Minutos después de que mi madre se fue, mi padre y yo nos abrazamos con fuerza y nos echamos a llorar casi al unísono. Aquello había sido extenuante, no solo para mí, sino también para él. Pero por suerte nos teníamos el uno al otro. Después de que me aseguré que estaría bien hasta que Hugo volviera del trabajo, corrí a la cocina a buscar el teléfono para llamar a Thomas y explicarle todo lo que había pasado.
Marqué los números que me sabía de memoria y esperé diez segundos, entonces él levantó el teléfono de su lado de la línea y oí su voz.
—¿Crawford? — preguntó él con la voz ronca de alguien que no duerme bien en días.
—Hola, mi vida, ¿cómo estás? No te oyes muy bien— pregunté alarmada.
—A decir verdad, me acabo de despertar de una larga siesta, soñaba que tú y yo estábamos de viaje por el mundo y de repente me he despertado asustado porque recordé que era hora de nuestra llamada, segundos después comenzó a sonar el teléfono— contestó él y supe que del otro lado él estaba sonriéndome con su cara boba, y eso me hizo sonreír.
—Cariño, intenta dormir por las noches, si no se arrugará tu bello cutis— bromeé y él se echó a reír—Hablando en serio, hoy ha ocurrido algo que no te imaginas— dije de repente, ya no aguantaba la ansiedad. Thomas dejó de reír abruptamente y aclaró su garganta.
—¿De veras? ¿Qué sucedió? ¿Están todos bien? — preguntó él ya completamente espabilado.
—Sí, mi amor, podría decirse que ahora está todo más claro que antes... —comencé a decir, pero inmediatamente fui interrumpida por él.
—¿Cómo? ¿A qué te refieres? — preguntó preocupado, sin entender bien qué era lo que yo intentaba decirle.
—Después de meses sin hablarnos, hoy vi a mi madre, y no tienes idea lo que me ha confesado.
Intenté ser lo más honesta posible con mis recuerdos, sin embargo, la ansiedad del momento jugaba en mi contra, Thomas tuvo que pedirme varias veces que recapitulara antes de poder seguir con otra parte de la historia, ya que le era imposible seguirme el ritmo y la señal de teléfono tampoco ayudaba demasiado. Luego de una intensa media hora, eché un intenso suspiro, indicando el final de mi relato. Del otro lado del teléfono, él también sonaba cansado, pero a su vez sabía que había oído cada palabra intentando con fuerza mantener la coherencia de lo sucedido en su cabeza.
—Wow — dijo él.
—Wow, sí, en verdad— le respondí yo.
—¿Cómo te sientes? — preguntó él con notable interés.
—Oh bueno, ha sido una experiencia intensa de esas que no imaginas vivir jamás. Si bien esto de la revelación de secretos familiares no me hace mucha ilusión, creo que era necesario, que hemos logrado hacer algo como familia que cambiará el curso de las cosas.
—¿Por qué lo dices?
—Pues, porque hacía años que no veía a mis propios padres comprometidos en hacer algo juntos, sin pelear y sin gritar, ¡si los hubieras visto! Qué maravilla, incluso cuando se corregían, los dos parecían un equipo, y creo que el resentimiento por lo sucedido los encegueció, principalmente a Sonia más que a Bruce, pero ahora siento que por primera puedo comprender la amargura de mi madre... Ella era solo una niña, merecía tener su propio final feliz...
Las palabras habían salido de mi boca sin que yo pudiera procesarlas, incluso Thomas, del otro lado de la llamada, no podía creer que yo estuviera empatizando con la mujer que me había hecho la vida miserable. Los dos nos mantuvimos en silencio unos segundos, procesando lo que acababa de decir, hasta que finalmente él me despertó de mi trance.
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Nuestros acantilados blancos
RomantizmAlice Crawford, una sombría mujer de cincuenta años, le ha escondido un secreto a su hija Catherine toda su vida. La historia sobre quién era su padre. Agobiada por la prisa del tiempo que la persigue desde que contrajo una enfermedad terminal, deci...