13

1.4K 116 74
                                        

Joaquín:

Me desperté con la luz del sol molestando mis ojos mientras se deslizaba más allá de las ventanas en el otro lado de la habitación.

Aunque todavía estaba cansado como la mierda por haber estado jugando con Emilio la noche anterior, me sentía relajado… y tan satisfecho como cuando me había quedado dormido.

Había sido una noche increíble y estaba feliz que Emilio me dejara compartir esa primera vez con él. Fue divertido poder ver esa necesidad en sus ojos… lo ansioso que estaba por explorar territorio nuevo e
inexplorado. Y tan caliente como fue el sexo, fue divertido y juguetón, también. Era diferente de todo lo que alguna vez había compartido con otro chico. Una conexión, una cercanía, que era muy diferente para mí.

Teniendo en cuenta el pasado de Emilio solo con mujeres, pensé que también era muy diferente para él. Aunque leer a Emilio no era mi fortaleza, así que podría estar totalmente fuera de rango.

Me di la vuelta, esperando ver a Emilio acostado a mi lado, pero él se había ido. La emoción que sentía por volver a verlo fue reemplazada por la decepción.
Imaginé que se había levantado en algún momento durante la noche y había decidido sacar su culo de aquí.

Suficientemente justo. Me atreví a pedirle que se quedara.

Demonios, ni siquiera estaba seguro de por qué lo había hecho, pero quería quedarme con él. Me gustaba su compañía, y no hubo esa sensación incómoda que tenía a veces después que me había acostadocon alguien, como si uno de nosotros necesitara irse.

Salí de la cama y me dirigí al baño, lavándome los dientes y enjuagándome la boca con Listerine antes de tomar un baño. Me enjuagué muy rápido antes de salir y envolver una toalla alrededor de mi cintura. Un sonido fuerte vino desde afuera de mi habitación, como si alguien estuviera en la cocina.

¿Se había quedado Emilio después de todo?

Salí de mi habitación y a medida que avanzaba por el corto pasillo hacia mi salón principal, vi a Emilio detrás de la barra, sin camisa, usando una espátula para deslizar un omelet en un plato.

Me sentí aliviado que se hubiera quedado, que no hubiera huido como había sospechado.

—Oh, Gordon Ramsay ha estado ocupado esta mañana, ¿no es así? —bromeé.

Me miró, una sonrisa se extendió por todo su rostro como si estuviera apreciando los recuerdos de la noche anterior.

—Por un segundo pensé que iba a tener que ir y despertar tu cansado culo —dijo antes de poner otro omelet en un plato diferente.
—Me sorprende que no lo necesitarás. Estoy cansado como lamierda.
—¿Por qué no traes tu culo aquí y me das un beso? Yo diría que me lo he ganado, considerando que pasé los últimos veinte minutos preparándote el desayuno.
—Sí, señor —dije mientras caminaba alrededor de la barra, dándome cuenta que solo tenía puesto un bóxer—. ¿No estás siendo un pasivo mandón ahora?
—Te gusta cuando soy mandón.

Antes que tuviera la oportunidad de hacer un comentario inteligente, sus labios estaban sobre los míos, y se sentían tan bien como lo hicieron la noche anterior… como siempre se habían sentido.

Me envolvió con un brazo, presionando su mano contra la parte baja de mi espalda y tirándome hacia él para que nuestros torsos se juntaran. Él rompió nuestro beso, riendo entre dientes.

—Puedo sentir lo mucho que te gusta esto —dijo antes de deslizar su mano hacia mi entrepierna, sintiendo mi endurecida circunferencia—. Pero necesitas algo más en tu boca aparte de mí corrida.
—Huevos… semen… es todo proteína, ¿no?

E N T R O P I A - EMILIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora