Pánico.

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Era ya de mañana, el día anterior cuando ocurrió todo lo referente a las gemelas Ikki tuvo que ir de inmediato a trabajar en contra de su voluntad para reportar el número de teléfono extraño que le había informado sobre la ubicación de las hermanas. Mientras el mayor pasó toda la tarde y noche en el trabajo, el menor estuvo en casa.

Normalmente, cuando se encontraba solo solía cerrar las cortinas y ventanas, mantenía prendida las luces de todos los cuartos y pasillos y su celular siempre estaba con él por cualquier cosa; tenía un horario marcado por el mismo que cumplía al pie de la letra, a las siete en punto dejo de ver televisión y fue a su habitación a preparar las libretas y libros que ocuparía en la escuela, a las ocho bajaba a hacer la cena, a las nueve se daba un baño y aproximadamente a las diez o raras veces a las once de la noche estaba listo para dormir.

Claro que había excepciones donde el horario no podía ser cumplido como se estaba previsto, está noche le había tocado cenar solo y como no estaba Ikki presente para cenar con él prefirió no comer esa noche, espero el regreso de su hermano hasta las diez y media de la noche pero eventualmente se rindió cuando vio que no iba a llegar.

Resignado y antes de ir a dormir, fue a la habitación de sus padres, había mandado a hacer una copia de la llave que tenía Ikki en posesión, entró y cerró la puerta y busco posteriormente entre los cajones bajos del armario las pastillas antidepresivas de su padre, en su caja cubierta de stickers no quedaba ninguno ya y sin ellos no podía dormir.

A mitad de la noche, empezó con las pesadillas recurrentes, soñando con el callejón y las luces cegadoras, estando dormido empezaba a quejarse y a moverse en la cama ante el malestar que un simple sueño le causaba, despertó de un susto cuando los tipos altos y enmascarados se acercaron a él en sueños, se sentó en la cama y espero a calmarse poniendo una mano en su corazón y otra apretando con fuerza las sábanas de la cama.

Había sido una mala noche al igual que las anteriores pero nada que un poco de corrector de ojeras, algo de base, un poco de rubor y solo un poquito de brillo labial no ocultaran, así su aspecto de muerto viviente se podía camuflar perfectamente gracias a los maquillajes de la hermana de Seiya.

Cuando salió del baño, ya con el uniforme puesto bajó a la cocina a preparar el desayuno, cocinó algo fácil, luego de desayunar junto a Ikki marchó a la escuela evitando pasar por los callejones y prefiriendo las zonas concurridas que las solitarias, a la una de la tarde regresó a casa después de haber estado en la escuela, donde comentarios y ciertas burlas se hacían presentes gracias a algunos compañeros o estudiantes morbosos que no tenían nada mejor que hacer con su vida.

Cuando volvió a casa y se cambió de ropa a una más cómoda, bajó a la cocina, su rol era básicamente cumplir con las labores domésticas como cualquier ama de casa, cumplirlas era un modo de ayudar a su hermano y ayudarse a sí mismo ya que si dependiera totalmente de Ikki, la hora de la comida sería hasta las seis tarde.

Su plan para la comida era hacer un ramen, puso todos los ingredientes en la mesa y una olla con agua en la estufa, tomó una tabla para picar y unas verduras para empezar de una vez, picaba las verduras y las iba poniendo en un tazón.

Él grito de una joven se escuchó fuera de la casa de Shun, a pocos metros de está más exactamente; el menor paró de cortar las verduras cuando escuchó el grito, se quedó inmóvil solo viendo a la nada y esperando lo peor, olvidando de momento que se encontraba en su cocina y no en otro lugar.

Mientras más gritaba y lloraba la mujer de afuera, soltando sollozos desgarradores y lamentos; Shun se estremecía más, dejó de respirar y en defensa propia se agachó con el cuchillo en mano, se escondió debajo de la mesa y en un estado de hiperventilación se quedó en alerta, sin querer o tener motivos para voltear a sus lados o detrás suyo.

16 de AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora