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Contenido explícito 🔞

Joaquín:

Después de cuán estresado estuvo en el camino de vuelta al condominio, todo lo que quería era romper las paredes que había levantado.

Yo era bueno en eso. Era una de las razones por la que capté su interés inicialmente, y me alegré que no pudiera negar la vena competitiva en él cuando comencé nuestro pequeño combate de lucha
libre.  No podía dejar que se marchara sintiéndose como la mierda, y eso valió la pena. No solo porque había mucha química entre ambos, sino porque finalmente admitimos lo que queríamos de lo que estábamos haciendo, que era más que ser follamigos. Y sabía lo que estaba pasando antes de nuestra discusión, pero oírle admitirlo significaba todo para mí,
especialmente cuando la palabra novio se le escapó de los labios.

Pero después de nuestra pelea, nuestras pollas palpitaban, ansiando alivio, y sentí que era mi maldito trabajo darle eso. Tiramos y arrancamos la ropa del otro mientras nos abríamos paso por el pasillo a
mi dormitorio.

—Supongo que dado que gané —dije—. Eso significa que estoy arriba.
Se rió y sentí una sonrisa extenderse en todo mi rostro.
—No mientas. Estás simplemente impresionado por lo bueno que soy cuando me follas.
—Impresionado es un eufemismo. —Escupí las palabras antes de besarlo de nuevo. Me sentía particularmente necesitado, jodidamente hambriento, por sus labios y lengua.

A pesar de mis esfuerzos por mantenerlo cerca, Emilio me empujó contra la pared y me sacó la camiseta. Levanté mis brazos, permitiéndole quitar la inconveniencia e hice lo mismo por él para sacar esas malditas ropas de nuestro camino.

Cuando nuestros labios se encontraron de nuevo después de lo que pareció un descanso demasiado largo, una oleada de alivio me inundó. Emilio se sentía mucho más a gusto que durante nuestro pequeño combate de lucha libre.

No estaba en guardia ni tenso. Con cada beso era como si estuviera deslizando todas las paredes que había tratado de poner entre nosotros. Enganchó su brazo alrededor de mí, acercando nuestros cuerpos para
que nuestros pechos y torsos se presionaran juntos. Arrastró el dorso de su mano por mi costado, alejándose de mí solo lo suficiente para alcanzar
la bragueta de mis vaqueros, en los que trabajó para deshacerla tan rápido como pudo.

—¿No te gusta que te folle? —le pregunté mientras soltaba mi bragueta. Agarré su culo, apretando con fuerza. Él gruñó—. ¿Debo tomar eso como un sí?

Miró por el pasillo antes de fulminarme con los ojos.

—Pon tu culo en la habitación. No estoy perdiendo el tiempo con un montón de juegos previos cuando podríamos estar llegando a lo que los dos realmente queremos.
—Me gusta la forma en que piensa, Sr. Osorio —dije antes que nos apresuráramos a entrar en la habitación juntos. Nos desnudamos y mientras recuperaba los condones y el lubricante de la mesita de noche, Emilio me abordó por un lado, tirándome sobre la cama.

Cuando aterricé, me empujó sobre mi estómago y volvió a colocarse de modo que se recostó sobre mi espalda, su circunferencia entre las mejillas de mi culo.

Por más agradable que fue tener mi victoria contra él durante nuestra pelea, se sentía aún mejor estar atrapado bajo su peso, su dura polla frotándose contra mí.

—¿Intentando una revancha? —le pregunté.
Se inclinó y me susurró al oído:
—Tengo la sensación que disfrutas viéndome perder, Ninja
—No creo que Emilio Jodido Osorio hubiera apreciado ganar si no se lo mereciera.
—Estoy bastante seguro que lo merezco. —Se quitó de encima mío, a mi lado—. Date la vuelta.
—Ahí está mi pasivo mandón de nuevo —bromeé, ganándome otra sonrisa.

E N T R O P I A - EMILIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora