- Vas a casarte – pronuncio con una orgullosa sonrisa de hoyuelos.
¿Qué si era malvado? No, no podía existir maldad en Choi Siwon, anticuado seria el termino correcto para describirlo, un hombre de buena posición social, padre amoroso, cristiano y extremadamente tradicional. Sí, eso era su padre.
- Padre, sabes que no quiero hacerlo – pronunció con ímpetu.
- Ryewook – comenzó -. Hijo mio, es un caballero de honorable familia, podrá darte la vida a la que estas acostumbrado, se que no hay mejor hombre que él para ti.
Choi Siwon realmente creía que no había mejor partido para el menor de sus hijos, que para su desgracia – aunque nunca lo admitiría en voz alta- había resultado ser un doncel, por lo mismo cada vez que pensaba en el futuro de su pequeño se acongojaba de sobre manera.
- Es lo que crees – lloriqueo Ryeowook - ¡Para usted siempre eh sido una molestia y ahora es la oportunidad perfecta para verse librado de mí!
- ¡NO VOY A PERMITIR ESE TONO CHOI RYEOWOOK! – Grito el mayor de ambos completamente molesto, ¿es que su hijo no podía ser más recatado?
Escucho el portazo que dio su mimado hijo al salir de la biblioteca, no pudo más que dejarse caer en el elegante sofá negro de piel que adornaba la lujosa biblioteca que poseía, la culpabilidad cayó sobre el como un balde de agua fría, el comportamiento de su hijo menor era enteramente su culpa, su escandalosa personalidad –completamente indigna de un doncel- no era más que un reflejo de la de su esposo, ahora Ryeowook era mayor, una buena tunda no iba a solucionar el desastre en el que se había convertido.
Choi Ryeowook era todo lo que un joven hombre de buena familia rechazaría, si bien era un joven hermoso de ver, todos sus demás defectos opacaban por completo su única virtud – según él-. el menor de los Choi poseía una lengua tan afilada que rivalizaba con la de su progenitor, Choi Heechul, su actuar era liberal, tanto que rozaba en lo grotesco, un joven inteligente, con una capacidad de raciocinio tan grande como sus dudas, un joven que no dudaría en cavar tan hondo en un asunto que resultaría terriblemente desagradable hablar con él. Todo en él iba contra las buenas costumbres victorianas.
El señor Choi se permitía de vez en cuando rezar por el futuro de su pequeño, a veces creía que el nacimiento de Ryeowook era una especie de castigo que Dios le había enviado por haber desposado a su marido, ¡Él bien sabía que casarse con un gitano le traería consecuencias! O al menos eso le había dicho el sacerdote, pero honestamente el señor Choi esperaba que aquel castigo divino cayera sobre él y no sobre su familia, y para su desgracia aquel terrible crimen había sido cobrado a su hijo menor, ¡oh su pobre Ryeowook! Estaba destinado a la eterna soledad.
Había perdido todas las esperanzas en que su hijo se viera librado algún día de la maldición, pero como Dios es bueno, le había dado un ultima oportunidad, Cho Kyuhyun había llegado a su vida como caído del cielo, de alguna forma el hombre había caído prendado de Ryeowook apenas lo había visto salir de la iglesia del brazo de su padre, y como todo joven noble, había pedido su mano apenas tuvo la oportunidad.
- ¿Realmente quieres hacerle esto a Ryeowook? – escucho la voz contenida de su esposo.
Al girarse a verlo lo encontró con los brazos en jarras, su bonito ceño fruncido y esa mirada que tanto atemorizaba a los victorinos, completamente cargada de furia. Sonrió con parsimonia pues sabía que tarde o temprano su temperamental esposo terminaría dándole la razón.
- Hee, sabes que es lo mejor para él – comenzó, invitando a su esposo a sentarse en su regazo.
- Bien conoces los deseos de mi bebé- atacó Heechul, dedicándole una mirada que dejaba más que claro que no deseaba ningún tipo de acercamiento. Siwon iba a protestar cuando levanto una mano para silenciarlo-. Sé bien que no le permitirás realizar sus sueños por el mero hecho de ser un Doncel, tus tradiciones están tan arraigadas en ti que temes desintegrarte por hacer feliz a tu hijo.
Heechul estaba claramente molesto, y por un instante Siwon creyó que se iría en su contra en cualquier momento, el primero sabía mejor que nadie que Siwon era un hombre que no cedería ante los deseos de su hijo, pero él era diferente y de su cuenta corría que su pequeño no fuera forzado a algo tan vil como un matrimonio arreglado, todo el distrito de Havel había satanizado a su familia desde que Siwon y él se habían fugado para casarse según dictaban las tradiciones gitanas, a su regreso no les quedo más que aceptarlo y casarlos según las tradiciones victorianas dictaban. Si ellos ya eran vistos como indignos, entonces no habría objeciones en que Ryeowook hiciese lo que le apeteciese, emprender un viaje a América.
- Esa actitud tuya es la que ha llevado a Ryeowook a donde está ahora- le recriminó Siwon.
- Esta actitud mía es la que tachabas de fabulosa – se defendió, decidido a terminar con la discusión puso sus cartas sobre la mesa-. Si obligas a Ryeowook a cumplir tus deplorables deseos, podrás darnos por perdidos a ambos.
- ¿y a dónde han de ir? – se mofó. Eso enfureció a su esposo.
- ¡recuerda bien lo que soy Choi Siwon! – grito rojo como una fiera - ¡no dudaré en ir en tu contra y contra quien sea por defender a mi hijo!
- Heechul mide tus palabras, ¡por Dios! – se levantó dispuesto a ir hasta su esposo y hacerlo entrar en razón, pero este se alejó como si su toque quemara.
- Sigue rezando a tu Dios – grazno Heechul con la voz rota -, ese que nos ha dado el lugar del desprecio, ese mismo que ha tachado a tus hijos de malditos, a tu esposo de satánico y a ti mismo de hechizado.
Dicho esto, salió de la habitación dando un portazo incluso más fuerte que el que había dado su hijo momentos atrás, dejando a Siwon hecho un mar de pensamientos sin rumbo, pero teniendo en claro que la boda de Ryeowook se tendría que realizar, aunque el mismo tuviera que encerrar a su esposo en una celda para que no se opusiera a ello.
Dios había designado a Ryeowook para Cho Kyuhyun, y no iba a volver a ir contra los designios de Dios. No cuando era la única salvación para el alma de su hijo.
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𝚃𝚁𝚄𝙷𝙰́𝙽 | 𝚈𝚎𝚆𝚘𝚘𝚔
Фанфик- ¡Escúchame bien Ryeowook! - gritó con frustración. - ¡No escúchame tú, no voy a casarme! - ¡Si te vas con ese truhán dejaras de ser mi hijo! - Entonces no soy tú hijo. Yesung sonrió con suficiencia desde la proa del barco, viendo como su princi...