03

1.7K 144 60
                                    

Emilio:

Tenía un caballero de brillante armadura.

De brillante, tal vez eso era exagerar un poco. No quería que nadie se ocupara de mí, pero Sean había venido a mi rescate dos veces la noche anterior.

Dos veces.

Y eso que no estaba contando el hecho de que casi me había desmayado. Desmayado. Nunca me dejaría a mí mismo vivir con eso.

¿Cuándo coño necesité a alguien para salvarme?

Nunca.

No me gustaba, no me gustaba para nada.

¿Quién se creía que era, tropezando en el callejón de esa manera? Él podría haber sido asesinado. También me salvó el culo con sus locas habilidades ninjas.

Y realmente necesitaba dejar de pensar en este tipo. No había podido dormir la noche anterior, en parte porque estaba asustado de que me apuntaran con una pistola en la cabeza. Y él me había visto. Me salvó. Realmente necesitaba dejar de encontrar el camino de regreso al hecho de que me salvó. Estaba obsesionado con su pequeña exhibición con Carlos antes de que hubiera ido todo Van Damme en los ochenta con el punk callejero. Ahora, estaba... no lo sé, realmente obsesionado con él, lo que era algo nuevo para mí.

No me obsesionaba con nadie.

-Joder -gemí, pasando una mano por mi cara.

El oficial de policía me había pedido que le regresara su licencia de conducir y luego con mi cabeza siendo un desastre lo había olvidado, lo que significaba que necesitaba verlo porque era bastante importante. Se lo debía por venir a mi rescate anoche, después de todo. Y allí estaba de regreso a la parte en la que me rescató.

Joaquín estaba jodiendo con mi cabeza.

Haciendo un intento por ignorar la identificación que no dejaba de burlarse de mí, entré a mi habitación y corrí en la cinta. Mientras el sudor me recorría la frente y miraba hacía Hollywood Hills, me pregunté si debería tomar una clase de karate... ¿tal vez taekwondo? Entonces quise golpear mi cabeza contra la cinta siquiera por dejarme pensar eso.

Deja de pensar en eso... Habría salido de la situación sin la ayuda de Joaquín. Podría haber manejado ambas situaciones en las que él se había entrometido con su insignia de salvador.

Media hora después, bajé de la cinta y me fui directamente a la ducha.

Me masturbé porque era un orgasmo, y si había algo que hacia que todo desapareciera, era correrse. Luego me vestí, agarré su estúpida licencia de conducir e hice mi camino a Skyhouse. No había razón para posponerlo. El pequeño ninja me intrigaba y una vez que algo llamaba mi atención, no había vuelta atrás hasta que lo descifraba.

Estaba decidido a descifrar a mi ninja.

Vivía en el octavo piso y mientras subía en el ascensor me di cuenta que estaba sonriendo. ¿Ya habría notado que había perdido su licencia? Había una buena posibilidad que pudiera divertirme con eso. La tomé del bolsillo de mis jeans y me dirigí hacia el pasillo. Fueron solo unos momentos después que llamara cuando él abrió la puerta, vistiendo jeans y zapatos pero sin camisa. Tenía pecas sobre sus hombros y definidos abdominales, y había cero razón por la que debería notar esta mierda sobre el ninja.

-¿Cómo sabes dónde vivo? -preguntó frunciendo el ceño.
-Soy psíquico. -Sonreí. Déjalo sudar un poco.
-No creo en psíquicos.
-Estoy aquí, ¿no?
-Si que lo estás. -Me dio una sonrisa traviesa y de inmediato supe que estaba tramando algo-. Supongo que esa tendría que ser la única opción. Consideré brevemente el de acosador, pero claramente sabes de lo que soy capaz desde que vine a tu rescate anoche.

E N T R O P I A - EMILIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora