24. Una Promesa

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--Iremos a Epiro— dijo Ivy —Cerraremos las puertas por ese lado—

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--Iremos a Epiro— dijo Ivy —Cerraremos las puertas por ese lado—

—Ojalá fuera tan fácil— suspiro Nico —Hay que controlar las puertas por los dos lados para que se cierren. Es como un doble sello. Quizá y sólo quizá, si los ocho combatieran juntos podrían vencer a las fuerzas de Gaia en el lado de los mortales. Pero a menos de que luchen a la vez como un equipo, un equipo lo bastante fuerte para vencer a una legión de monstruoso en su territorio...

—Tiene que haber una forma— murmuro Jason pero nadie propuso ninguna idea brillante

—Ya resolveremos el problema del tártaro después. ¿Es ese el monumento a Víctor Manuel II?

Percy apunto hacia abajo. El Argo II descendía hacia esa dirección mientras Leo asentía con la cabeza

—¿No dijo Baco algo sobre el aparcamiento de la parte de atrás? Pues allí está. Y ahora ¿que?

Si Annabeth estaba allí sola sin duda era un problema para todos

—Tenemos que sacarla

—Pues si— convino Leo —Hay un aparcamiento en el camino—

Ivy dirigió su mirada hacia el entrenador Hedge

—Baco dijo algo sobre "abrirse paso". Entrenador, ¿le queda munición para ballestas?

El sátiro sonrió como una cabra loca

—Pensaba que jamás lo preguntarías, Jackson

Corrió hacia las ballestas deprisa mientras todos corrían de un lado a otro preparando por si acaso las armas

—Es muy peligroso— murmuro Nico sentándose contra la cubierta —¿lo saben cierto?—

—Lo sabemos, Neeks. Estamos conscientes de que esto es una locura, pero tu lo dijiste, si los ocho trabajamos juntos podemos hacerlo

Nico quedó en silencio mirando su mano entrelazada con la de Ivy. Nunca había sido amante del contacto físico pero la hija de Poseidón le transmitía la tranquilidad necesaria para permitírselo

—Te extrañé. Sinceramente yo creí que...que moriría

Ivy negó con la cabeza un par de veces buscando los ojos negros del hijo de Hades. Al encontrarlos le dio una sonrisa

—Jamás te dejaría

—¡Aléjense de la borda!— Grito Jason haciéndole señas a ambos chicos

Juntos se levantaron para observar como el entrenador Hedge sonreía de oreja a oreja apuntando la gran ballesta contra el suelo debajo de ellos

—¡Cúbranse!—

El primer proyectil salió disparado y el Argo II se sacudió bruscamente al mismo tiempo que el sonido de el asfalto hizo eco en los oídos de todos

Dear Jason | HoODonde viven las historias. Descúbrelo ahora