Llévame a la escuela

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16 de Abril.

En una de las miles de casas de Tokyo, en una zona tranquila y agradable para vivir, exactamente a las cinco y media de la mañana se volvían a escuchar los pasos apresurados en el segundo piso de la residencia de madera del joven de quince años que buscaba con preocupación una libreta para su escuela.

Al no encontrarla, bajó por las escaleras, uniformado y mal peinado, un hombre mayor que él, de veinticinco años cocinaba el desayuno para ambos, a él no le gustaba tanto cocinar pero bueno, tenía que hacerlo alguna vez en su vida.

— ¿Has visto mi libreta de historia?, No la encuentro. — dijo preocupado tomando asiento en la mesa, haciendo un recuento de hechos en su mente.

— No, no se dónde está. — respondió sin prestarle atención. — pero hoy no te toca historia.

Shun sonrió un poco y llevó su mano a su cara para cubrir la vergüenza que energía en él, Ikki viró los ojos y sirvió el desayuno.

— De todos modos la voy a buscar. — dijo el hermano mayor poniendo los platos sobre la mesa.

— Gracias, había estado ocupado y no me acordaba de mi horario. — respondió sintiéndose mucho más aliviado.

— ¿Ocupado?, ¿En qué podrías estar ocupado?... — reprochó en broma y su hermano le lanzó una zanahoria

— Créelo o no pero si eh estado ocupado pero da igual, terminó el desayuno y me voy a la escuela. —

— ¿Irás solo? —

El tono de voz del mayor cambio considerablemente, las bromas quedaron de lado y ahora ambos se miraban, el menor solo sonrió para tranquilizarlo mientras se ponía de pie.

— sí, me quedé de ver con un amigo. Pasaremos todavía a la cafetería. — respondió. — Y luego de ahí nos iremos a la escuela.

— ¿No sería mejor que yo te llevará a la cafetería... O te dejará de una vez en la escuela? — sugirió, aunque no quería aceptarlo, con todo lo que estaba ocurriendo tenía miedo de que algo ocurriera.

— Jajaja, no. — fue frío y tajante con su respuesta. — La escuela queda a ¿Qué?, ¿Cinco cuadras de la casa?. Déjame irme solo Dios.

Ikki suspiro algo molesto pero no puso resistencia, solo se enojaba por que Shun no se había acabado el desayuno que tanto le costó hacer.

— Está bien, lárgate pero te quiero aquí a las seis de la tarde, máximo a las ocho. — amenazó

— Claro, claro. A las seis estoy aquí. — repitió y se fue de la cocina por su mochila a la sala. — Nos vemos al rato... ¡Ah!, Y la próxima vez procura que la comida no se queme.

Ahora Ikki fue quien le aventó no una verdura, sino su zapato que se había quitado prácticamente a la velocidad de la luz oara golpear a su hermano...
Y entre risas, el menor salió de su casa con un leve dolor del roce del zapato en su brazo.

Narra Ikki

Sigo sin comprender con exactitud como o por qué, el niño que en un principio conocí y definí como un ángel se había vuelto lo contrario a uno... Pero que se podría esperar teniendo en consideración que prácticamente yo fui quien lo crío desde que mi madre nos abandonó y mi padre murió.

Varias veces tuve que ir a la delegación por mi hermano por crímenes menores como grafitear paredes, hacer disturbios en la vía pública (una marcha que había hecho con sus compañeros y amigos en contra de no se qué, creo que a favor del arte nudista) y muchos más que comparados a los que yo tuve en mi adolescencia no eran nada...

16 de AbrilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora