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Emilio:

Jodidamente amaba ganar.

Me senté detrás de mi escritorio, una corriente eléctrica circulando por mis venas. Había sido muy importante para mí conseguir ese contrato hoy, en parte porque lo había querido, quería este diseño más de lo que había querido algo en mucho tiempo, pero también porque era bueno para mi carrera y nadie había pensado que podría hacerlo. Odiaba cuando la gente dudaba de mí. Me había dejado el culo para ser el mejor arquitecto que podía ser, y era muy bueno en eso.

Y por ello la gente no dudaba de mí por mucho tiempo.

Debería hacer algo para celebrar.

Tomé mi teléfono, vi un mensaje sin leer de Amber, una mujer con la que me acostaba de vez en cuando. Ella siempre estaba ansiosa por un buen momento y yo también, así que funcionaba. Justo cuando estaba a punto de levantar mi teléfono para responder alguien llamó a la puerta de mi oficina.

—Adelante —dije. La puerta se abrió y una rubia cabeza se asomó dentro.

Sadie era hermosa. Tenía pelo largo, boca caliente y piernas asesinas. Si ella no trabajara conmigo y no fuera lo más cercano a una amiga que tenía, la habría querido debajo de mí.

—¡Oye! Vamos a Wreckage a celebrar esta noche. ¿Quieres venir?— Fruncí el ceño, estaba familiarizado con los bares y clubes de Los Ángeles, pero no había oído de ese.
—¿Wreckage?
—Sí, un bar gay en Central.
—¿Por qué vamos a un bar gay para celebrar mi logro? —bromeé y ella puso los ojos en blanco.
—No es así. Vamos a un bar gay para celebrar el cumpleaños de Owen. No todo es sobre ti, ¿sabes?
—La mayoría de las cosas lo son. —Le guiñé un ojo y cuando ella no respondió, agregué—: Está bien, tal vez no la mayoría, sino más bien todas las importantes.
—Te odio —dijo con una sonrisa.
—Me amas.
—¿Quieres ir? ¿O tienes planes con la chica que estas follando esta semana?
—¡Oye! ¡Eso me ofende! —Me incliné hacia adelante en mi silla—. Conozco a Amber hace más de una semana.
—Oh Dios mío. Realmente te odio. Puedes pasar el rato con Amber en cualquier momento. Es el cumpleaños de Owen. Sé que no te gusta acercarte a nadie, el gran hombre fuerte no necesita a nadie y eso, pero nos gustaría que vinieras.
—Me gustaría venirme también. Y esa es la razón por la que pensaba que Amber era una mejor opción que un bar gay.

Sadie entró y se cruzó de brazos.

—Bien. Actúa como que eres demasiado bueno para nosotros porque Dios no permita que nos trates como amigos. A menos que... oh, no importa. Lo tengo.
—Para alguien que trabaja conmigo, te estas tomando unas cuantas libertades justo ahora. —No estaba seguro de porque estaba actuando así. Sadie era una de las pocas personas con quien pasaba el tiempo en el trabajo y me gustaba Owen. Almorzamos juntos hace algunas semanas.
—Por favor. Te conozco. Eres todo ladridos y nada de mordiscos.
—¿Por qué insistes en desafiarme hoy? Te lo aseguro... me gusta morder y también jugaré tu juego. ¿Qué quisiste decir cuando dijiste "no importa"?
—Lo entiendo. No todos los hombres están lo suficientemente seguros de su sexualidad como para ir a un bar gay. Es ridículo, pero como sea.

No pude evitarlo; me reí. Bulliciosas y ruidosas carcajadas porque tenía que estar bromeando ahora mismo.

—Bien, esa fue una buena idea. Creo que ambos sabemos que estar seguro nunca ha sido un problema para mí. Buen intento con la psicología inversa. Estoy comenzando a preguntarme porque deseas tanto que vaya...

Esta vez fue Sadie quien se rió.

—Um... no. No lo hago, imbécil. Te juro que me haces enloquecer a veces.

No era la primera vez que oía eso y dudaba que fuese la última. Sabía que era mucho que manejar... pero a la mayoría le gustaba manejarme, así que funcionaba. No podía decir que eso aplicará para mí mismo, pero trataba de no pensar en esa mierda. El pasado era el pasado.

E N T R O P I A - EMILIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora