Su alteza, no soy un intruso

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Pasaron tres semanas y Aster volvió a tener otra visión sobre uno de los ministros que lideraría un golpe de estado y como era de costumbre fue hacia el Rey para informarle.

El rey estaba alterado, este ministro era uno de sus mayores aliados, ahora tendría que tomar medidas pre cautivas e idear un plan para cortar sus fuerzas lentamente.

Aster se fue, no podía dar ningún consejo, su obligación culminaba con la advertencia, sin embargo, saliendo del salón volvió a encontrarse con Darcel, esta vez estaba despierto.

Darcel apretó el ceño y lo vio con enojo, Aster quedó inmóvil sin saber qué hacer. Se suponía que debía estar en la cárcel por el incidente, pero estaba ahí, ambos viéndose cara a cara.

Darcel abrió la boca para gritar y llamar a los guardias, pero Aster no lo dejó, se las arregló para tapar su boca con la mano antes de que saliera algún sonido, Darcel fue sorprendido y no sabía cómo reaccionar, antes de que se moviera para alejarse, sintió un golpe en el cuello y cayó inconsciente.

Aster tenía el cuerpo en sus manos sin saber qué hacer, afortunadamente conocía donde estaban todos los guardias y los atajos dentro del castillo por lo que no fue descubierto por nadie más. Ambos llegaron a un jardín y dejó el cuerpo de Darcel en la sombra de un árbol, volvió a darle un golpe en el cuello y este otro pudo abrir sus ojos.

—No hay nadie cerca, no grites te lo explicaré. —Dijo Aster.

Darcel se levantó y cerró el puño con dirección al rostro del intruso, pero su golpe fue detenido por la mano de Aster. A pesar de su apariencia, el cuarto príncipe es fuerte y detener ese golpe casi quiebra la mano de Aster, pero lo pudo aguantar.

—¿Qué sucede contigo? ¿Cómo pudiste escapar? ¿Cómo te atreves a volver a atacarme? —Trató de aflojar su mano del agarre ajeno, pero no tuvo éxito—. Suéltame, es una orden.

A pesar de la fuerza mencionada previamente, el punto en que lo había golpeado Aster hizo que se debilitara momentáneamente.

—Lo haré si prometes sentarte y escuchar.

—¿Por qué salías de la oficina del emperador? ¿Qué robaste?

—No robe nada, te diré todo si te calmas.

Darcel sabía que no había otra salida y resopló expulsando su orgullo.

—¡Bien!

Aster lo soltó y Darcel se alejó tres pasos atrás chocando con el tronco de un árbol, pero quedó ahí.

—Explícate.

Aster debía explicarle las cosas, pero no podía decirle que vivía ahí o que trabajaba para su padre entonces se vio obligado a inventar una historia.

—La seguridad del palacio es un asco, salí con los ojos cerrados.

—Su seguridad es muy avanzada, es reconocida porque nadie ha salido de ella.

—Hasta ahora, verás, sé un par de trucos.

—¿Qué buscas?

—Realmente no tengo nada que buscar, hoy escapé y lo primero que hice fue visitar a su majestad para hablar, no para robar, si lo hubiera hecho me hubieran matado al instante, hice un trato y ahora no debo cumplir mi sentencia.

—¿Qué clase de trato?

—Fui a preguntar por tu mano, dije que serías mi esposa.

Darcel casi se atraganta con su saliva y tosió fuertemente.

—Fui a preguntar por tu mano, dije que serías mi esposa.

Darcel casi se atraganta con su saliva y tosió fuertemente.

Su alteza es mi destino [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora