20.

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Julieta.

" — ¿Mauro? — Lo llamo pero, él cierra sus ojos. No quiere escucharme — Vos no sos así; Vos no te alcoholizas. Odias el alcohol por tu viejo ¿Te acordas? 

—  No remuevas mi pasado, mi mierda. Yo no revuelvo la tuya. 

— ¿Qué le contaste a Thomas para que me haya dicho todo eso? 

— La verdad, Julieta. Que después de que te haya abandonado el inútil ese; Ahora que se reencontraron lo ves todos los días.

— ¿Qué tiene de malo? Somos amigos. — Intento convencerme a mi misma pero, no lo logro. — Todos merecemos segundas oportunidades, vos me enseñaste eso.

— Me duele la cabeza; Quiero dormir. 

— ¿En el sillón? — Pregunto, él abre sus ojos y me mira con estos llenos de lágrimas. Me odio en este momento — ¿No queres dormir conmigo?

— Hoy no, mañana va a ser otro día."

Apreto mis ojos cuando Tomás pasa sus manos por mi cintura. Lo alejo lentamente y por un segundo su cara se transforma en la de Mauro. Refriego mis ojos y vuelvo a ver a Tomás. La culpa se está apoderando de mí; Pero, necesito saber que es lo que siento.

— ¿Qué te pasa, morocha? — Me interroga Tomás, alzo mis hombros. Realmente no sé que me pasa. — ¿Te arrepentís de haberme besado? — Sí, pienso pero aún así niego con mi cabeza. De lo que me arrepiento es haber aceptado darle una oportunidad. De caer en su red de engaños, porque eso es lo que hacen las personas adictas a otras. — ¿Entonces?

— Me di cuenta que aunque te bese; Todavía estoy confundida. No sé como seguir. Necesito saber si te quiero a vos, o lo quiero a él.

— ¿Qué es lo que queres hacer para darte cuenta lo que realmente sentís?

"Tal vez de la única forma que te des cuenta si realmente sentís cosas por Tomás es ver si hacen el amor o es solo sexo."

Escucho en mi cabeza las palabras de mi psicólogo. No estoy segura de hacerlo pero, tal vez sea la única manera de comprender que es lo que me pasa.

Vuelvo acercarme a él y capturo nuevamente sus labios. Sus manos me apegan más a él y tiemblo de miedo. Busco su remera con mis manos y con su ayuda, se la termino sacando. Tomás hace lo mismo, desabrocha mi campera pero no sin antes detenerla a observarla mejor.

— ¿Esta campera, no es la mía? — Pregunta con una sonrisa en el rostro; Yo asiento con mi cabeza avergonzada — Es una reliquia, no puedo creer que la hayas guardado todos estos años.

— No quiero hablar.

— ¿Entonces, qué es lo que queres, morocha?

Tomo aire y el impulso para poseer sus labios nuevamente. Tomás se deshace de mi remera y corpiño como si estuviera desesperado. Me recuesta en su cama como si fuera una muñeca de juguete; No me toma con cuidado. Termina de desabrochar su pantalón y empieza a dejar besos por todo mi cuerpo; Hasta llegar a donde está mi ropa interior. La baja lentamente y una vez más siento un vacío en el estomago. Después de estar un rato haciendo la previa abajo; Sube hacía mis labios y los vuelve a capturar. Veo como se coloca el preservativo y apreto mis ojos otra vez cuando lo siento introducirse en mí. Ni siquiera fue capaz de preguntarme si estaba segura, no es como Mauro. Ya no hay vuelta atrás.

— No sabes cuanto espere a que llegue este momento; Te desee todo este tiempo, morocha.

Cierro mis ojos y una lágrima rueda por mi mejilla después de escuchar sus palabras. Me doy cuenta que Tomás solo fue un capricho. Esto no es hacer el amor. Es solo sexo. Soy una más de sus mujeres y le estoy fallando a Mauro. Nunca me lo voy a perdonar.

— Me tengo que ir.

— ¿Ahora? — Pregunta Tomás y asiento con mi cabeza. Él esta abrochando su pantalón — ¿Te gustó, no? — Se agranda y mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas — ¿Qué te pasa?

— Me voy a casar, Tomás. 

colegas | cro ft cazzu y lit killahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora