Aquella voz, aquellos brazos, aquel perfume. Tenía que ser él. Me soltó lentamente, y al voltear, pude ver ante mí a Joe, mi mejor amigo. Más alto, bronceado y rubio que la última vez que lo había visto. Las luces del porche de la biblioteca iluminaban sus ojos azules y lo hacían ver aún más galán de lo que era normalmente.
Yo sabía que ese fin de semana él podía retornar, pero me había olvidado completamente de él y de todo el mundo, por un segundo. Sin embargo, allí estaba, mirándome con su gran sonrisa boba, esperando que le dijera algo. Mientras tanto, yo no sabía qué decir. Lo escaneé de arriba abajo, traía zapatos negros recién lustrados, pantalón de traje arremangado y un saco que hacía juego. Además de su elegancia, otra cosa fue la que llamó mi atención. Traía un sobre azul en sus manos que decía mi nombre.
—¿Cómo...? ¿Cuándo...?— comencé a titubear, haciendo que apareciera una sonrisa aún más grande en el rostro de mi amigo.
—Alice, no podía esperar para contártelo así que tomé el auto y vine a Broadstairs exclusivamente para entregarte esto— dijo él, dejando en mis manos el llamativo sobre azul.
—Oh wow, ya me pregunto qué ...— comencé a decir mientras lo abría. Aun así, no hizo falta terminar la oración al ver las primeras palabras que estaban allí escritas, las cuales fueron repetidas por él en voz baja mientras yo leía:
¡Estás invitada a nuestro casamiento!
Ivy Braxton y Joseph Cox
13/12/1970
Mis ojos se abrieron de par en par. Un golpe de emociones azotó mi cuerpo, entre felicidad y nervios, incluso un tanto de celos, debo admitir, pero principalmente, desconcierto.
—Joseph, dios mío, esto es ... wow ... Estoy sin palabras, yo no ... Ni siquiera sabía que tenías novia— le dije finalmente, casi tartamudeando. Levanté la vista de la invitación y lo miré, parecía estar genuinamente feliz. Extendí mis brazos y lo rodeé con ellos en un cálido abrazo.
—Sí, sobre eso... — me contestó mientras nos abrazábamos— Sé que tengo mucho para ponerme al día, y solo he venido por un par de horas así que, si no tienes ningún otro plan, ¿aceptarías salir a beber algo conmigo?
Por alguna razón, mi primera reacción fue girarme y mirar hacia atrás. Thomas. Par mi sorpresa, él ya no estaba allí. Entonces sentí algo de pena, había sido maleducado de mi parte no presentarlos, excluirlo de la conversación, y no despedirme de él.
Sacudí la cabeza y volví a mirar a mi amigo, quien esperaba ansioso mi respuesta.
—Claro que sí, déjame buscar mi abrigo.
Joe y yo conducimos por High Street hasta llegar a nuestra cafetería favorita, la cual se encontraba a tan solo una cuadra de la costa, en ese momento se llamaba "Lulu's" y era muy común encontrar allí grupos de jóvenes bebiendo y comiendo a montones. Una vez arribamos, nos sentamos en dos de las butacas de la barra. Tal como lo esperaba, el lugar estaba lleno de adolescentes parloteando a muy alto volumen. Una camarera finalmente nos trajo el menú, pero mi amigo ya sabía lo que quería.
— Dos frapuccinos con chocolate y papas fritas— ordenó sin mirarme a los ojos para consultar siquiera, y tanto la pobre mujer como yo hicimos una expresión de asco ante su inusual pedido. De todos modos, la pobre anotó lo que él le había dicho en su pequeño anotador, nos dio una sonrisa torcida y se dio media vuelta. Ambos nos miramos y comenzamos a reírnos inmediatamente después de que ella se fuera.
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Nuestros acantilados blancos
RomanceAlice Crawford, una sombría mujer de cincuenta años, le ha escondido un secreto a su hija Catherine toda su vida. La historia sobre quién era su padre. Agobiada por la prisa del tiempo que la persigue desde que contrajo una enfermedad terminal, deci...