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 Siguiendo el Rastro

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Siguiendo el Rastro


Megara Oslo y Susan Komane llevaban desaparecidas ya cuatro días desde el reporte de secuestro llevado a la mesa por el mayor, ninguna de las dos había dado indicios de donde estaban, pero con la organización también moviéndose por la isla era complicado que ambas dieran una alarma de que estaban ahí, más que nada por el peligro que surgía para Megara tener a la hija del mayor bajo su protección, Historia sabia con certeza que si solo hubiese sido la castaña cobrizo quien estuviera en peligro totalmente hubiera dejado de lado los rodeos y abría aparecido pero lo sabia, lo sabía mejor que nadie que Meg no pondría en riesgo la vida de una civil, no cuando su propia hermana había muerto a manos de la misma organización que las estaba persiguiendo en ese momento.

Armin y ella intentaban buscar desde el día del registro a la residencia de Lilibeth Austen, algún rastro, cualquier cosa, no había más que algunas pocas cartas enviadas anónimamente en clave, y provenientes de Susan para su padre donde afirmaba estar bien y a salvo, Historia entendía que Megara no hiciera lo mismo, en primer lugar porque ella no había sido instruida así y dos, porque se ocupaba de protegerse a sí misma y a Susan. Las cartas de la hija del mayor no solían ser muy extensas, simplemente decía que estaba a salvo y estaban sobreviviendo, también comentaba superficialmente información sobre un aliado que les había ayudado, no estaban dando lugares ni nombres, posiblemente por miedo a que parte de la organización que aún se mantenía escondida de los restauradores de las murallas tuvieran empleos en las casas de Correo y las detectaran de inmediato, los pequeños sobres siempre solían tener destinatario, pero no un remitente, el anonimato estaba permitido así que ya era una gran ayuda aquello, los teléfonos de Paradise, muy pocos todavía pues se estaban modernizando a pasos pequeños, de igual manera no eran seguros para comunicarse y encender una señal de donde estaban, podrían ser interceptadas y encontradas también.

Meg estaba tomando todas las precauciones que sabía, a pesar de no estar del todo lista, a pesar de nunca haber estado en una situación así, estaba tomando los rumbos y las decisiones correctas, casi como un instinto que la guiaba para sobrevivir. Además de hablar sobre aquello la carta contenida un poema al reverso algo confuso siempre, no fue hasta que recordó el libro que Meg siempre solía leer, sobre versos al revés y entonces al fin lo comprendió era un mensaje para ella donde le decía que estaba bien y que volvería, que no iba a rendirse, eso siempre la motivaba y le endulzaba un poco.

Aún en un momento así, ella seguía preocupándose, al final del poema versado en reversa, siempre había un, "cuídate" escondido, le tomó unos minutos darse cuenta de que le tenía vuelta loca no saber mucho de ella y no poder verla. Siguió revolviendo los papeles guardando esos pequeños papeles apenas notorios con los poemas en clave dentro de la caja donde también guardaba su mayor tesoro, la carta de Ymir, ella realmente esperaba con decisión que Meg apareciera pronto. Pero las noticias de esa tarde nuevamente no fueron indicios más que otra carta de Susan a su padre contándole que estaban haciendo lo posible por acercarse al castillo pero que habían más restauradores de los que todos pensaban y que estaba siendo difícil mantenerse ocultas, que lamentaba mucho la tardanza en ese momento y que estaba bien, que en definitiva la señorita Megara estaba haciendo lo posible porque no le faltara nada y mantenerla a salvo de afuera donde les perseguían, aunque quisiera dar señales de donde podía estar ella solo pudo afirmar que dejaron algunos rastros sin muchas posibilidades de contar donde estaban debido al miedo de que interceptaron su correo.

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