Julieta.
— Él estaba ahí. Parado, como si nunca se hubiese ido. Encima, me dice que la gente mienta. Ni siquiera me dice por qué se fue y el único que quiso consolarme, no pudo.
— No es tu culpa que Tomás se haya ido. Es algo que hablamos en todas las sesiones. Por pensar tanto en él y buscar respuesta, estás dejando atrás a las personas que siempre estuvieron con vos. — Levanto mi cabeza, lo miro a los ojos y siento que tiene razón. Perdí años de mi vida esperando a Tomás y el tiempo es algo que no se recupera — Mauro nunca te dejó pero, ¿Realmente lo amas?
— Amo a Mauro, no tengo ninguna duda de eso. Él fue quien me sacó del la villa. Me salvó de vivir cosas peores de las que viví. Lo amo, de verdad que lo hago.
— Entonces, con Tomás no es amor. Es dependencia emocional.
Cierro los ojos. Tiene razón. Yo siempre espere que Tomás vuelva a buscarme para sacarme de ahí. Irnos juntos y cumplir con todos los planes que habíamos hecho. Pero, él no volvió y ahí apareció mi ángel de la guardia, Mauro.
— Nos vemos la próxima semana.
Saludo a mi psicólogo y bajo las escaleras hasta llegar a la puerta de salida. Me quedo quieta al ver que Tomás está posado en su moto.
— ¿Qué haces acá, cómo sabías dónde estoy?
— Eso no importa. Necesito que me dejes explicarte las cosas pero, no acá.
— No puedo, Tomás. Es demasiado tarde. Ya no quiero tu explicación. Tengo que ir a mi casa.
— Dame diez minutos por favor.
— Cinco.
Me termina convenciendo. Me da el casco de su moto y aunque dudo en agarrarlo lo hago lo termino haciendo. Me subo a su moto y aunque me pide que me agarre de él, no quiero tocarlo; No puedo hacerlo. No quiero caer en su juego. No quiero ser una de sus víctimas. Mauro me advirtió que es un mujeriego y no voy a ser una de sus mujeres. Me sostengo de la parte de atrás de la moto y Tomás arranca a conducir.
— Rápido. No tengo todo el día. No puede ser todo cuando vos querés.
— Yo no quería dejarte pero, no te podía llevar conmigo. Necesitaba protegerte.
— ¿De quién?
— De mi.
Lo miro si entender y me siento frente a él. En la plaza no había casi nadie, por lo que podíamos hablar tranquilos. Él baja su cabeza, quiere mostrarme que está arrepentido pero, yo no puedo creerle.
— Soy un drogadicto — Confiesa, así que mi novio tenía razón — Cuando estuve con vos, me contuve bastante. Me drogaba en otros lados. Pero, la droga fue más fuerte. No aguante más y la policía me estaba buscando. Si me encontraban no solo me llevaban a mi, sino a vos por cómplice.
— ¿Y no podía escaparme con vos?
— No. ¿Para qué? No iba a dejar de drogarme y no podía arrastrarte a eso. Se me ocurrió mentirte para protegerte y sé que estuve mal pero, quiero que me des una oportunidad para empezar de cero. Para volver a ser colegas.
— No puedo y no te voy a pedir perdón por no poder. Vos mismo lo decís, te fuiste para protegerme porque sos un drogadicto y supongo que ahora estás peor que hace cinco años. Te veo los brazos Tomás, te inyectas heroína. No quiero ser parte de ese mundo. Yo quería recuperar a mi hermano, no a una persona consumida por la falopa.
— Yo siempre fui adicto a las drogas, simplemente que lo ocultaba. Yo sigo siendo tu hermano, Julieta.
— No; Dejaste de ser mi hermano el día que te fuiste y me dejaste sola. Ni siquiera sos capaz de pedirme perdón.
— Perdón. No me sale demostrar lo que siento pero, te juro que yo te sigo queriendo.
Abro la boca para responder pero mi celular empieza a sonar. Puedo leer el contacto de "Amor" y un corazón en la pantalla. Miro a Tomás y me levanto de mi lugar.
— Hola amor ¿Dónde andas, querés que te pase a buscar?
— Se extendió la sesión; Salí a caminar un poco. Estoy volviendo.
— Bueno; Yo voy a estar con Coscu. Así que vení a su casa.
— Dale, te amo.
— Yo también te amo morochita, nos vemos.
Una sonrisa se forma en mis labios y cuelgo la llamada. Tomás sigue teniendo la cabeza baja y yo suelto un suspiro. Nunca lo ví como un hermano, de eso me di cuenta en terapia. Pero, no puedo verlo como otra cosa. Ya no.
— Me tengo que ir.
— ¿Lo amas, de verdad o solo estás con él porque te salvó?
— Yo no soy una interesada como vos que te convertiste en el dealer de tus amigos para que te dejen vivir en la mansión. Obvio que lo amo. Hace cinco años estamos juntos, Tomás.
— Te llevo a la casa del boludo de Coscu, dale.
Cambia de tema y asiento con mi cabeza. Estamos lejos de lo de Martín así que acepto que me lleve. Volvemos a subir a la moto y el viaje fue en silencio, uno incómodo.
— Ojalá algún día puedas perdonarme.
Ojalá no, pienso. Camino hacia la entrada de la puerta de Coscu y cierro mis ojos al escuchar como arranca su moto y se va. Siempre se va.
— Hola amor.
— ¿Que hacías en la moto de ese gil?
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colegas | cro ft cazzu y lit killah
Fanfic"Y que si se gasta tu suela, sabes de sobra que tienes mis zapatos, soy tu colega" "Aun sabiendo que yo la quiero y vos no"