en la pantalla.

Sentí que mi piel se erizó por completo. Mi madre me había escrito después de tantos años, sentí una pizca de esperanza, pero se desapareció cuando vi que la primera foto que traía el mensaje. Era mi madre abrazada del repugnante sujeto del que se enamoró. La rabia me invadió por completo, esa rabia que no sentía desde la adolescencia regresó a mí, quería tirar el teléfono al suelo y destrozarlo, pero otro mensaje se hizo presente.

Esta vez era una foto de Rachel colgada de mi mano como solía hacerlo, solo tomada de uno de mis dedos. Se me heló la sangre al verla, alguien nos había fotografiado desde lejos.

Sentí que todo estaba sucediendo de nuevo, pero esta vez con Rachel, sentía que la perdía de la peor manera.

- Es tan linda como tu madre.

Ese mensaje fue todo para que mi furia apareciera. Estaba amenazándome con Rachel, estaban poniendo a Rachel en este asqueroso juego.

- ¿Qué pasó? -la voz de mi hermano llamó mi atención-

Tenía una expresión preocupada en el rostro, debido a mí, todo mi lenguaje corporal expandía terror. Terror por perder a alguien que ni siquiera imaginé que me asustara tanto que no esté.

Todo Comenzó Con Tu MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora