10

1.5K 118 34
                                    

Joaquín:

Los dedos que había tenido dentro de Emilio zumbaban de emoción. Ver a Emilio retorcerse en la cama de esa manera, sus músculos tensándose mientras él disparaba su carga, fue caliente como el infierno.

Me sorprendió un poco lo rápido que se sometió. Había asumido que un tipo como él sería más cauteloso... qué pensaría que dejar a un tipo en su culo lo haría menos hombre. Pero lo hizo bien, increíble. Demonios, tenía una jodida botella de lubricante de un litro, por amor de Dios.

Después de limpiarme en su baño, lo encontré en la cocina. Sin camisa, solo con un par de jeans que se había puesto antes de salir de su habitación, me alegré de poder disfrutar de la vista de su pecho y torso.

Tenía unos pimientos rojos tirados en el mostrador junto a la tabla de cortar sobre la que estaba trabajando. Saqué un cuchillo del bloque de madera en la esquina de la encimera. Luego recogí los pimientos y los enjuagué en el fregadero.

-En juliana, por favor -dijo, sus labios curvados en una sonrisa.
-Oh, por supuesto. ¿Algo más?
-Eso debería bastar. Hay otra tabla de cortar bajo el fregadero.

La saqué después de enjuagar los pimientos y cortarlos en finas rajas.

-Entonces, ¿qué hace de cenar, Gordon Ramsay?
-Tengo esta especie de paella que hago, pero con mi propio toque. Tiene pimientos rojos, pollo, salchicha...
-¿Una salchicha grande y gorda?
-No puedes dejar de pensar en mí polla, ¿verdad? -preguntó.
-Bueno, no voy a mentir y pretender que puedo dejar de pensar en ello.

Él se rió entre dientes antes de lavarse las manos.

-Por cierto, si eres alérgico a algo, ahora es el momento de avisarme.
-Los cocineros arrogantes me dan alergias violentas, en realidad -dije mientras cortaba la punta de los pimientos.
-Bueno, después de todo lo que hemos hecho, si eso fuera cierto, me imagino que estarías en Emergencias con un tubo de alimentación en tu garganta.

Me reí.

-Así que la paella no suena como pollo y arroz blanco. ¿A quién necesito acreditar tus habilidades en la cocina?
-Mi abuela -dijo. -Ella no era la mejor cocinera del mundo. Y yo como que reinventé el plato a esto. Le demostré que al menos era bueno en algo.
-¿Funcionó?
-Ella no es exactamente la mujer más fácil de leer, pero sé que no estaba muy impresionada. Tenía estándares muy altos para las personas... como lo hizo con mi padre. Mi abuela pensaba en él como un tipo creativo y despreocupado sin ninguna ambición real, lo que es gracioso porque esa era más mi madre. Ella era la soñadora, la romántica; creía en toda esa mierda de suerte y destino, en lo que mi padre no creía. Él había estudiado arquitectura en la universidad, tenía pasión por eso, pero una vez que mis padres se embarazaron de mí, abandonó su sueño porque tenía que trabajar a tiempo completo en lugar de ir a la universidad. Terminó administrando una tienda de comestibles.
Luchaban para llegar a fin de mes, pero se las arreglaron. Creo que mi abuela siempre sintió que mi padre arrastraba a mi madre hacia abajo. Él no le dio la vida que ella quería para su hija.

Mientras hablaba, de dirigió a la nevera y sacó una salchicha empacada, utilizó un cuchillo para abrirla.

-Puede que a él no le encantara su trabajo, pero nos amaba a nosotros. Siempre estaba señalando la arquitectura de los edificios y solía mostrarme las imágenes en algunos de estos libros de arquitectura que
tenía en la estantería de la sala de estar. Recuerdo que me gustaba cuando era niño porque él estaba interesado en eso, pero después de su muerte, parecía que era lo único a lo que podía aferrarme porque me
recordaba a él.
-De acuerdo, eres bueno en eso.
-Seh, debe haber estado en los genes -dijo mientras colocaba la salchicha en la tabla de cortar. Se giró hacia mí, sus ojos se abrieron como sí se hubiera dado cuenta de lo mucho que había compartido-. Ni siquiera sé por qué estoy contándote esto. Sólo... mi abuela no pudo ver
el valor en mi padre o en su sueño... y ella no fue muy diferente conmigo cuando decidí que la arquitectura era lo que quería hacer con mi vida. Creo que ella lo ve a él cuando me mira, el hombre que se llevó a su hija.

E N T R O P I A - EMILIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora