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Farah había citado a la reina Luna, está vez la acompañaban Stella, Silva y Ben.

— Nunca te he importado mamá, no digas que estás vez lo hiciste por mí bien. Si de verdad me quisieras, me aceptarías tal y como soy pero cada vez que te cuento mis sentimientos hacia alguien, tu haces algo para alejar a las personas de mí — dijo Stella con lágrimas en sus ojos

— Lo de Ricky era algo prohibido. Está mal, ese no es el orden — dijo Luna con asco

—¿Cuál es el orden mamá? ¿Amar a un hombre cuando eres mujer? ¿No puedo simplemente amar? — dijo Stella

— Estás mal, Ricky era mujer y tú igual. Lo único que hice es darte una prueba para corregir tu perversión — dijo Luna

— Te equivocas Luna, toda persona es libre de amar a quien quiera. Sea hombre o mujer. Stella tiene el derecho de elegir con quien estar sin que nadie la juzgue — dijo Farah

— Amor es amor mamá, y nada justifica lo que hiciste con Rosalind. Hablamos de orden y tu sacrificaste demasiadas vidas — dijo Stella

— Por esa razón, serás destituida del trono. Según las normas y el “orden” de solaria, ningún rey o reina puede atentar con la vida de un individuo...

—¡Yo no atente con la vida de nadie! ¡No pueden quitarme mi corona!

—¡Atentaste contra Ricky! ¡Te uniste con Rosalind! Intentaron matar a Farah y encarcelaron a True sin justificación, causándole dolor por semanas — dijo Stella

— Lo siento Luna pero nosotros solo seguimos la leyes y el “orden” — dijo Farah

Farah le puso unos limitadores rúnicos para evitar que Luna usará sus poderes en contra de ellos. Stella miró como su madre fue llevada por los guardias de Solaria.

— Ya no te hará nada Stella, ahora puedes vivir en paz y amar a quien quieras amar sin preocuparte por lo que dirá tu madre. ¡Eres libre!— dijo Farah sonriendo

— Ya puedo amar a quien quiera pero la persona que amo no me ama a mí — dijo Stella con una sonrisa triste

Farah la miró con tristeza — Ya vendrá la persona indicada para tí o tal vez esa persona necesita un empujón — dijo

Stella sonrió y asintió. Se retiró a su habitación para hacer sus maletas, necesitaba un respiro antes de empezar el nuevo curso.

Quería salir de Alfea al mundo de los humanos. Recorrer ciudades e ir sin ninguna dirección y sin preocuparse de nadie más que en ella.

— Escuché que encarcelaron a tu madre en Solaria — dijo True entrando a la habitación de Stella

Se tomó por sorpresa a True y eso hizo que se espantara un poco. Pensó que nadie más estaba en Alfea más que los maestros, Farah y ella.

— Veo que aún no te haz ido. Escuché que te vas a Indonesia con Riven — dijo Stella con una sonrisa

True la miró mal — Está bien estar mal Stella, no me cambies la conversación. Sabes que puedes confiar en mí — dijo

Stella asintió y bajo la mirada. Suspiró con pesadez y sentó en su cama mientras seguía empacando.

— Es un nuevo comienzo para mí, estaré bien. Ya no tengo que esconderme de mi madre o preocuparme por lo que ella piense o pueda hacer — dijo Stella sonriendo

— Me alegro mucho por tí de verdad — dijo True

Sonrió y salió de la habitación de Stella.

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La sexta hada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora