Su alteza, no me arrepiento

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—¡Su alteza no es culpable de nada! Es una víctima más... Todos son unos imbéciles, acabaremos con cada uno de los que le hicieron daño.

—Estoy planeando mi venganza ya desde hace un largo tiempo... Pero desearía que mañana pudiera despertar en el regazo de mi madre mientras acaricia mi cabello.

—Su alteza, le prometa que llegará el día en que cumpla su venganza. ¿Hablará de esto con su padre?

Darcel el abrigo de Aster y sacudió su cabeza con fuerza. —Si es acerca del príncipe heredero no me cree o sólo me dice que me calle y no intente hacer nada que lastime su reputación.

Aster se sentó a su lado y suspiró. —Su alteza, yo le creo. Vamos a acabar con todo esto juntos.

—...

Darcel bajó su cara y empezó a llorar aún más fuerte. —¿Podrías traerme algo de ropa?

—Regresaré rápido, espéreme.

Cuando Aster regresó no sólo traía un cambio de ropa y zapatos. Traía una manta gruesa y en otra mano una bandeja con leche caliente y galletas.

Darcel agradeció y se vistió, pero como aún seguía temblando y el abrigo estaba húmedos se colocó la manta y se sentaron en la alfombra frente a la chimenea. Aster le pasó el bocadillo el cual fue aceptado con mucho placer.

—Su alteza. —Habló Aster—. Todos los que se atrevieron a hacerle mal, lo pagarán. lo digo sinceramente.

—Si mañana el príncipe heredero amanece muerto sería grandioso. Todo apesta, sólo hay cuatros cosas que me importan en esta vida. Mi hermano menor, Emma, tú y yo, pero sobre todo yo.

—... Gracias por tomarme en cuenta.

—Eres mi mejor amigo después de todo.

—... Al menos ya no soy un desconocido acosador a sus ojos.

—Tienes razón, has evolucionado supongo.

—Seguiré esforzándome para volver a evolucionar.

—No, así está bien. —Comió otra galleta—. Dulce...

—¿Siempre le han gustado las cosas dulces?

—Al principio no, a mi madre le gustaban, siempre me ofrecía unos chocolates dulces en los días importantes, eran tan dulces que quería escupirlos, para ella todos los días que estaba junto a nosotros eran importantes entonces comía de esos muy seguido.

—¿Por qué no los rechazó?

—Porque me los ofrecía con tanta amabilidad que era imposible rechazar, además me encantaba la sonrisa que hacía cuando los comía. Tras su muerte empecé a comer alimentos azucarados esperando poder ver su sonrisa de alguna forma. Es absurdo creer que eso pasaría, pero era un niño después de todo.

—¿Por casualidad, los chocolates de ese día...?

—Si, eran esos. El príncipe heredero los envío, quería tirarlos, pero puede que por estas fechas despertó ese niño interior que quiere acabar toda una caja lo antes posible.

—Ese idiota estaba jugando con usted.

—Lo sé.

Aster también tomó una de las galletas y miró fijamente a las llamas de la chimenea.

—¿Confía en mí? —Preguntó Aster.

—No. —Tras eso estornudó y abrazó más fuerte el abrigo.

—Yo tampoco. —Suspiró—. Aun así, daré lo mejor de mí.

Darcel lo vio de reojo y arrugó sus cejas. —¿Qué estás pensando?

Su alteza es mi destino [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora