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 Pocas horas para Sobrevivir

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Pocas horas para Sobrevivir

Megara lanzó la pequeña piedrita que estaba en su mano a la pared, había estado bastante tiempo pensando y meditando en espera de otro indicio sobre sus vidas, no podía desatar las cadenas sola sin una herramienta y la jaula tenía barrotes gruesos, estaba preparada para pelear pero necesitaba quitarse de encima la pesadez por los sedantes.
──Señorita Oslo.... ¿Vamos a salir de aquí? ──cuestionaron del otro lado de la reja la hija del mayor, Meg tomó una bocanada grande de aire antes de contestar.
──Tal vez... ¿Cuál es tu nombre? ──ahora ella interrogó mientras buscaba una forma de hacer que su falta de experiencia para dar esperanza no arruinará de nuevo todo y la chica en la celda de alado volviera a llorar──. Susan.... Susan Komane, mi padre es el mayor Oliv.

Musitaron del otro lado, Meg nuevamente pensó en aquel hombre, ella no le caía bien por lo sucedido con su padre, incluso le había sugerido a Historia que buscaran otro escolta, pero ella no aceptó, y al final se quedó junto a la emperatriz de su reino.

Era un buen hombre que hacía su trabajo, eso era todo, esperaba que como padre realmente fuera de lo mejor, Susan no tenía porque estar ahí, ella no tenía culpa en nada de lo sucedido, la puerta de los calabozos se abrió, un muchacho mediano de unos catorce o quince años se adentró a paso lento hasta ahí, llevaba en la mano una jeringuilla para inyectarle de nuevo con sedante y traía una bandeja con comida y agua para ella y suponía que para Susan también. Las rejas se abrieron y el niño la vio como si lo lamentara mucho, realmente precia no querer hacerle nada, sus ojos estaban vidriosos por las lágrimas que intentaba retener, se hincó cerca de ella y antes de que clavara la aguja en su cuello lo detuvo. ──¡Detente!, no lo hagas porfavor... se que no eres así, tu no tienes que pagar por nuestros pecados eres solo un niño, así que no te manches las manos de maldad por un bien ajeno al tuyo ──los ojos del niño se agrandaron como si le hubieran dicho algo que llevaba mucho tiempo esperando.

──No puedo hacer nada por ustedes lo lamento ──pudo ver a ese pequeño niño apenas un joven entrando a la adolescencia sentir todas las mal vivencias de alguien que era involucrado a algo en lo que no quería estar, ella lo sabía bien, como era ser forzado a pertenecer a algo que no querías──. No tienes que hacer nada, solo no me inyectes, si me mantienes sin fármacos voy a poder arreglarmelas sola, Susan y yo podríamos irnos y tu, no tendrías que hacer más esto ──pidió, mientras el niño en el mismo lugar dudoso, apretaba la jeringuilla dejando que todo el sedante se derramará en el suelo, Megara le dio una mirada de agradecimiento, realmente eso había ayudado, el chico se levantó casi al instante y se despidió con sutiles miradas, ella por su parte miro la bandeja ahora en el suelo alado de ella, esos tipos eran tan estupidos que pensaban que tenían alguna clase de poder para alimentarse sin usar las manos, o tal vez pensaban que estarían tan desesperadas que comerían como animales hundiendo la cara en el tazón, pero ella tenía cosas más importantes en que pensar, ahora tenía que esperar a que otro nuevo tipo se acercara a revisarlas en unas horas, esta vez confiaba en que quizás lo lograría, aquel niño le había ayudado y lo tomaría siempre en cuenta, le había dado mucho más tiempo para sobrevivir intacta, sin perder extremidades.

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