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El sabor amargo de la venganza

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El sabor amargo de la venganza

El galopar de los caballos era el único sonido constante en el camino terroso que recorrían, la respiración de Megara nunca había estado tan agitada mientras tomaba la velocidad de su galope en todo el impulso que tenía.

Debía llegar, debía asegurarse.

Cabalgar desde Orvud hasta ir a Mitras, para atravesarlo hasta pasar los distritos de Stohess y parte del territorio Rose hasta el distrito de Karanese no parecía fácil y claro que llevaría bastante tiempo, pero Megara parecía alma que llevaba al diablo cabalgando con todas sus fuerzas y lo más rápido que podía para atravesar los territorios. ──Megara.... ¡¡Megara!!, tal vez hay que detenernos, ¿A donde vas? ──apenas y recordaba que los embajadores y la reina iban detrás de ella, ¿qué hacían allí?, no entendía porque la habían seguido──.  ¡Tengo que llegar! ──exclamó con fuerza convencida de no detenerse──. ¡Megara!, ¿A donde vamos?, ¿Que pasa?, ¿Que fue lo que te dijo? ──cuestionó la voz de su cuñado, apenas regresó la mirada para verle, encontró más personas de las que recordaba, el capitán Stone y Miltgar iban también con una brigada cada uno de cuatro soldados──.  Vamos a Karanese ──apenas lo dijo dejado en sorpresa a todos sin saber que sucedía aún, pero no menciono nada más, regreso la mirada al camino y agito las riendas de su caballo que aceleró──.  ¿Porqué Karanese? ──cuestionó Armin en general, como si su cerebro intentara buscar la respuesta de todo lo que le rodeaba. Jean abrió los ojos de par a par, apenas y se había dado cuenta por el nombre de aquel distrito. ──¡Giselle!... ¡Huyna!  ──esta vez exclamo el sin poder procesar bien, la desesperación en Megara solo le daba presagios malos de lo que podía haber sucedido, claro que estaba angustiado a no más poder en cuanto noto el objetivo al que Megara estaba cabalgando. Entonces ante aquellas palabras los demás también fueron capaces de entender un poco aquello, quizás no con totalidad preocupación como Oslo y Kirschtein pero si lo suficiente para saber que ahora era relevante para dos de ellos.

La cabalgata continuó, ardua, aturdida y sin descanso hasta el amanecer, habían recorrido tan rápido todo con prisa que parecía inclusive imposible que hubiesen llegado con el cansancio que llevaban encima algunos, cuando atravesaron el recorrido de Karanese, Megara golpeó más fuerte las riendas repetidas veces, estaba tan desesperada que no era consciente que estaba forzando al caballo tan agotado como los demás y ella. Pero su mente estaba desvanecida, bloqueada en las palabras afiladas y lastimeras, así que cuando nuevamente azotó las riendas, el caballo relincho y sin más energías se tiró al suelo cayendo encima de su jinete, Megara soltó un alarido y escuchó la voz de Jean e Historia junto a los demás aclamarle en preocupación. Pero ella no desistió, se quitó el caballo de encima y aún con la torcedura y el brazo posiblemente esguinzado, que no dolían debido al estado de adrenalina que la estaba ayudando a mantenerse en pie, siguió su camino corriendo y dejando atrás al corcel y los demás hasta llegar a la calle donde vivía su hermana. Su incertidumbre incrementó cuando encontró las puertas de la casa cerradas y momentáneamente se lanzó contra ellas sabiendo que nadie iba a abrir, tiró la puerta y parte de su cuerpo se lacero con los cristales rotos de la puerta de la entrada al jardín principal. Ella se dio prisa atravesando con temor el camino de piedra y simplemente sacudiendo aquellos pedazos que le había caído o la habían pinchado, para seguir su camino, ni siquiera se detuvo a saber si aún la seguían solo se apresuró a atravesar la entrada y encontrando las maletas en la sala pudo tener la sensación de miedo aparecer más fuerte.

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