8.

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Kagami llevaba trabajando en el palacio un par de semanas, y ya se había acostumbrado al trabajo. Al igual que ya se presentó con las otras tres mucamas: Mylene Haprele una veinteañera, la Sra. Bruel una anciana alegre, y Aurora Beaureal otra muchacha joven.

Todas eran agradables, aunque Aurora era particularmente entusiasta y le recordaba bastante a sus hijos. Así mismo Mylene era la mas tímida, pero también fue la que le enseñó a ajustar bien su corset. O, y la Sra. Bruel era mas bonachona, como lo eran sus vecinas.

Con eso en cuenta, integrarse al grupo fue fácil.

Al llegar repartían el trabajo, charlaban mientras se cambiaban y luego cada una iría a realizar sus tareas. Kagami usualmente estaría moviéndose de un lado al otro para ayudar con alguna tarea que necesitara fuerza, ya que se adaptaba mejor a ella.

También era la que llevaba la comida a la Reina cuando no quería comer en el comedor, lo que era bastante común.

Y como dijo antes, adaptarse fue sencillo. Pero había una cosa que no le cabía mucho, y tenía que ver con la Reina.

Marinette rara vez terminaba su comida, sin importar que hora del día sea. Dejaba la mitad del desayuno, dejaba mas de la mitad del almuerzo, y la merienda era solo una colada con algún bocadillo.

Kagami sabía que los hábitos alimenticios de la monarca no eran tan malos. Solo estaba en una temporada de estrés y por eso no comía, eso era lo que le dijeron cuando preguntó. Sin embargo, eso no calmó la leve molestia/preocupación que sentía.

No sabía si era porque Marinette había sido muy generosa con ella, o porque cuando Longg no había comido era porque estaba enfermo y asociaba el mal apetito con enfermedad. Pero el hecho de que no comiera bien, le causaba una desagradable sensación.

Tal vez Kagami estaba exagerando, y no era nada de que preocuparse. De todos modos, no es como si pudiera hacer algo, era una simple campesina y ella la regente del reino.

Aún así, esperaba que por esta vez al menos terminara su almuerzo.

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--Alteza, vengo por los platos--

Marinette sonrío por la reconocible voz, dando señal para que la japonesa entre. Feliz de poder verla de nuevo.

--Hola Kagami, aquí estan los trastes--. A pesar de que ella había contratado a Kagami para poder seguir viéndola, la misma Marinette no tenía mucho tiempo para hacerlo. Así que ahora que se despejó un poco, pensaba aprovechar el corto tiempo. --Antes de que te vayas, ¿qué tal si te conversamos un poco?--

Observó como Kagami asintió solemnemente, dejando de lado la bandeja antes de centrarse de nuevo en Marinette.

--Eso me gustaría, majestad--. Marinette sintió satisfacción al ver los ojos de Kagami, y como ya no eran tan helados. Todavía eran inexpresivos, pero no como las primeras veces.

--Bien, entonces toma asiento--. La menor se acercó a Kagami, tomando suavemente su brazo para sentarla a su lado. Ignorando que eso era considerado de mala educación para los nobles. --¿Cómo ha ido tu vida familiar?--

--Tranquila, aunque los niños estan convencidos que aquí vive un orco--. Comentó Kagami, recordando las teorías que Plagg y Tikki discutían.

--No los culpo, de niña también lo creía--. Tarareó Marinette, pensando en los mitos que contaban del castillo algunos criados. El mas famoso era de algún monstruo que acechaba los calabozos. --Los infantes son propensos a creer rumores--

--Para ser justa, yo fui la que empezó con eso--. Marinette enarcó una ceja divertida por la idea de que alguien serena como Kagami inventara un cuento.

--¿Y se puede saber por qué?--

--Quería distraer a Longg para que tomara su medicamento, no pensé que lo recordarían hasta ahora--. Kagami recordó como luchó para que el pequeño de cuatro años tomara la infusión, cosa que fue muy sencilla luego de que quedara prendado de la historia.

--Técnicas maternales, ya veo--. Marinette sonrío levemente por lo mucho que Kagami parecía querer a sus hijos, siempre que los recordaba parecía ser mas feliz. --Y esas mismas técnicas, ¿te llevaron a inventar mas historias?--

--Un montón, adoran los cuentos o leyendas, también una que otra canción--. Una pequeña sonrisa asomó en el rostro de la Tsurugi, recordando lo fácil que era para sus hijos sumergirse en una historia. Siguiendola con entusiasmo, y como pedirían una mas.

Marinette por su parte, estaba admirando lo suave que lucía la expresión de la asiática.

Era la primera vez que veía una sonrisita así de Kagami, pequeña y suave. No era una sonrisa muy grande, ni era excesivamente expresiva, pero era de lejos lo mas dulce que había visto de la muchacha.

Una sonrisita inocente, de labios durazno.

Linda.

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--Entonces, ¿armaron algún plan?--. Longg miró a sus hermanos, esperando que el dúo respondiera.

--No, no hemos planeado nada--. Murmuró Plagg, mientras preparaba la infusión que su abuela necesitaba.

--Y no lo planearemos, 'Kāsan dejó bien en claro que nos detengamos--. Tikki hizo un puchero, recordando bien el regañón que se ganaron cuando su madre regresó a casa.

Realmente habían estado cerca de salirse con la suya, pero claro, tuvo que ir todo mal y se enteró. Además de que se les prohibió alejarse de su abuela durante semanas, literalmente les colocaron correas.

--De todos modos con la nieve es casi imposible salir--. El pelirrojo comentó, mirando a través de la ventana.

--Espero que a 'Kāsan no la agarrara la tormenta--. Murmuró Plagg, seguido de asentimientos de ambos niños.

Dicho eso, los tres se aseguraron de que la infusión estuviera en su punto. Para luego ir a despertar a su abuela, quien aceptó beber el brebaje con tranquilidad.

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Marinette sigue pensando que Kagami es bonita, y Kagami piensa que Marinette debe comer mas. Porque: "enfermo que come, no muere"

Y los niños Tsurugi se mantienen calmados, por ahora.

"Alteza" -Marigami AU-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora