- ¡Escúchame bien Ryeowook! - gritó con frustración.
- ¡No escúchame tú, no voy a casarme!
- ¡Si te vas con ese truhán dejaras de ser mi hijo!
- Entonces no soy tú hijo.
Yesung sonrió con suficiencia desde la proa del barco, viendo como su princi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Si alguien le hubiera dicho a Choi Ryeowook hace un año que pisaría un barco pirata siendo guiado por un apuesto hombre de negros cabellos, que además de ser increíblemente atractivo era el capitan del barco, probablemente se habría arriesgado a una reprimenda por burlarse en la cara de quien se lo dijo; sin embargo ahi estaba, prendado del brazo del capitan Yesung, que caminaba con parsimonia por la proa del barco, hablandole calmadamente de los arreglos que tenían las velas.
Ryeowook le miraba con atención mientras el cálido viento de verano jugaba con los pliegues de su traje y capa.
- Luces precioso de rosa - mencionó abruptamente el pelinegro, provocando que un furioso rojo carmesí invadiera el rostro del doncel.
- Desfachatado, hablábamos de velas - abochornado, Ryeowook intentó desviar la atención del capitán.
- Me temo que las velas no me resultan tan hermosas como tú, amor mío - hablo con coquetería, afianzando su agarre sobre el doncel.
El doncel no hizo amago de querer separarse del capitán, sin embargo si ocultó su rostro de la imperiosa mirada del hombre, aprovechando su sombrero para refugiarse debajo de él y mirar al horizonte con melancolía.
- ¿Esta vida te resulta grata? - pregunto sin mirarlo. El capitán pareció detenerse a pensarlo por unos segundos antes de responder.
- Esta es mi vida, querido - hablo suavemente, envolviendolo en un abrazo y girandolo para que le mirara -, mis decisiones me trajeron hasta aquí y no hay nada de lo que me arrepienta.
Ryeowook le miró detenidamente, en un acto de atrevimiento se aventuró rozar sus dedos aun enguantados con el rostro de Yesung, delineando la marcada mandibula en un acto tan suave y puro que hizo que al pelinegro se le erizara la piel.
- Choi Ryeowook, si te lo pidiera, ¿vendrías conmigo?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hace tan solo unos cuantos minutos que Ryeowook yacía en soledad en la habitación del capitán Yesung, inquieto sentado en uno de los sofás que integraban la pequeñísima sala de estar dentro de la habitación, la repentina pregunta que le hizo su amado le había descolocado, ¿realmente era tan osado como para huir con el hombre que amaba? Por suerte la incógnita planteada por el capitán nunca pudo verse resuelta, pues uno de sus hombres había llegado exigiendo la atención de su capitán, desde entonces Yesung yacía en su despacho a tan solo dos puertas de él.
¿Sería capaz de enfrentar todo lo que conlleva amar a Yesung? Porque estaba seguro de que nunca le dejaría, el capitán había endulzado su corazón desde el momento en el que cruzaron miradas por primera vez en aquel tácito encuentro lleno de coquetería galante.
¿Realmente tendría la valentía y entereza para dejar atrás todo lo conocido? Sonaba como una promesa excitante, sin embargo, al final de dicha aventura, al romper la delgadísima línea entre lo socialmente aceptado y lo que uno desea con exasperante anhelo, ¿A qué pertenecería ahora? Yesung pertenecía a sus anhelos, a sus deseos, a la mar e incluso a la embarcación, ¿Donde pertenecía Ryeowook?
El sonido del pomo de la puerta girando con fuerza le distrajo de sus pensamientos, antes de girarse escucho los pasos pesados pertenecientes al capitán de la embarcación, presurosos, indignos de un caballero respetable, la falta de tacto en ellos le recordó a Ryeowook lo magnético que le resultaba Yesung.
- ¿Aburrido o arrepentido? - preguntó el azabache, agachándose frente a él.
- Yo diría pensativo - aclaró el doncel, ofreciéndole una sonrisa contenta acompañada de ojos cálidos -¿Has terminado ya, querido?
- Al menos de momento - mencionó en respuesta, antes de sonreírle de medio lado y aclararse la garganta -, ¿Terminaste de instalarte?
El pensamiento de adueñarse de la habitación de su amado capitán -al menos de momento -, provocó que el doncel sonriera en grande y comenzase a hablar al respecto.
- Sin duda ya he desempecado a medias, sin embargo requiero de tu autorización antes de allanar tu espacio.
- No te ha preocupado robar mi corazón y hechizar mi alma pero te preocupa allanar mi espacio - se mofó el azabache.
Ryeowook intento parecerse ofendido, sin embargo, fracaso en ello sin haberlo intentado al menos, pues el hombre que hacía a su corazón latir desenfrenado se hallaba rodeando con los brazos de forma amorosa y protectora, el fugaz pensamiento de que ni el mismo diablo le arrancaría de los brazos del capitán inundó su mente, llenadole de fe.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.