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Joaquín:

—Escúchame, Wade —dije tomando un sorbo de mi cóctel antes de volver a colocarlo en la barra—. Vas a tener que intensificar tu juego.

—¿De qué estás hablando? Estamos cambiando el nombre de toda la línea. Nuevas etiquetas. Nuevas ilustraciones. Eso es intensificarlo, Joaquín.

Wade y yo trabajamos para la misma empresa de marketing, con él manejando la división de la Costa Este. Dado que estaba en la ciudad esta semana para una de nuestras reuniones anuales, me pidió si podía ayudarlo con algo.

Nos encontramos en un bar local donde me informó de los detalles acerca de su cliente, una compañía que distribuía a varios de los principales minoristas de supermercados. Estaban interesados en cambiar el nombre de una línea de barras de chocolate orgánicos ya que las ventas no habían despegado después del lanzamiento. Y siendo ungenio del marketing, estaba más que dispuesto a reunirme con él para darle algunos consejos.

—No, te lo estoy diciendo, no puedes simplemente modificar nada. Los clientes verán a través de eso. Nadie quiere algo que se parezca a un producto en el que no estaban interesados. Escúchame. Tuve un problema muy similar el año pasado. Estos tipos estaban vendiendo mermelada, el mismo mercado orgánico del que estamos hablando en este momento. No pudieron conseguir que el producto se vendiera, así que, ¿qué hicimos?

—Supongo que esa en una pregunta retórica.

—Sí, esa es una puta pregunta retórica, Wade. Vamos. Solo sígueme aquí. Cambiamos sus frascos redondos a frascos cuadrados, rediseñamos completamente la etiqueta. Demonios, hasta teníamos a una anciana que se disfrazó de granjera y los puso en los frascos nuevos. No lo reconocerías del original.

—¿De dónde diablos sacaste la idea de la anciana?

—Eso es lo que estaba ganando el año pasado con la mermelada por alguna razón. No sé por qué, carajo. No soy un psíquico. No podemos decidir lo que le gusta a la gente. Podemos averiguarlo tan rápido como podamos y patearnos el trasero para dárselo.

—El tipo de cambio de marca del que hablas es una inversión bastante grande.

—No. La inversión ya se ha realizado. No estamos hablando solo de recuperar sus pérdidas aquí, sino también de obtener una ganancia sustancial. Te lo digo, vale cada centavo. Siéntate con tu cliente, diles lo que acabo de decir con la misma confianza y ellos tomarán la decisión correcta.

—Está bien, está bien, así que les diré esto y veré lo que dicen — dijo Wade, sometiéndose.

Wade siempre tenía deseos de someterse... dentro y fuera del dormitorio.

—Habla con tu departamento de logística. Mira lo que puedes hacer. Siéntete libre de enviarme un correo electrónico para intercambiar ideas, pero sabes que nunca me equívoco en estas cosas.

Pero a veces lo hacía. Me equivoqué con el maldito Emilio Osorio Demasiado 'Heterosexual'. Siempre había estado bastante confiado con mi gaydar, bastante seguro de que podía detectar a un tipo que quería chupar mi polla a kilómetros de distancia, pero él ciertamente estremeció mis delirios de grandeza... y luego hizo que mi cuerpo temblara con la forma en que trabajó mi polla.

Sin mencionar lo caliente que fue venirnos juntos. Ni siquiera fue anal, pero fue una de las experiencias más calientes que había tenido en mi vida. Desde entonces, no había podido
sacar a Emilio de mi cabeza.

Dios sabe que lo intenté. Había tenido suficientes jodidas en mi vida como para ser capaz de simplemente alejarme, pero maldita sea si cada cinco minutos no estaba pensando en su impulso y ambición mientras intentaba llevar mi pene más profundo en su garganta.

E N T R O P I A - EMILIACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora